Capítulo 7.2 "No entres al bosque"

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Unos metros al costado de la carpa que los adolescentes construyeron, se encontraba Aarón, él caminaba con tranquilidad hacia el sitio donde dormía Ferdinand. Este último estaba con la cabeza cubierta bajo una pila de frazadas con diseño de cuadros. Aarón llegó hasta el exterior de la tienda, tragando saliva como si eso le fuese a ayudar para aclarar las ideas.

—Ferdinand Soy Aarón ¿puedo hablar contigo? —preguntó el psicólogo.

—Pasa —pronunció Ferdinand, aquella respuesta tan rápida fue extraña para Aarón.

—Ferdinand ¿cómo sigues? ¿Aún te duele? —preguntó el psicólogo, angustiado por haber dañado al hombre.

—Sí, algo—contestó el sujeto con actitud malhumorada, aquello hizo sentir a Aarón muy mal.

—Yo... lamento haberte golpeado, Tú sabes que no soy agresivo y ayer no sabía qué hacer, Creo que Lance es un buen tipo, por eso lo defendí, además él salvó a Max, devolvió a Elisa y también me ayudó a mí. Creo que él podría ser uno de nosotros —explicó Aarón.

—Él no es uno de nosotros —contra argumentó su interlocutor, el tono con el cual esbozaba las palabras daba cuenta de la evidente molestia.

—En realidad no vine a discutir eso contigo, solo quería disculparme, nunca ha estado en mi la intención de hacerte daño, fue un error involuntario ¿quedamos bien? —preguntó Aarón.

Ferdinand miró al psicólogo, en realidad él sabía que Aarón no había querido dañarle con alevosía, pero nunca había sentido simpatía por él y por eso no estaba dispuesto a fraternizar con él en ninguna medida.

—¡Lárgate de aquí Aarón! Me alegro que hayas actuado como hombre una vez en tu vida, además estoy bien, no sabes golpear tan fuerte —afirmó el hombre desde su lecho.

—Está bien —dijo Aarón, torpemente se dispuso a salir del sitio, pero antes de que éste lo concretara Ferdinand le detuvo.

—¡Hey, psicólogo! Por cómo me pongas una mano encima otra vez, te partiré la cabeza y nadie de este campamento lo podrá evitar. —Aarón no vio más allá de las palabras y salió de la carpa.

Su nuevo destino era la carpa de Laura y Max. Al acercarse se dio cuenta que el niño estaba afuera de su carpa, jugando con unos soldaditos de color verde, mientras el conejo descansaba con sus piernas estiradas y su nariz moviéndose de forma peculiar.

—¿Cómo se portó anoche?—preguntó Aarón, mientras se sentaba en el pasto a la altura de Max.

—Bien, se portó bien —contestó el niño, dejando su juego.

—Le traje comida, a los conejos le gustan las zanahorias —comentó Aarón, dejando unas cáscaras y trozos en el interior de la caja, llamando la atención del animal, éste se incorporó y comenzó a comer, mientras el niño retomaba su juego.

Aarón entonces giró sobre sí mismo, alejándose tanto del conejo como del niño para luego volver a su automóvil, tenía allí todavía algunas cosas pendientes que ordenar.

Una de las responsabilidades era reubicar las fotografías dentro de su vehículo, quería mantenerlas en un lugar seguro, así que dentro de una caja de galletas metálicas las guardó todas, las fotos de su madre, las de sus hermanos, que tenía con su padre, con los gatos de esos años, incluso tenía una con Luisa. En aquella imagen se veía a Aarón sonriente mientras a su costado la mujer de cabello negro miraba con sus profundos ojos azules, pentrando casi la cuarta pared de aquella fotografía.

El hombre presintió unos pasos aproximándose hacia su vehículo, así que guardó rápidamente las fotos, las cuáles se había detenido a ver un momento, quizás para contemplar su magia, encontrarse nuevamente con todas aquellas preocupaciones que tuvo que saber reprimir hacía algunos meses.

LA ÚLTIMA PANDEMIA [Libro 1] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora