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_______________ arqueó sus caderas invitándolo a continuar sin más demoras injustificadas y gimió al sentir el primer contacto, cuando él se posicionó para, sin más preámbulos, empujar con fuerza y decisión, de tal forma que se la metió hasta el fondo.

Ni siquiera se había molestado en comprobar si estaba preparada para ello, lo cual añadió a aquella escena un matiz aún más excitante.

No iba a presentar una reclamación por ello, pues, debido a su ímpetu, ese primer contacto, cuando el cuerpo se adecuó en apenas unos segundos a la invasión, resultó mucho más intenso.

—Sí —murmuró ella en voz muy bajita.

Bajo ningún concepto quería que llegara a pensar lo necesitada que estaba, lo cual, por otro lado, era bien cierto.

Él, concentrado en sí mismo, inspiró profundamente; consideró que el primer empujón era el mejor: el brusco contraste de temperatura sobre la parte más sensible de su cuerpo era lo que, a pesar de conocer el procedimiento a la perfección, siempre le resultaba tan adictivo, como si antes de follar su cerebro sufriera una especie de reset y se pusiera a cero.

Se apoyó sobre sus antebrazos dispuesto a darle al clásico misionero un poquito más de emoción, ya que, si se limitaba a empujar y frotarse, él seguramente se correría, pero dudaba mucho que a ella le ocurriera lo mismo.

—Eso es... —gruñó reacomodándose para que el suave cuero de la tapicería no resultara un factor adverso y estropeara aquello.

Sin olvidar que, por alguna extraña e irracional razón, deseaba ver la expresión de la Fea a medida que se iba acercando a su orgasmo, porque de ninguna manera iba a dejarla a medias, y eso, considerando sus antecedentes amatorios, que en la mayoría de las ocasiones podían tildarse de egoístas, ya suponía una importante diferencia.

_______________ ahogó un chillido a causa del ímpetu con el que la embestía; por desgracia, hacía demasiado tiempo que no se encontraba en una situación similar; quería controlarse, no parecer tan desesperada y que él no pensara que era un polvo por compasión, así que se mordió el labio.

—Más alto —ordenó sin perder comba al percatarse de su disimulo.

Odiaba esa contención en una mujer y no lo iba a permitir; si el chófer los oía, pues muy bien, tan sólo confirmaría lo que a buen seguro imaginó cuando le indicó que diera vueltas desviándose de su destino.

Continuó rotando su pelvis y empujándola en el proceso contra la puerta; quería oírla gritar, nada de gemidos solapados ni cosas por el estilo.

—Mmmm —consiguió decir a duras penas.

—Me gusta saber que estoy haciendo bien las cosas —gruñó él sin aminorar el ritmo.

Ella se llevó un instante la mano a la coronilla al tiempo que intentaba sujetarse de algún modo, ya que entre empujón y empujón su cuerpo iba desplazándose hacia atrás y la carrocería la limitaba bastante.

No quería acabar con un par de chichones, ya que sus envites iban cogiendo cada vez más brío; ese hombre cuando se ponía... no conocía el significado de «poco a poco».

Siwon se dio cuenta y rápidamente la recolocó una vez más,

agarrándola de las caderas para poder continuar follando sin mayores contratiempos.

—La próxima vez en una cama, como la gente decente —jadeó sin perder comba, que aquello estaba resultando una faena complicada logísticamente hablando, pero muy satisfactoria en el plano sexual.

Quiero lo mismo que tu (Adaptación Siwon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora