Capítulo XVIII

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-Necesitamos que vosotros cojáis un zombie y lo traigáis aquí para ver si la cura funciona -. Dijo mi madre esperando una respuesta.
-Pero eso es muy peligroso...¡nos puede convertir también! -. Dijo mi hermana.
-Marina tiene razón -. Dijimos al unísono Bruno y yo.
-Lo que hemos pensado es que os convertiríamos en zombies durante una hora -. Dijo mi padre.
-Bueno...creo que tendremos que pensarlo, mañana volveremos y os diremos la respuesta -. Dije seriamente.
-De acuerdo -. Respondió mi madre con una sonrisita.
-Adiós -. Dijimos al unísono.
-Hasta luego -. Dijeron mi padre y mi madre.
Dimos media vuelta. Miré para mi hermana y tenía la mirada fija en el suelo. Miré a Bruno, estaba igual que mi hermana. Todo el paseo estuvieron así, mirando al suelo y sin decir nada. Cuando al fin llegamos a casa, los tres fuimos al salón para hablar.
-Bueno, ¿que os parece el plan de Melinda y Antonio? -. Comenzó mi hermana.
-Bueno, yo creo que no tendremos ningún problema ya que estuvimos 4 años sobreviviendo en nuestra casa. Ahora no sé como es Bruno luchando.
-Yo soy bueno luchando, iba a boxeo antes de que pasara todo esto. Pero ahora estoy un poco oxidado. Yo creo que deberíamos prepararnos. Tenemos que mejorar la carrera y las técnicas de pelea y lo más importante, técnicas para coger a los zombies rápidamente.
-Es buena idea. -dijimos al unísono.
-Mañana iremos allí y le diremos que necesitamos prepararnos.
Asentimos.
Miré el reloj eran las 6 de la tarde.
-Bueno voy a junto Brais -. Dijo mi hermana.
-¿Quién es Brais? -pregunté curiosa.
-¿Sabes el chico que me invitó hace unos días a su casa?
Asentí.
-Pues Brais es ese. Estamos saliendo desde hace dos días, pero no te lo pude decir porque seguías inconsciente.
-Bueno luego ya me contarás. Ahora vete y diviértete.
-Chao chicos -. Dijo despidiéndose de nosotros.
-Hasta luego -. Dijimos al unísono.
Dio media vuelta y salió de casa.
Miré a Bruno, parecía cansado, estaba lleno de ojeras.
-Bruno, ¿y esas ojeras?
-Cuando estabas inconsciente no pude dormir bien....tenía miedo de que no despertaras...
-No te tendrías que preocupar por mí -dije cabizbaja.
-¿Por qué no?
-No me gusta que se preocupen por mí, me siento culpable. Tendrías que preocuparte por algo que importase de verdad.
Bruno dio un paso adelante, más cerca de mí.
-Tú me importas más que cualquier persona -. Dijo acariciando mi pómulo con su mano.
Sonreí mientras me ponía roja.
-Estás ardiendo. ¿Te has puesto roja o es que tienes calor? -. Dijo mientras reía a carcajadas.
-¡Cállate! -. Dije enfurruñada mientras me sentaba en el sofá con los brazos cruzados en el pecho.
-Pareces una niña pequeña -. Dijo mientras se reía y se ponía a mi lado.
-Pues sí, soy una niña pequeña -. Dije mientras fruncía el ceño.
-No te enfades -. Dijo dulcemente con una voz suplicante.
No le contesté, me limité a mirar hacia delante, pero sentía que me estaba observando. Se acercó un poco más, pero seguía sin inmutarme. Se inclinó para darme un beso en la mejilla, pero yo lo paré poniendo mi mano en su boca. Abrió la boca y me restregó la lengua por mi mano.
-¡Qué asco! ¡Eres un asqueroso! -. Dije mientras me limpiaba en su camiseta.
-Seré asqueroso, pero tú me quieres. -. Dijo con una sonrisita burlona.
-No, ya no te quiero -dije fríamente.
-¿Ah no?
Negué con la cabeza.
-Bueno pues no me quedo a dormir. Chao me voy a mi casa -. Dijo con un tono enfadado.
No pude evitar mirarle, tenía el ceño fruncido, parecía enfadado de verdad. Cuando iba a abrir la puerta, corrí hacia él mientras le abrazaba por la espalda y hundía mi cabeza en su espalda.
-No te quiero, te amo -. Dije susurrando.
Se dio la vuelta y me abrazó. Cerré los ojos. Estaba tan cómoda en sus brazos....
-No me faltes por favor -. Me dijo con ojos suplicantes.
-Siempre estaré a tu lado -le dije mientras le miraba tiernamente.
Se acercó cada vez más hasta quedar en un centímetro de distancia. Sonreí y el me devolvió la sonrisa. Me besó dulcemente en los labios. Sentía que la sangre me hervía por mis venas. Me cogió al colo y yo enrosqué mis piernas en su cadera. Me llevó al sofá, me cogió por las piernas, cogiéndome como a una princesa, y se sentó conmigo encima.
-Ahora soy más alta que tú -. Dije con una sonrisa.
-Bueno cuando me levante habrás encogido.
-Gracias por quitarme la ilusión.
-De nada -. Dijo con una sonrisa.
-Eres idiota, ¿lo sabías?
-Creo que sí, como siempre me lo estás diciendo....
Sonreí y le di un beso en sus labios.
-Vamos a la habitación.
-¿Para qué? -pregunté extrañada.
No me respondió. Me cogió en brazos mientras se levantaba y se dirigía a la habitación. Me acostó en el colchón y se puso encima mía. "¿Pero qué está haciendo?" pensé mientras se acercaba a mi poco a poco. Me dio un beso en la frente.
-Buenas noches mi princesa.
Y se puso a mi lado.
-¿Cómo que buenas noches?
-Ana, son las 9 de la noche.
-¡¿Ya!?
-Sí.
-Qué rápido pasó el tiempo.
-Ya.
-¿Estás cansado verdad?
-Mucho.
-Que duermas bien, te quiero.
-Yo más -dijo mientras me abrazaba y apoyaba su cabeza en la mía. Cerré los ojos, no estaba cansada pero sin embargo esa seguridad que me daba Bruno, hizo que me durmiera plácidamente.

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