A la mañana siguiente todos despertaron con la sensación de sentirse incompletos, esto a raíz de la ausencia de Elisa, pero a decir verdad, eran Alex y Tanya los más afectados. Tanya por ejemplo durmió poco, solo pudo conciliar el sueño cuando el cansancio fue más fuerte que la inquietud de saber que su hermana no estaba con ella; Alex en cambio, como estuvo más cansado debido a su búsqueda nocturna, no tardó en dormirse, pero no quedó exento de esa sensación de despertarse en una pesadilla.
Tanya salió de su carpa y saludó a Laura que preparaba unas tortillas para el desayuno en compañía de Viviane y el pequeño Max, los tres saludaron a la muchacha también.
—¿Cómo dormiste? —preguntó Viviane.
—Mal, dormí poco —respondió la joven.
—Tranquila hijita, hoy saldrá un grupo a buscarla todo el día, otros nos quedaremos acá por si llega y un tercer grupo irá a la ciudad a ver si encontramos provisiones y cosas que nos faltan —dijo Viviane.
—Me quedaré aquí, esperaré y cuidaré a los niños, trataré que se diviertan—respondió Tanya.
Tras esa declaración, Max levantó sus manos celebrando con alegría, provocando risa en las tres mujeres presentes.
Cerca del campamento había un río que abastecía la pequeña comunidad de agua y peces, las mujeres casi siempre eran las que lavaban ropa en ese lugar, esta vez se encontraba en su rivera; Scarleth, Alice, Abbey, Norma y Luisa.
Norma bromeaba con su carácter simpático y extrovertido, mientras lavaba la ropa de su familia, compuesta por su esposo Ben, un camionero que típicamente usaba una gorra de color rojo y un adolescente llamado Zorán que tenía una voz muy grave, de piel muy blanca y pecas en su cara, además del pelo rojo. Ella es una mujer de cabello canoso, usa el pelo corto, fuma con mucha frecuencia y su voz también es grave, Su familia también tiene una casa rodante, pero es más grande que la de Viviane, pues era un remolque.
—Todos los sábados Ben se emborrachaba y al llegar a la casa miraba orgulloso las fotografías de sus camiones, luego comenzaba a hacer alardes de ellos y a cantar el himno del camionero Adrusso, así que opté por esconder todas las fotos en la chimenea, ese día Ben llegó borracho como se suponía y al llegar a la casa lo primero que hizo fue encender la chimenea —comentó Norma, mientras todas las mujeres se rieron a carcajadas junto a ella. Muy cerca de donde estaban las mujeres contando sus anécdotas, Alex también lavaba su ropa, y no pudo evitar reír cuando escuchó la historia de Norma, pero al voltear miró el rostro de Paloma; su prometida, quien parecía no sentir ganas de reírse.
—¡Hey! ¿Qué pasa? —preguntó Alex.
—Tengo hambre, no has hecho el desayuno y tengo que estar lavando tu ropa y la mía —contestó enojada la mujer.
—Pero si es nuestra ropa, debemos hacer eso —respondió el hombre.
—Tú deberías hacerlo, yo debería estar tomando el sol, bronceándome y comiendo unas aceitunas —expuso la mujer.
—Ah, Paloma, ¿Te diste cuenta en donde estamos y por qué estamos acá? —preguntó Alex.
—Sí, lo sé, no soy tonta —respondió ella.
—Entonces mi amor, tenemos que hacer lo que tenemos que hacer —sugirió él.
Ella respiró hondo observando hacia el automóvil de Chris, en donde él tenía una mesa con quitasol. Sentado en aquél lugar se encontraba limpiando su arma, sin camisa y concentrado en la manipulación de su revólver, pero no estaba solo, Luisa le acompañaba, juntos sonreían y coqueteaban como hace semanas.
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LA ÚLTIMA PANDEMIA [Libro 1] [COMPLETA]
Science FictionHan pasado casi tres meses desde que el Síndrome Lázaro se manifestó en Adrussia, matando a millones, propiciando la violencia, el caos social, dañando los cimientos físicos y espirituales de la sociedad Adrussa. La vida ahora era distinta, cada de...