Capítulo IV

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Abracé a mi hermana con todas mis fuerzas, cerré los ojos y esperé a que esto se terminara de una vez. Le mojé la camiseta de mis lágrimas saladas que caían como cataratas. Olía el olor de zombie, repugnante. Cada segundo olía más y más y sentía que estaban cada vez más cerca. Sentí como un zombie de acercaba a mí ansioso por morderme. Pero se paró de repente, abrí los ojos, miré a mi hermana que había girado la cabeza. Mis ojos se movieron hasta la dirección donde miraba mi hermana y entonces lo comprendí. Estaba un coche con dos personas dentro llevándose a todos los zombies por delante.
–Pero que....–dije impresionada.
–¡Rápido, subid!–nos ordenó una voz femenina.
Mi hermana me empujó hasta dentro del coche y nos metimos en la parte trasera del coche. Dimos media vuelta, en la dirección opuesta para ir a nuestra casa.
–¿Quienes sois? ¿A dónde nos llevais?
–Yo soy Diana, tengo 15 años. Y este es mi padre George. Nos dirigimos a un refugio donde estamos aislados de los zombies.–dijo la chica que nos había ordenado subir.
–Encantado.–dijo George
–Igualmente–dijimos al unísono.
–Bueno,¿ Y vosotras como os llamáis?
Se giró para vernos mejor, tenía una peculiar cara inocente, tenía una larga melena, oscura, color del carbón y el flequillo le caía en la frente. Sus ojos color chocolate tenían un peculiar  brillo de curiosidad por nosotras. Finalmente, respondí:
–Yo soy Ana , tengo 16 años y ella es mi hermana , Marina, ella tiene 23 años.
–Tenéis suerte que hemos pasado por aquí. –dijo George.–Sino seríais zombies.
–Muchas gracias, no sabríamos que pasaría si no estuvierais por aquí.
–No hay de que. Cuantas más personas mejor , ¿no?–nos sonrió con una sonrisa cálida.
Mis sentimientos cambiaron, aquellas personas que acababa de conocer me inspiraban una gran tranquilidad....que quedé rendida en los brazos de mi hermana,ya que, ese viaje duraría bastante tiempo.

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