Capítulo VIII

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-Esta es vuestra casita. Es pequeña pero acogedora.-nos dijo Diana con una cálida sonrisa.
-Gracias, es muy bonita.-le dijo mi hermana.
-Bueno ya nos veremos luego.-se despidió de nosotras con un beso en la mejilla.
-Chaoo.-dijimos al unísono.
Entramos, había tres habitaciones. Una estaba llena de colchones con mantas. En otra estaba el baño. Y en la otra había un mueble lleno d comida y una mesa con cuatro sillas.
-Bueno, nos tendremos que cambiar, o ¿quieres ir así?
Me miré la ropa. La camiseta que se suponía que era blanca ahora estaba gris, mi chaqueta rosa estaba lleno de manchas marrones y mi pantalón vaquero tenía agujeros en las rodillas que dejaban al descubierto mis rodillas llenos de arañados y rasguños.
-No, me ducho y me voy a cambiar.
Cogí la ropa. Me duché y me cambié. Olí mi alrededor, olía a menta por mi champú. Ahora llevaba puesto una camiseta corta de color azul clarito (este color me hacía recordar a los ojos de Bruno)que me dejaba al descubierto la barriga y que ponía "MONSTER" y mi pantalón vaquero ceñido.
-Me encanta como vas vestida.-me dijo Marina.
Miré a mi hermana, tenía una camiseta de asas de color negro y llevaba un pantalón blanco.
-Lo mismo digo.-dije alucinada.
-Vamos a ver las tiendas de ropa.
-¡Siii!-dije emocionada.
Salimos de la casa. Por donde pasábamos, la gente se nos quedaba mirando. "¿Será que esta ropa no se ve por aquí?"
Por fin, encontramos un mercado donde hacían ropa. Miré la ropa, era muy bonita. Yo cogí dos pantalones; uno negro y el otro azul clarito, dos camisetas de manga corta;una negra y otra amarilla, una chaqueta con capucha de color blanco,un vestido de copa en forma de corazón y por último, unos tenis.
Y mi hermana una camiseta, dos pantalones del mismo color y unos tenis.
Le dimos el dinero(que teníamos en caso de emergencia) y nos fuimos. Estaba pensando en que ropa llevaría mañana para Bruno que no vi a las personas que tenía delante.
-¡Ay!-gritaron las dos.
-¡Lo siento! No miraba por donde iba....
Levanté la cabeza, esas dos personas me sonaban. "No puede ser"-pensé con la boca abierta cuando me di cuenta quienes eras esas dos personas que las conocía de toda la vida.

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