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_______________ se despertó, como siempre, a primera hora; aun sabiendo que era domingo y que podía haraganear en la cama un buen rato, siempre prefería seguir una rutina. Al menos en ese aspecto no había variado ni un ápice, odiaba el desorden.

Quiso estirarse en la cama y se dio cuenta de que no podía: él seguía allí, pegado como una lapa a su espalda y roncando suavemente. Giró la cabeza y lo observó por encima del hombro, lamentando no tener el móvil a mano y sacarle una foto para use y disfrute personal.

Había que reconocerlo: maleducado, insolente, egoísta, pero

jodidamente guapo. Una combinación irresistible para toda madre superiora que cada mujer lleva dentro. Esa vocación reformadora no resultaba muy oportuna, pero debía estar grabada en el ADN femenino.

Podía ser mala y chafarle su apacible sueño, una pequeña e insignificante venganza por todos los comentarios despectivos sobre su apartamento, su cama y su decoración, porque no se había callado nada; sin embargo, prefirió no despertarlo, ya que, debido al tamaño reducido de la cama, cualquier movimiento lo alertaría y, conociéndolo, se desquitaría volviendo a la carga con su lengua afilada.

En cualquier otra situación, tener a un tipo adosado a la espalda podía considerarse de lo más normal, pero en este caso ella no quería tenerlo tan cerca.

Además, por supuesto, de conveniente, ya que un domingo por la mañana podían hacerse muchas cosas interesantes con un tipo así antes del desayuno, pero _______________ no podía ver toda aquella situación con la normalidad de otros casos.

Especialmente a medida que iba recordando punto por punto todo lo que, en un momento de locura avivada por la ingesta de alcohol y espoleada por un tipo proclive a sacarla de sus casillas, había sido capaz de hacer. Sin embargo, no podía refugiarse en una excusa tan pobre como absurda, ya que, una vez liberada, como él decía, su fiera interior, no había sido capaz de ponerle freno.

La mano de él sujetaba uno de sus pechos, del cual no se había

separado desde que optaron por apagar la luz e intentar dormir.

Y en esos momentos, si se movía, terminaría por despertarlo y lo cierto era que deseaba evitar el mal trago de no saber cómo comportarse y fingir naturalidad.

¿Cómo se comporta una ante un tipo como él, tan imprevisible y faltón como caprichoso?

No acostumbraba a tener rollos de una noche y menos aún con hombres como Siwon. Si a eso le sumabas un entorno de trabajo común, la situación sólo podía complicarse por momentos.

Pero ¿dónde había dejado su sensatez la noche anterior?

En el cubo de la basura, desde luego; al igual que en ese instante pues, a pesar de los miles de inconvenientes, debía reconocer lo bien que sentaba sentir un cuerpo caliente junto al suyo a primera hora de la mañana.

Siwon se apretó aún más contra su espalda, aferrado a su teta y dando muestras de animarse, hecho del todo contraproducente, pues complicaba su idea inicial de levantarse, ducharse y esperarlo ya vestida.

Al menos con la ropa puesta podía presentar batalla, pese a que él, en cuanto hablara, se adueñaría de la situación, dejándola, por enésima vez, desarmada.

Si ya era insoportable durante la mayor parte del día... ¿cómo se

mostraría nada más levantarse?

¿Más ofensivo?

¿Más imbécil?

¿Cariñoso?

Quiero lo mismo que tu (Adaptación Siwon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora