III

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《Las gemelas en multimedia》

-Gracias por venir a ayudarme, Elena.-le agradezco mientras subimos hasta mi habitación.-No sabría que hacer con todo esto.

-No hay de que.-sonríe abriendo la puerta.-Me gusta ayudar.

Veo como agarra un par de cajas y yo hago lo mismo para bajarlas hasta la furgoneta donde nos espera mi madre.
Hacemos un par de viajes más y luego nos montamos en el vehículo dejando mi casa atrás.

Son varios minutos lo que tardamos en llegar a una enorme urbanización y otros cuantos hasta parar al frente de la enorme casa de Elena.

Juan sale nada más vernos llegar y nos ayuda a entrar todo, y de nuevo, con ayuda de Elena, consigo subir mis cosas a la que será mi nueva habitación.

Guardo todo muy rápido,todo, pero es normal porque tengo muy poca ropa.
La mitad del armario está vacío y eso me incómoda, pero que más da.

Dejo la entrada platinum que me regaló Alvaro para el concierto de mañana en el escritorio y veo como Elena la observa.

-Yo también voy.-sonríe.-Pero en general.

-¿Enserio?-me muerdo el labio y ella asiente.-¿No tenéis una especie de pase vip o algo?

-Sí, pero es para estar a un lado del escenario y prefiero verlo desde atrás.-admite.-¿Que te vas poner?

-No tengo ni la menor idea.-suspiro.-Soy un completo desastre.

-¡A comer!-gritan desde el piso de abajo y doy un suspiro.

-Vale, pues esta tarde elegimos la ropa.-sonríe.-Tienes que causarles buena impresión.-ríe.-Aunque bueno, eres preciosa, en cuento te vean les encantarás.

La veo salir con una sonrisa divertida pintada en el rostro y sonrío medianamente mientras la sigo por las escaleras.

Miriam ya está sentada en una de las sillas, mirando el móvil y sin ni siquiera levantar la vista.
Juan aparece enseguida y toma asiento a su lado, después nosotras, y luego mamá sirve los platos.

-¡Está riquísimo señora Martínez!-celebra Elena dandole un buen bocado al estofado que acaba de preparar.

-Puedes llamarme Ana.-aclara sonríente.-Kaila, come.

Arrugo la nariz como señal de asco y me mira mal.
Odio el estofado por encima de todo,pero claro, es lo único que de verdad sabe cocinar y tenía que hacerlo.

-No me gusta.-replico y Elena me mira como si estuviera loca o algo.-Ya lo sabes.

Resopla desesperada y pincho un poco de ensalada que hay en el centro de la mesa.

-¿Te lo vas a comer?-pregunta Elena tras averse acabado el suyo.

-No.-río dándoselo.-Para ti, zampabollos.

Mi madre parece sorprendida por la confianza con la que me dirijo a la chica pero luego sonríe porque cae en que puede que ella pueda llegar a ser una amiga, y eso le gusta. Y a mi.

Acabamos muy rápido de comer, al menos yo, que solo he picado algo y me he comido una manzana como postre.
Sigo a Elena hasta la nevera y saca dos helados de chocolate con leche. No se como come tanto y no engorda,lo juro.

Salimos al jardín a tomar el sol y a aprovechar el mes que queda de verano y me encuentro con una gran piscina.
Se tumba en una tumbona y yo hago lo mismo en la de al lado.

-Ahí suele tumbarse Jesús.-me dice y me sorprendo.-Espero que no te de un ataque o algo parecido.

-Tranquila.-sonrío.-Soy una fan civilizada.

La oigo reír y joder, tiene una risa muy graciosa, parece que se haya tragado una cabra y un cerdo, los dos a la vez.
Comienzo a descojonarme y ella sigue riendo ante mi reacción.
Dios, no puedo con mi vida.

-Ay Elena.-me quito las lágrimas que han comenzado a salir por el ataque.-Tía, enserio, me muero.

-Tu también no, por favor.-se tapa la boca para no reir de nuevo.-Mis amigos me llaman porqui.-admite con sinceridad.-Así que, hazme el favor y no me llames tu también así ahora que conoces mi lado oscuro.

-Oh, ni hablar.-sonrío dejándome caer de nuevo en la amaca.-Yo te voy a buscar un nombre más original.-doy una suave risilla y levanta las cejas divertida.-A ver que piense.-me hago la interesante.-Vale, ya está.-suspiro.-Te voy a llamar...cerdicabra.

Se estampa las manos contra la cara y niega con la cabeza riendo débilmente.

-Eso no es original.-me mira de reojo.-Y dios mio, no puedo creerme que haya tenido esta conversación también con Dani.-sonríe.-Idéntica, lo juro.

-Todo se pega.-sonrío centrando mi vista en el delicioso chocolate.

Le doy un lametón al helado que se estaba derritiendo y suspiro intentando relajar todo mi cuerpo después de este subidón.

-Bueno.-se levanta después de unos cuantos minutos en silencio.-Tenemos que buscarte algo para el concierto.-tira de mi.-Y con lo indecisa que soy, tienes el riesgo a pasarte toda la tarde ahí metida cambiándote de ropa.

Frunzo las cejas con una sonrisa divertida y la sigo hasta mi habitación.
Empecemos.

...

-¡Ves!-alzo la voz después de haberme probado como diez conjuntos.-¡No puede ser que siendo las ocho de la tarde no tenga ropa para el concierto!

-Relájate, Kaila.-me pide Alvaro, al que hemos llamado para que nos ayude, y que, parece ser que le ha caído muy bien a las gemelas, sobre todo a Miriam, que ha entrado como ocho veces a preguntarnos que si queríamos merendar.

-Vale.-se levanta de la cama Elena.-Es hora de explorar mi armario.

La miro frunciendo el ceño y me señala.

-No voy a aceptar un no por respuesta.-me advierte.-Venga, mover esos culos tan hermosos y seguidme.

-Vale, vale, lo que tú digas, cerdicabra.-sonrío divertida y ella se gira para mirarme mal.-Perdón, perdón.

Cruzamos el enorme pasillo hasta que entramos en su gran cuarto, y abrimos el armario para analizar cada prenda de ropa.

-Vale, vestido ya lo hemos tachado.-dice para ella.-No queremos que se te vea  el conejo.-bromea y ruedo los ojos divertida.-Falda.

-Dios.-me estampo las manos contra la cara.-Elena de mi vida, la falda y el vestido...

-Calla.-me mira.-He dicho falda.-sonríe un poco.-Hazme caso, soy la mejor.

-Esta bién.-me cruzo de brazos.-¿Que se supone que me vas a poner?

Eres el punto débil que me hace fuerte.{Gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora