Capitulo 9

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Desperté en un lugar que nunca había visto. Era un lugar cálido ya que estaba prendido el clima de la habitación. Era un lugar tranquilo. Había un pequeño bambú decorando la equina de la habitación, del lado izquierdo del ventanal, el cual estaba cerrado con gruesas cortinas blancas. Había una mesita al lado de mi cama. Y del lado derecho mío, se hallaba un armario mediano, sus puertas gruesas de madera color chocolate eran muy elegantes. Y, seguido de esta, estaba la puerta,  a lo que me imagino, el baño. Del lado contrario de esta estaba una puerta que se mas grande que parecia la puerta hacia la salida, a la cual estaba deseosa por ir.

Me mire a mi misma. Estaba cubierta con sabanas blancas con la ropa del día en que me dejaron fuera de juego. Excepto una chaqueta, la cual estaba cuidadosamente doblada en la mesita de noche al lado de mi. Me levante descalza hacía aquella puerta que me conduciría a la salida de este lugar. Llegué a la puerta, y caminé hacia Io que parecía el living de esta ¿casa? ¿Departamento? La verdad no lo sabía. Todos los ventanales estaban cubiertos de las mismas cortinas gruesas. Aun así estaba muy bien iluminado todo. Era muy espacioso. Enfrente de mi se hallaba un barandal que daba al vacío. Arriba de el se hallaba un traga luz que había sido tapado. Del otro lado del barandal en forma de cuadro, se hallaba una sala de muebles tapizados de un blanco bello y mullido, todos ellos dandole la cara a una pantalla plasma de cincuenta pulgadas. Había dos puertas al extremo de la pared que al parecer eran otras habitaciones. Había unos cuadros por ahí y por allá, decorando las paredes.

Del lado derecho se hallaba un hueco que daba lugar a una puerta doble, pero esta no se hallaba, dejando libre acceso. Caminé hacia ella, que daba a lo que era la cocina y el comedor. De mi lado derecho se hallaba la cocineta, la cual era grande y de aspecto moderno. Se hallaba también, un microondas, una licuadora y diversos aparatos para hacer comida. Habia, sin embargo, un pequeño refrigerador de aspecto misterioso ademas del refrigerador grande en el cual estaba la comida.

Enfrente de mu se hallaba una enorme alacena del tamaño de un closet entero.

Al lado de el alacena se hallaba otra puerta de madera y, enfrente de esta se hallaba una mesa de madera pulida color café oscuro con ocho sillas de madera con el asiento color crema. Atrás de esta se hallaba otro ventanal enorme, del tamaño de toda aquella pared, pero, de igual manera que todos los otros ventanales, se hallaba cubierto por gruesas cortinas blancas.

Entonces se me hacia extraño ¿donde estaba? ¿Porque todo se veía tan extraño? ¿Estaba sola? ¿De quién era esta casa? ¿Si quiera era una casa? ¿O un depa? Pero de algo estaba segura, quería averiguar qué había afuera de esta vivienda, por lo que fui hacía la ventana y corri las ventanas, dando la cara a un ardiente sol que empezó a quemar mi piel, hasta empezar a dejar ampollas agonizantes en ella.

Grité mientras caía al suelo presa del dolor.

"¡Elizabeth!" Escuche un grito mientras aquella persona a la que no podía ver iba y cerraba la cortina.

Me tomó en sus fuertes brazos morenos y me llevó a mi habitación.

"¡Cielos, Elizabeth!" Dijo con un gruñido mientras me depositaba con sumo cuidado en la cama. "Eres una Evanesce ¿no te acuerdas? El sol te hace daño" dijo con un suspiro.

Frunci el ceño ante su regaño "Tengo una pulsera con tacsis, una rara planta que hace que pueda ser posible para mi caminar bajo la luz del sol..." Dije tanteando mi brazo en busca de la pulsera. Pero no estaba.

Lo voltee a ver para encontrarme con su sonrisa traviesa mientras me enseñaba la bella pulsera que me había dado Matt y el bello collar que me había dado Arakiel.

The Chosen Ones II : DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora