Pablo, quién para ese entonces se encontraba todavía en la habitación, escuchó el sonido de la mano de la criatura, golpeando el vidrio de la ventana, fue entonces que de un salto se levantó de la cama, para ver si todo estaba bien. Al salir hasta el cuarto principal, el hombre se fijó en la ventana que estaba sobre Lance tenía un visillo claro, a través del cual miró, divisando un infectado al otro lado del vidrio.
—Es solo uno —advirtió él en voz baja.
—Debemos matarlo luego, podría atraer a otros si le oyen —declaró Lance, levantándose del sillón rápidamente para luego tomar su arma.
Sin decir nada, Pablo abrió la puerta, recibiendo con la punta de su cuchillo al infectado, clavándole el filo justo en el ojo izquierdo, haciendo que el putrefacto reanimado cayese muerto definitivamente.
—Será mejor que nos vayamos —comentó Lance, ordenando sus cosas, con rapidez.
—A propósito, ¿Qué estabas soñando? ¡te apuesto que uno de tus ridículos sueños, esos donde gritas como nenita!
—Ya, cállate. Al menos no tengo sueños eróticos con hombres, como tú —bromeó Lance, haciendo que su amigo le tirase un envase de patatas fritas vacío, el cual no estuvo ni cerca de caerle.
—Já, Já, bueno, tengo noticias malas, estaba viendo el bolso de la comida y ya no nos queda nada del pan que hiciste el otro día, solo aceitunas, un bidón de agua y un tarro pequeño de café instantáneo —advirtió Pablo, haciendo que su amigo caminase hasta otra mochila.
—Mmm, yo tampoco tengo nada —pronunció Lance, sujetando su barbilla mientras pensaba en que podía hacer.
—Bien, pues no parece que haya muchos motivos para quedarse aquí, será mejor que nos preparemos y nos movamos cuanto antes.
—Tienes razón, sigamos hasta el Este, estoy seguro que por aquí encontraremos algunos pueblos —pronunció Lance. Pablo asintió conforme, ambos solo se tomaron un par de minutos en planificar bien su viaje. Sin embargo, no tardaron en salir de la casa, la idea era llegar temprano a un pueblo que pudiese proporcionarles abastecimiento.
El par de sobrevivientes caminaba por la misma ruta aparentemente desierta, en los días de calor era imposible olvidar todo lo que había pasado desde que los muertos se levantaron. A menudo Lance imaginaba como hubiese sido su vida si las cosas no hubieran sucedido como tal.
El calor tenía esa propiedad, hacer que las personas recordasen los momentos donde fueron felices, como cuando tenían un océano de costa en frente de sus pies, o una gaseosa en frente de su nariz salpicando sus chispitas con violencia. Lamentablemente para Lance y Pablo, el mar les quedaba lejos y las gaseosas ya no estaban heladas, y se encontraban en vías de extinción.
—¿Te pasa algo? —cuestionó el compañero de Lance, al ver el semblante de su acompañante.
—No Pablo, no me pasa nada —respondió Lance.
Ambos alcanzaron a caminar unos metros hasta que divisaron un grupo de reanimados saliendo entre los árboles, tomando desprevenidos a los dos hombres.
Lance soltó su bolso y pensó en disparar a los infectados, pero pronto llegaron más y se vio solo al ver que Pablo huía gritándole a él que hiciera lo mismo.
—¡Maldición! —decía Lance en su interior, dejando su posición y tratando de seguirle el paso a su amigo.
Conforme corría detrás de Pablo, Lance le gritaba tratando de convencerlo para que se detuviese, sin embargo este iba cada vez más rápido mientras era perseguido por infectados. Lamentablemente para los sobrevivientes el bosque no era un lugar seguro, pues había infectados que recorrían tales parajes, tratando de cazar animales. Estos infectados divisaron a Pablo correr entre los árboles, así que se unieron a la estrepitosa huida, tratando de alcanzar un poco de su carne.
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LA ÚLTIMA PANDEMIA [Libro 1] [COMPLETA]
Научная фантастикаHan pasado casi tres meses desde que el Síndrome Lázaro se manifestó en Adrussia, matando a millones, propiciando la violencia, el caos social, dañando los cimientos físicos y espirituales de la sociedad Adrussa. La vida ahora era distinta, cada de...