—¿Diga? —insistió al obtener un largo silencio como respuesta.
Miró el auricular: alguien permanecía al otro lado de la línea, pues no se oía el tono de haber cortado.
—Por lo visto lo que se dice de ti por los pasillos es cierto —murmuró una voz a sus espaldas, sobresaltándola—; eres asquerosamente eficiente—remató sin modificar ni un ápice el tono burlón de sus palabras.
—No puede ser...
_______________ se llevó una mano al pecho y colgó el auricular torpemente, de tal modo que cayó al suelo y tuvo que agacharse para recuperarlo.
Con los nervios no se dio cuenta de que le mostraba su enorme trasero en una postura poco o nada favorecedora, pero a esas alturas hacer el ridículo entraba, por lo visto, dentro de sus atribuciones habituales.
—Ejem...
Cuando se incorporó, aún con el susto en el cuerpo, distinguió la figura de Siwon, apoyado en la pared y jugando con su móvil.
Menos mal que las luces continuaban apagadas.
Ahora sólo debía preocuparse de salir de allí, pues intuía, por sus palabras, que buscaba divertirse un rato a su costa.
—¿Necesitas algo? —preguntó intentando tomarse ese encuentro de forma profesional, como si no hubiera pasado nada.
—Lo dicho, asquerosamente profesional —repitió guasón sin moverse de su sitio a la espera de que ella se comportase de modo diferente. «Al menos me ha obsequiado con una panorámica increíble de su retaguardia», pensó.
Como cualquier representante de su género, ahora tendría que mostrarse más relajada o, al menos, fingir normalidad; él no necesitaba nada, maldita fuera, simplemente se había acercado a última hora confiando en que nadie, en especial la pesadilla star, advirtiese su interés por saber de la Fea.
Había estado todo el santo día algo preocupado, ya que las mujeres tienen esa horrible tendencia de contar a sus amigas con quién se lo montan (hasta ahí exactamente igual que los hombres) y añaden detalles inquietantes sobre los pormenores técnicos; no contentas con eso, además, para rematar la jugada, incluyen lo que él más odiaba: los jodidos sentimentalismos.
Y eso no podía permitirlo.
Por todo aquello, seguía sin comprender el motivo de que ni un alma hubiera mencionado nada, ni siquiera el guionista, que al parecer tenía línea directa con la Fea.
—El señor Mills ya no está, si quieres dejarle un mensaje puedo...
Siwon resopló disgustado; quizá su ego se estaba resintiendo: una mujer que no aprovechaba las circunstancias, es decir, haber follado con él, para arrimarse un poco más, o al menos intentar repetir, no estaba bien de la cabeza.
—¿Tu jefe sabe que haces horas extra? —inquirió refiriéndose no a los minutos que en esos instantes pasaban de la hora.
_______________ tragó saliva.
—Sí —admitió escogiendo la opción menos mala, es decir, obviar su insidiosa insinuación.
Él sonrió de medio lado; la jodida no era tonta; cualquier otra hubiera exclamado un «¡oh!» o un «¡ah!», y además hubiese reproducido soniditos gilipollas para fingir sentirse avergonzada, pero ella, en cambio, escogía la ruta inteligente.
—¿Y eres convenientemente remunerada por ello? —insistió Siwon, quien, por alguna extraña razón, deseaba sacarla de sus casillas.
Porque, la verdad, le resultaba estimulante hacerlo.
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Quiero lo mismo que tu (Adaptación Siwon)
Fiksi Penggemar__________, está deprimida; sólo quiere encerrarse en casa, atiborrarse de calorías y escuchar música romanticona resignada, traza nuevos objetivos, empezando por buscar un empleo en el que el jefe (condición indispensable) no sea...