Prefacio ~ La Bruja del Destino

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El viento soplaba a través de las blancas cortinas, en una de esas noches raras y oscuras, donde los insectos parecen emitir chillidos lastimeros y uno que otro perro o lobo aullar a la luna.

En la mullida cama de sábanas de terciopelo se encontraba Alessia, la joven y recién proclamada reina de Kyram. A su lado, su esposo, el también joven rey Kelian, frotaba la frente bañada en sudor de su mujer, como una forma de amainar el fuerte dolor que sentía.

La partera, Danyela, sumergía un trapo en un cuenco de porcelana lleno de agua tibia, y lo colocaba con mucha paciencia en la frente de Alessia.

—Su Majestad, nunca había tenido el placer de conocerle, ni de verla encinta, pero considero que el tamaño de su vientre es muy grande —Danyela fijó su mirada en los ojos verdes de la parturienta, y miró rápidamente a Kelian, quien palpaba la angustia de su esposa con sus dedos—, y que quizás esta noche dé a luz a mellizos.

Alessia asintió, y a pesar de que sentía una felicidad inmensa y muchísimas ganas de conocer a sus futuros hijos, no pudo más que simular una sonrisa, manchada por el fuerte dolor.

— ¿Falta mucho, Danyela? Es que no aguanto ya el dolor. —Se quejó entre resoplidos.

La partera la revisó, y suspirando, le dijo:

—Su Majestad, no falta mucho. Ya viene el primer bebé en camino. Creo que ya es hora.

— ¿Sí? —gritó y gimió, teniendo otra contracción.

La sirvienta, Greta, le trajo un té de manzanilla para que la hinchazón de sus piernas bajara. Alessia lo tomó a regañadientes, y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no escupirlo. Kelian acariciaba su cabello en un intento fallido de calmarla, y le daba ánimos.

—Muy bien, Su Majestad, ahora, puje, puje, puje.

Alessia obedeció, y sintió como si todos sus músculos se desgarraran al mismo tiempo. Jadeó y unas lágrimas brotaron de sus cansados ojos. Trató de reponerse, pero el dolor era insoportable. Danyela volvió a pedirle que pujara, y de nuevo sintió el mismo dolor.

—Vamos, Su Majestad, ya casi sale el bebé. Puje otra vez.

Gimió y volvió a esforzarse más y más. Por fin escuchó un llanto, y supo que su primer bebé había nacido. Recostó su cabeza en la almohada, sintiendo cierto alivio.

Danyela cortó el cordón umbilical. Limpió al bebé, que era una niña, y la colocó en una suave cuna, cubierta con una manta. Una vez supo que estaba protegida del frío, volvió para revisar a la mamá.

—La felicito, Su Majestad. Ha dado a luz a una niña. Pero creo que por aquí viene su hermana o su hermano. Puje ahora, ya le falta poco para salir.

La reina pujó de nuevo, y luego de unos cuantos intentos, el bebé nació, chillando al sentirse parte del mundo por primera vez.

— ¡Es otra niña! —exclamó Danyela. Cortó su cordón umbilical y luego de limpiarla, la cubrió con una manta y la puso al lado de su hermana.

Alessia suspiró aliviada. Ya el suplicio había terminado, y venía la mejor parte: conocer a sus hijas. Kelian ya se le había adelantado y tenía entre sus brazos a la primera bebé. La mecía de lado a lado, y le susurraba palabras cariñosas.

—Danyela, ¿puedes traerme a la otra nena para conocerla? —pidió Alessia, con voz apagada debido a la falta de sueño.

—Aquí la tiene, Su Majestad —respondió, depositando con cuidado a la recién nacida en los brazos de su madre.

The Crying Game (The Games #1) #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora