Capítulo 16.2 Miedos

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Los minutos pasaron incómodamente rápido en aquella tienda donde Elisa y Lance yacían. ambos tomaron la decisión de separarse para recorrer mejor el interior del local, Elisa se dedicó a reunir cosas como; limpiador de trastos, detergente para ropa, gel de ducha, mientras que Lance se paseó por otro sector de la tienda, en donde encontró los bebestibles, y por supuesto el pasillo del alcohol.

—¡Mira lo que encontré! —anunció Lance, de forma triunfalista.

—Oh, un innecesario vino —respondió Elisa, con reticencia.

—Estaba pensando que quizás podríamos probarlo, estaremos aquí toda la tarde y toda la noche, podríamos aprovechar que este lugar es seguro —propuso Lance, mirando la etiqueta del vino. Elisa se acercó mirando el vino.

—¿Y hacer qué? —preguntó ella.

—Beber, antes siempre iba a beber a un bar, en el pueblo donde vivía —comentó Lance—. De verdad me gustaría probar este vino.

—Está bien, tienes razón, lo haremos —asintió Elisa, sonriendo—. Pero muy poquitito, mira que el señor seguridad no debe perder el horizonte del asunto, este no es un día de campo.

En tan solo una hora, la pareja de sobrevivientes montó en el pequeño cuarto de vigilancia, lo que sería su noche. De partida Lance, quitó todos los televisores, y escritorios. La pequeña cama también voló, aunque a decir verdad Lance dejó el colchón. Por otro sitio tiró uno abrigos y en el medio dejó una tabla ancha como mesa, en donde Elisa terminó sirviendo unos tarros de aceitunas en conserva, con un poco de galletas saladas de coctel, patatas fritas y el alcohol, de marca "siete dragones". También quiso probar una cerveza con sabor a limón. En cuanto los dos estuvieron comiendo iluminados por el ocaso de la tarde Adrussa y una tímida linterna, se dedicaron a conversar.

—Estoy un poco mareada —confesó Elisa, sonriendo como siempre.

Lance rió al escucharle y le hizo la misma confesión —yo también, pero la diferencia entre tú y yo, es que jamás podría caer bajo los efectos del alcohol con solo una lata de cerveza con limonada, eso casi ni tiene alcohol.

—¿Te has dado cuenta que todo el tiempo buscas atacarme?

—¿Quién yo? —preguntó Elijah sonriendo.

—Sí, tú, me he dado cuenta que eres un gran tonto, y te crees que sabes mucho, llegas al campamento todo vestido de negro a imponer normas con mal carácter, como creyéndose galán de cine, caminas así, con tu forma de caminar, todo creído —acusó Elisa, gesticulando todo con movimientos que hacían que Lance muriese de la risa.

—Estás loca mujer, deberías ir al psicólogo para que te revisen —acusó Lance, justo antes de comerse una aceituna.

—Eres gracioso, ¿alguna vez te has mirado en un espejo?

—¿A qué te dedicabas? —preguntó Lance, cambiando abruptamente la conversación.

—Oye, tal vez yo no sea una mujer muy ruda, me dan miedo los bichos, quizás no sea una intrépida policía, o una militar cuadrada experta en rifles, pero yo estoy orgullosa de lo yo que soy, amigo —confesó Elisa, con dificultad en su dicción.

—Ah ¿y que eres tú? —preguntó Lance, con ironía.

—Soy, una nutricionista —respondió la mujer con orgullo, levantándose, para luego caer más cerca de Lance.

—Y ahora voy a besarte, ya que te pones nervioso cuando me acerco —confesó con desinhibición.

—Creo que deberías ir a dormir, ya has comido bastante y parece que bebido también.

LA ÚLTIMA PANDEMIA [Libro 1] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora