19

78 4 0
                                    


Lunes, 9.00 a.m., aparcamiento.

—Definitivamente hoy pareces la hormiga atómica.

_______________ se bajó de la moto con cierta dificultad debido a su atuendo, poco apropiado para ir sobre dos ruedas, se quitó el casco y se lo pasó de malas maneras a su admirador número uno, quien llevaba veinticuatro horas de atosigamiento intensivo.

Bastante tenía ella con ese runrún interior a medida que se acercaba la hora de ir a trabajar. No necesitaba precisamente al enemigo en casa recordándole constantemente su episodio del fin de semana.

Porque Heechul, a la hora de acosar, no tenía rival, era un perro de presa, dispuesto a aburrirla con tal de sonsacar hasta el último detalle de algo de lo que no deseaba hablar.

Para eso ya estaba una vocecilla interior que no cejaba en su empeño de recordárselo, pese a los mil y un intentos de concentración que llevaba a cabo.

Y por si eso no fuera suficiente, en cuanto John la viera aparecer se dedicaría a preguntarle sobre los pormenores de la fiesta, todo con muy buena intención, desde luego, pero para ella supondría un gran esfuerzo no ponerse como un tomate.

—Es que ese «modelito» me trae por el camino de la amargura —prosiguió Heechul sin darle espacio, mientras entraban en el ascensor.

Para dar más énfasis a sus palabras, se apartó de ella tratándola cual pirada recién salida del hospital psiquiátrico.

«De acuerdo, un peto vaquero, largo hasta los pies, y una camiseta marrón no entran en ningún catálogo de tendencias», reflexionó ella mordiéndose la lengua para no darle más munición con la que atacarla.

—Mira, si tu intención es presentarte a «Granjero busca esposa», ya tienes mi voto, pero, chica, es que no le veo otra utilidad a eso. —Al decirlo señaló la prenda, sin tocarla y poniendo cara de absoluto asco.

_______________ se ajustó las gafas y prefirió concentrarse en respirar, respirar y respirar, para no responderle de forma contundente. Sonrió para sí; cuando se enterase de que tenía otro muy similar, con estampado a cuadros escoceses... iba a caerse muerto del susto y del disgusto, pero en la tienda había una oferta de dos por uno y no pudo resistirse.

Qué más daba, eran prendas bien confeccionadas, así que cumplían su misión: cubrir su desnudez, nada de marcar curvas o insinuar.

—Por lo menos lo podrías haber cortado y enseñar un poco las piernas, así tendrías esa imagen de granjera revoltosa dispuesta a ir al pajar a pasar un buen rato... Sexo campestre, ya me entiendes. —Heechul seguía al ataque.

Ni loco iba a ceder con su amiga. Se había propuesto «reformarla» y su primer objetivo iba a ser que desechara su vestuario—. Joder, es que hoy es uno de esos días en los que podrías pavonearte delante de todas las mujeres que trabajan aquí y de mí, por supuesto, restregándonos por la cara que te has tirado a...

—Baja la voz —siseó ella interrumpiéndolo; ni loca admitiría algo así en público.

Todos pensarían que lo había drogado o, lo que era peor, que él sólo había hecho un acto de caridad. O, sencillamente, que se lo estaba inventando cual fan desesperada. Y tenían suficientes argumentos para criticarla como para añadir uno más.

Ya estaba lo suficientemente mortificada con la idea de que él se fuera de la lengua para que encima Heechul lo proclamara a los cuatro vientos, cosa que se moría por hacer y que ella debía impedir.

—No te entiendo... Si yo me hubiera follado a... —riéndose ante el apuro de su amiga, miró alrededor por si tenían oyentes indiscretos al salir del ascensor— ese tipo, ahora mismo todos los aquí presentes estarían verdes de la envidia.

Quiero lo mismo que tu (Adaptación Siwon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora