Capítulo 11.2 "La horda"

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Los minutos fueron transcurriendo muy lentamente, con el paso de ellos, un montón de ideas y sensaciones recorría el cuerpo de Alice. Ella se encontraba allí, sentada sobre ese frío suelo, su respiración agitada daba cuenta de su cansancio, de su pena, del enorme vacío interno que en su corazón se forjaba.

De vez en cuando Alice, con todas sus dificultades se ponía en pie para tratar de ver a Jake, lamentablemente, las siluetas de los reanimados no permitían ver nada, para bien o para mal, el cuerpo de Jake no era accesible por la vista. Sólo la mente de Alice accedía a aquella realidad, mostrando imágenes que le desgarraban el alma.

—Jake —pronunció la mujer, repitió unas cuantas veces su nombre pero despacio, para no ser escuchada por los muertos. En ese instante imaginaba que destruía cada uno de los muebles y artículos de aquel cuarto, quería llorar, reclamarle a Dios, gritar, quemar aquél edificio hasta los cimientos, pero la ira era un placer que no podía ser permitido, no durante ese momento.

Alice se apoyó en una pared, ella le detuvo un momento mientras se le caía el mundo, se deslizó sobre ella hacia su agujero, su propia tumba emocional, así que allí fue vencido su ánimo, pronto, con todas esas ideas y sensaciones, Alice se durmió.

Al despertar habían transcurrido un par de horas, el suelo frío cubierto de algunas lágrimas se había marcado en su mejilla, la sensación de vivir una pesadilla de la cuál era necesario despertar le embargaba su vulnerable tranquilidad. Lo único que podía hacer dentro de aquella atmósfera era volver hacia el vehículo,

La mujer despertó con su cara tibia en el frío suelo del oscuro lugar, quizás tanto llorar le había provocado un desmayo, así que ella se levantó y comenzó a buscar la manera de volver al vehículo.

Aquel subterráneo parecía ser el archivo de la ciudad, esas típicas oficinas en donde una operadora guardaba información importante. Alice buscó una salida, aunque en verdad la pena le estaba matando, aun así logró dar con la puerta que la llevaría hasta unas escaleras que se extendían hacia el primer, segundo y tercer piso del lugar. Además en el techo un tragaluz permitía ver el cielo celeste. Alice miró aquel cielo tan hermoso y tan injusto, de inmediato ella enrojeció sus ojos al recordar lo sucedido con Jake.

La mujer puso uno de sus pies en los escalones para subir hasta el primer piso, pero cuando iba por la mitad de la escalera, una mujer obesa y podrida apareció por el extremo superior de la misma, cayendo al no saber bajar escaleras ya que era una infectada, por supuesto la reanimada se topó en algún punto de su caída con Alice, empujando hacia abajo. Finalmente las dos mujeres terminaron en el extremo inferior de la escalera, golpeadas y con más de algún malestar.

En el caso de Alice, ésta se había golpeado con una pared; tras reponerse observó que su atacante se acercaba arrastrándose para morder uno de sus zapatos. La joven Alice tuvo mucho miedo, ante él la única reacción que ejecutó, fue la de golpear a la infectada con su extremidad en la cara, tantas veces como fuera posible, hasta que la infectada redujo su movimiento, entonces Alice comenzó a levantarse para continuar con su camino. Otros infectados sintieron la actividad de la mujer y se asomaron por las barandas de los respectivos pisos superiores cayendo desde las alturas provocando además de sus muertes la explosión de sus cabezas y cuerpos por el impacto, desparramando sesos, ese rojo por todas partes.

Alice quedó muy afectada, más aún de lo que estaba, era lo más cerca de un suicidio que había presenciado. Cuando la mujer superó dicho momento, tomó conocimiento que el rojo de sus ojos no iba ayudarle a sobrevivir, así que trató de mantenerse clara respecto a su necesidad, sobrevivir.

La mujer necesitaba salir de aquel lugar así que subió hasta el primer piso algo golpeada, abrió la puerta pero detrás de ella, otro reanimado con sus tripas colgando trató de salir a su encuentro. Ante aquella imagen Alice se desesperó por salir, solo la maldita cadena de seguridad evitaba su salida y con tanto nervio no lograba retirarla de la herradura hasta que finalmente lo hizo dejando al infectado solo en aquel lugar.

Una vez afuera, Alice miró hacia la calle, observando que había algunos infectados a lo lejos mientras que el automóvil no estaba en el lugar en el que Jake lo había dejado así que al parecer ella estaba sola en la ciudad. Aquello le atemorizó, en su corazón la duda y la fe daban una pelea a muerte, de la cual el único resultado fue un pensamiento que la mujer pronunció con rabia.

—¡Estúpido Ferdinand!

LA ÚLTIMA PANDEMIA [Libro 1] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora