Capítulo XIX

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Abrí los ojos lentamente, y en frente, estaba Bruno durmiendo plácidamente, y yo estaba acurrucada a su lado. Miré el reloj, eran las 10 de la mañana. Le di un beso en la frente y me fui a la cocina, estaba hambrienta. Cogí la leche y la calenté. Mientras se calentaba la leche, me miré mi pijama, solo llevaba una camiseta corta, no llevaba pantalón. Me puse colorada, no me acordaba de que me lo había quitado a media noche por el calor que hacía. "Bah, total la camiseta es demasiado larga y no se me ve nada"
*Piiii*
Ya estaba la leche, la recogí, la metí en un cuenco y la llené de cereales. Me los zampé rápidamente y me fui al salón. Me recosté en el sofá. Me metí profundamente en mis pensamientos. No me podía creer lo de mis padres. Yo les quería mucho y los sigo queriendo, pero, ya nunca sería lo mismo.
-Buenos días, cariño.
Me levanté y vi como Bruno pasaba en calzoncillos por el salón.
-Buenos días ¿No sabes ponerte pantalones? -dije colorada.
-Yo te pregunto lo mismo -me dijo mientras me miraba.
-Bueno, por lo menos llevo camiseta y no se me ve nada -dije bajándome más la camiseta.
-¿Siempre tienes que tener tú la razón no?
-Pues claro -le dije mientras le sonreía.
Se metió en la cocina y fue a calentar la leche. Me levanté y fui rápidamente a la cocina. Le abracé por la espalda. En mis manos notaba su marcada tableta que tanto me gustaba.
-Hoy tenemos que ir a junto tus padres.
-Lo sé.
-No quiero que hagas esto, no quiero que corras peligro, ¿Qué haré yo si te transforman y en realidad no hay cura?
-Si eso pasase yo querría que me mataras.
-Eso nunca.
-No quiero ser un monstruo -dije con la voz entrecortada.
-Pero eso no te pasará si estoy a tu lado, no voy a dejar que te pase nada.
-Yo tampoco quiero que te pase nada.
-Confía en mí no nos pasará nada, te lo prometo.
*Piii*
Le solté para que cogiera la leche y se sentara. Me senté a su lado y esperé a que terminara. Nunca me cansaría de verle, sus ojos color cielo que me miraban tiernamente y su pelo del color del trigo despeinado. Tenía los brazos musculados y las piernas de fibra "Se notaba que iba a boxeo"
-Ana, hoy tengo que dormir en mi casa, ya llevo muchos días aquí.
-Jo -dije,poniendo morritos.
-Lo siento -dijo apenado.
-No pasa nada, lo comprendo -le dije mientras le sonreía.
Me devolvió la sonrisa y siguió zampando sus cereales.
Mientras le miraba, escuché que la puerta principal se abría.
-¿Marina? -preguntamos a la vez.
-No, soy Diana.
Me levanté rápidamente hacia la puerta. Le enrosqué mis brazos por su cuello. Su pelo me acariciaba la mejilla suavemente, olía a melocotón.
-¡Cuánto tiempo, te he echado de menos! -le dije mientras la soltaba.
-Y yo a ti, por eso vine -me dijo sonriente.
-¿Y los demás?
-Vendrán más tarde, tienen recados que hacer. Ya que escuchamos que vais a capturar un zombie.
-¿Cómo os habéis enterado? -dije con los ojos como platos.
-Bueno...pasábamos por allí y....-dijo casi susurrando.
-¡Es muy peligroso! No puedo dejar que vengáis.
-Yo creo que serían de buena ayuda -dijo Bruno mientras se acercaba a nosotras. Al parecer había escuchado nuestra conversación.
-Pero....
-Pero nada, además que vamos a entrenar y veremos si están de buena forma -me interrumpió Bruno.
-Está bien...
-¡Genial! -gritaron de júbilo mientras se chocaban los puños.
Suspiré.
Estuvimos hablando toda la mañana hasta que llegaron todos.
-Bueno ¿nos vamos? -pregunté mientras les miraba.
Asintieron.
-Pues en marcha -dije decidida.

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