"Anoche casi muero de miedo, y de ganas. Sobre todo de ganas, tienes que saberlo.
Debían de ser las tres de la mañana y yo estaba en la cama leyendo mi último libro de una gran saga, empezó a soplar el viento y a él, se unieron unos cuantos sonidos de portazos y ventanas. También un apagón de luz. De repente, en el piso de abajo, comenzó a sonar el teléfono. Yo, que normalmente me escondo bajo las sábanas hasta que pasa la tormenta, caí en la cuenta de que nadie vendría a ayudarme, a calmarme y decirme lo idiotamente cobardica que puedo llegar a ser. Así que cogí aire, valor, y encendí la linterna de mi móvil.
Mientras bajaba las escaleras agarrada a mi propio pecho pensaba en la inmensa cantidad de criaturas que podrían haber en aquella habitación oscura, los típicos monstruos imaginarios, o quizá alguien que viene a robar, y entonces, lo comprendí. Comprendí que ya no me asustan tanto los ruidos extraños que hace la noche, que el frío puede quemar una piel desnuda y que tu nombre es la solución a todos mis miedos. Bajaba las escaleras, temblaba, y pensaba en ti. En cómo sería tocar tus manos, en qué me convertiría si pudiese alcanzar tus labios y en cómo sería decirte que me tienes completamente loca y que no sé qué has hecho para conseguir eso.
Nunca nadie lo había logrado.
Y mientras pensaba esto, dejaban de existir los monstruos, los ladrones, las películas de miedo y las muchas otras que mi cabeza había creado. Porque estabas tú, aunque no estuvieras, y eso me bastaba para dar un paso más. Y otro. Y otro. Y llegar a esa habitación sin luz y buscar a oscuras el maldito teléfono que minutos antes había echo que mis nervios se activarán.
Se me hacía duro dormir sola, mamá no estaba y Matt se había ido de fiesta.
Pero ahí estaba yo. Y tú, en mi cabeza. Y en mi pecho y en mis manos y en cada una de estas palabras que dudo mucho que leas, pero ahí estabas tú. Y eso me basta. Me basta porque me hiciste pensar que ahora que te conozco no podría pasarme nada, no hasta alcanzarte, y aún no te he alcanzado.
Pero lo haré. Y entonces tendré que buscarme otro antídoto contra el miedo, los fantasmas y los muy diversos seres que alimentan mi maldita imaginación, pero hasta entonces y de momento, haces desaparecer mis pesadillas, te has instalado en mi corazón y puedo bajar las escaleras a oscuras, en mitad de la noche, y contigo en mi cabeza.
Y eso, me basta, ya lo creo que me basta."Sonrío como un tonto doblando el papel cuidadosamente y volviendo a meterlo en el sobre.
Jamás había llegado a leer cartas que fueran diario, que expresaran tantas cosas como que podemos ayudar a la gente en cosas pequeñas y en tan grandes como a superar miedos.
Y en esta carta básicamente me cuenta que le ayudo a superar miedos, y que conocerme solo es otro miedo que tiene que superar.
Me muerdo el labio levantándome y guardándome en el bolsillo las distintas cartas que quedan.Entró en el salón viendo cómo Miriam se ha quedado dormida en el regazo de Álvaro y cómo Dani y Elena cuchichean algo que no logro entender.
-Por fin.-suspira Dani levantándose al verme.-Es hora de irnos.
-Si, y yo.-se levanta Álvaro intentando no despertar a Miriam.
-¿Mañana nos vemos?-pregunta Elena, levantándose para acompañarnos a la puerta.
-Claro, ¿os venís a nuestra piscina?-propongo metiéndome las manos a los bolsillos para asegurarme de que sigo llevando las cartas.
-Allí estaremos.-sonríe.-Buenas noches chicos.-se despide cerrando la puerta y comenzamos a andar en silencio.
-Álvaro.-llamo su atención.-¿Tú conoces mucho a Kaila, no?
-Es como mi hermana.-sonríe y me muerdo el labio nervioso.-¿Por qué?
-Veras...-murmuro.-Al llevarla a la cama, he encontrado unas cartas y...
-No me jodas.-me corta.-¿Las has leído?
-No.-miento bajo su interrogante mirada.-Quizá un poco.-suspiro y niega con la cabeza.-Solo una, ¿vale?, ponía mi nombre, y bueno, era para mí, ¿no?
-Dios.-se estampa las manos en la cara y Dani se ríe.-Tio la has cagado.-lo miro y resopla.-Puede que sí sean para ti pero si no te las ha dado ella es por algo.
-Pero...
-Pero nada Jesús, mira, esas cartas las ha escrito durante todo este tiempo, jamás se imaginaria que podría acabar siendo parte de vuestra vida.-asiento.-Ahora que os conoce, y que ella se está dejando conocer, que sepáis lo mucho que significáis para ella no creo que sea buena idea.-sonríe un poco.-Quiero decir, que os lo demostrará poco a poco, pero leer las cartas que escribió siendo una fan no ayuda.
-En menudos líos te metes tu solo.-se burla Dani chocándole la mano a Álvaro.-Sí quieres arreglarlo, dile que las has leído.
-Me matará.-sonrío de lado.
-Puede.-se ríe el chico.-Pero le habrás dicho la verdad y eso le gustará.-asiento decidido.-Odia que le mientan.
*********
Frunzo el ceño ante los dos bikinis.
-El blanco.-señalo y asiente coqueta.-¿Puedo hacerte una pregunta?
-Claro.-dice quitándose la camiseta de pijama de espaldas a mi.
-¿Entre tú y Dani hay algo?-pregunto mordiéndome el labio divertida y Elena se gira para mirarme como si estuviera loca.
-No.-dice seria.-Amistad y ya.
-Si claro.-digo irónica levantándome para ponerme el otro bikini.-Se nota a quilómetros que os queréis.
-No digas tonterías.-refunfuña.-No creo que teniendo a todas las chicas que tiene detrás de dije justamente en mi.
-¿Y porque no?-la miro mal.-Eres jodidamente guapa, Elena.-se ríe irónica.-Va enserio, y lo veo yo y lo ve él, se nota que le gustas.-le miro fijamente.-Y que te gusta.
-No.-intenta ocultar su sonrisa y me río.-Kaila no.
-A mí no me mientes.-canturreo.
-Cansina.-se ríe y le sonrío.
-Puede que lo sea, pero escúchame una última vez.-le miro y rueda los ojos.-Deja de mentirte a ti misma.
ESTÁS LEYENDO
Eres el punto débil que me hace fuerte.{Gemeliers}
Hayran KurguQuizás solo se trate de encontrar a quién te sigue mirando cuando tu cierras los ojos.