El primer rayo del sol salió por la mañana. Yo como siempre estaba tumbada en el colchón hecho pedazos con las mantas tiradas por el suelo. Mi hermana seguía durmiendo al lado mía. Me incorporé rápidamente del colchón. Miré por el pequeño agujero de la puerta. Nada, absolutamente nada. Ningún zombie andaba por ahí. Fui a desayunar. Cada día quedaba menos comida y mi hermana y yo sabíamos que teníamos que ir tarde o temprano a coger lo que quedaba en las tiendas. No sabía si eramos las únicas supervivientes pero eso era lo de menos. Me trague rápidamente la leche y los cereales. Lavé el cuenco y me fui a duchar. Estaba tan absorta en mis pensamientos q no escuché a mi hermana levantarse.
-¡Bu!
Del susto, me resbalé y me caí de culo. Miré a mi hermana con expresión dolorida mientras ella se reía a carcajadas.
-¡Estás enferma de la cabeza! ¡Eres gilipollas!. ¡Más tonta no naces!-le grité furiosa.
-De tal palo tal astilla hermanita -dijo, con una sonrisita burlona.
-A veces me dan ganas de matarte- le dije con cara de asesina.
-Anda anda, si no fuera por mí serías una zombie muy fea.
-Bueno... Era un decir mujer. Ya sabes que te debo mucho.
-No me debes nada, sólo te pude salvar a ti y podría salvar a papá y a mamá y ahora por mi culpa son...
-¡Shhh! Calla, no digas tonterías por lo menos me salvaste y no es tu culpa que sean esos monstruos come sesos.
-Ana, tú no lo entiendes. Tú no los viste delante de ti como se convertían en esos monstruos.
-¡Por qué no me dejaste! ¡Me obligaste ir a la cama mientras tú mirabas por la puerta!
-Paso de este tema. Aún te queda por madurar.
-Tengo 16 años Marina, no soy tan pequeña y lo de nuestros padres pasó hace ya 4 años. No pudiste hacer otra cosa no te culpes de eso.
-Me voy a la ducha.
Se levantó y se fue. Aunque quiero mucho a mi hermana a veces me dan ganas de matarla. Siempre con la misma historia. Eso sí le debo mi vida. Gracias a ella estoy aquí viva. Cuando ella tenía 18 años fue a la mili, allí aprendió muchas cosas de supervivencia por eso estamos aquí vivas, aisladas de esos monstruos. Aunque anden lentos, si son muchos, es imposible escapar de ellos. Les atrae el sonido, por eso los matamos con palos y con flechas. Siempre hay que darle en la cabeza sino no se mueren.
-Ana-Me llamó mi hermana-Ven.
-Voy.
Fui a la habitación donde procedía su voz.
-Dime.
-Ana, sabes que nos estamos quedando sin comida, ¿no?
-Sí.
-Bien, pues tendremos que ir mañana a la mañana, ya sabes que a la noche están más activos.
-Vale.
-Bueno, descansa para mañana, te quiero
-Yo más Marina.
Me fui a ver por la ventana. Estaba anocheciendo. Ya salían los zombies. Me alejé de la ventana. No soportaba verlos. Me metí en el colchón y me quedé dormida.
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Apocalipsis
ActionAna, una joven de 16 años de edad es abandonada junto a su hermana, cuando tenía 12 años, en su casa rodeada de zombies