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—¡Me muero de la envidiaaaaaa! —gritó Heechul mientras la seguía por su pequeño apartamento, desquiciándola con sus constantes alaridos—. ¡Me muero de la envidiaaaaaa! —repitió entusiasmado como si le hubiera tocado el premio gordo de la lotería.

Desde que habían salido del trabajo, él no había hecho otra cosa que atosigarla, con gritos, exclamaciones y demás expresiones de júbilo, y _____________, que al principio lo ignoraba, estaba a punto de mandarlo a la mierda y no volver a hablarle. Por plasta.

—Estás de un pesadito... —se quejó al situarse tras la barra de la cocina y empezar a sacar cacharros con la idea de preparar la cena para dos; sin embargo, empezaba a considerar la idea de dejarlo sin alimentos a ver si así él abandonaba de una maldita vez su particular cruzada de tocapelotas, porque últimamente no hacía otra cosa.

Heechul se calló mientras ella preparaba los platos y él iba llevándolos a la mesa; de momento le convenía no exaltarla más, le daría un poco de cuartelillo pero no mucho, pues tenía varios temas de vital importancia que tratar con ella, empezando por el más obvio: lo que esa insensata era capaz de ponerse el día de la gala si él no lo impedía primero.

—A Maggie, según creo, le ha dado un ataque de histeria —comentó distraídamente al tiempo que alargaba la mano, inspeccionaba todas las piezas de fruta y elegía una para después pelar el plátano con una parsimonia desesperante, mientras la miraba a la espera de su reacción—. Ha estado llorando por todos los rincones y llamándote de todo menos bonita. —Le dio un buen bocado al plátano todo satisfecho a la vez que comenzaba a regar la semilla del ego.

_________, como era de esperar, se encogió de hombros, indiferente ante las noticias que oía, de las que por cierto ya estaba al tanto, pues Maggie, en su afán de protagonismo, había estado encerrada en el despacho de John intentando desesperadamente hacerle cambiar de opinión, sollozando, lo justo, para que su maquillaje no se echara a perder.

Por supuesto, dentro de aquella magnífica interpretación hubo miradas fulminantes dedicadas a ella en exclusiva por ocupar un puesto que según la actriz le iba grande.

—Si de mí dependiera, sabes perfectamente que ella podría ir a todas las fiestas habidas y por haber —apuntó desdeñando la invitación como si fuera un evento mortalmente aburrido o, peor aún, uno de esos actos familiares a los que se asiste por obligación.

—Ya... pero tú te has llevado el gato al agua, es decir, te has quedado con el guaperas y ella tendrá que verlo por la tele —comentó recostándose en su silla y añadió, no sin cierta malicia—: ¿Qué les das, pájara? Porque también tienes al buenorro del representante rondándote...

Ella no podía más con ese maldito tema, de ahí que se empeñara en esquivarlo con tal de evitar cotilleos malintencionados por parte de las comadrejas envidiosas como Heechul.

—¡Sólo fui a tomar un café con él! —repitió por enésima vez, aburrida de ese asunto. Como si en la productora nadie tomara un café con una visita.

Heechul fingió meditar su peregrina justificación antes de seguir pinchandola, por pura diversión, ya que le parecía estupendo que se tomara uno o mil cafés con ese tipo.

—Fíjate, al principio pensé que te habías vuelto majara, con ese aspecto de huerfanita, pero comienzo a creer que es una especie de plan retorcido —se guaseó de nuevo sin piedad—. ¿Psicología inversa?.

______________ resopló.

—No digas bobadas —le espetó poniendo los ojos en blanco ante la película que él estaba rodando en su cabeza, hecho al que era bastante aficionado, por cierto, pero en ese caso la jorobaba aún más porque quería convertirla, pese a su oposición, en la protagonista.

Quiero lo mismo que tu (Adaptación Siwon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora