Capítulo XXIV

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-¡Qué bien huele!-exclamó Bruno.- Me encanta la pizza con sabor a barbacoa.

-A mí la pizza con piña-dije mientras sacaba la pizza del horno.

Acto seguido, Bruno me cogió obligándome a enroscar mis piernas en sus caderas y me llevó al sofá, colocándose encima de mí.

-No debería ni dejarte vivir por ese comentario-me dijo fulminándome con la mirada.

-¿A ti no te gusta?-pregunté extrañada.

-Para nada. Tienes un gusto espantoso Ana. De verdad, no sé ni cómo te gusta-dijo poniendo una mueca de asco.

-Puede ser que tenga un gusto espantoso, al fin y al cabo estoy saliendo contigo-dije riéndome.

-Vale, vale, luego no me vengas- dijo levantándose y sentándose en la silla de la cocina.

Me incorporé y analicé su expresión, estaba de brazos cruzados, intentando no mirarme. Me acerqué a él, me puse encima de sus piernas y enrosqué mis brazos alrededor se su cuello. Al ver que ni se inmutaba, me acerqué a su cuello y le empecé a dar besos desde detrás de la oreja hacia sus hombros. Sonreí contra su cuello cuando noté que se estremecía a cada beso que le daba.

-Joder Ana-me dijo suspirando.- Sabes que eso es mi debilidad.

Acto seguido, me estrechó contra su cuerpo y me besó salvajemente. Me estremecí cuando pasó sus manos por dentro de mi camiseta acariciándome la espalda y haciéndose paso con su lengua para rozar la mía. Tenía que admitir que besaba muy bien, me volvía loca sus besos y sus caricias, tanto, que no era consciente de mí misma. Se levantó conmigo en brazos, aún sin separarse de mi boca, y me colocó suavemente en el sofá. Se quedó mirándome con ojos deseosos y, no pude contenerme a enroscar mis brazos en torno a su cuello y besarlo fieramente. Me tocaba todo mi cuerpo con suaves caricias y no pude contenerme a soltar un gemido. Su boca se separó de la mía y se dirigió a mi cuello para besarlo mientras que su mano me acariciaba la barriga. Solté un suspiro, tenía la sensación de que todo esto estaba mal, que era demasiado pronto para que ocurriera algo más entre nosotros pero, no pude impedir que su mano bajase hasta mi parte innombrable. Me besó mientras que su dedo se hacía paso y se introdujo dentro de mí. La sensación de placer me inundó y solté otro gemido contra su boca.

-¿Qué tal te sientes?-me dijo mientras me miraba con sus ojos azules deseosos y llenos de júbilo.

-Ge-ni-al-intenté responderle.

Volvió a acercarse a mi cuello, besándome cada milímetro de mi cuello y me mordió suavemente la oreja. Suspiré y coloqué mis manos en su espalda agarrándome del placer. Estaba colorada y sentía que me hervía la sangre. Era la primera vez que sentía esto y no quería por nada del mundo que terminara.

-Te quiero-me susurró a la oreja.

-Y... yo... a...ti...-dije jadeando.

Sus dedos se movieron más rápido dentro de mí, llegué al orgasmo y paró, dejándome vacía.

-¿Te gustó?-me preguntó orgulloso.

-Me encantó-le respondí satisfecha, envolviéndole entre mis brazos.

-Venga cariño, vamos a cenar que seguramente esté la pizza ya fría.

-¡Mierda! Se me había olvidado-dije con un tono amargo.

-Si no pasa nada, cielo. En definitiva me gusta más verte así que la pizza, y más si es por mí el motivo.

Me sonrojé y bajé mi mirada al suelo, "a saber que cara tenía hace unos segundos".

-No te avergüences, tengo suerte en ser el primero y espero que el último en verte así, eres preciosa-me dijo acariciándome la mejilla y obligándome a ver sus preciosos ojos azules.

Le sonreí y nos fuimos a la cocina a comernos la pizza. Estaba feliz al estar a su lado, siempre me sacaba una sonrisa, sabía que nunca me iba a hacer daño y que siempre me protegería. Estaba enamorada de verdad y siempre lo estaría de aquel perfecto chico que tenía delante. Recogí los platos y nos metimos en la cama a dormir, mañana teníamos que volver al laboratorio para saber si aún había esperanza de que volviera todo como antes.

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⏰ Última actualización: Apr 10, 2020 ⏰

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