Capítulo 19.1 Planes para mañana

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En el campamento también había transcurrido un mes, este tuvo un impacto diferente en sus habitantes. A diferencia de la ciudad Universitaria los muertos no se habían manifestado en sus puertas, sino que sobrevivían con esfuerzo cada día, de hecho para algunos no era tan fácil despertar pues no había una motivación tan grande, otros en cambio se sentían atraídos por la idea de reencontrarse con su familia. Quizás el acontecimiento más importante era que Elisa y Lance pasaban juntos más tiempo, bromeaban, incluso los demás residentes intuían que las cosas entre ellos iban a acercarse aún más.

Durante una fría noche, Lance realizaba vigilancia cerca de la puerta principal del recinto, lugar donde avistó una silueta vestida de colores claros que contrastaban con la densa penumbra.

—¿Quién anda? —cuestionó Lance, levantando su arma.

—Yo, cuidado con eso —advirtió Elisa, acercándose al hombre.

—¿Qué haces aquí? Son las dos de la mañana, ya deberías estar durmiendo.— Ante las palabras de Lance, Elisa continuó caminando como si no hubiese escuchado nada. Con cuidado la mujer terminó su recorrido evitando tropezar.

—Solo vine a acompañarte un rato, no podía dormir. —La mujer concluyó sus palabras, ubicándose al costado de Lance, junto a un poste que no emitía luz alguna.

—¿Puedo decirte algo? —preguntó Lance, haciendo que Elisa de inmediato asintió con ganas de escuchar qué cosa iba a decirle el hombre—. Tengo la impresión de que esperas algo de mí, por eso vienes, por eso estás aquí ahora.

—¿Siempre tienes que poner tantos muros entre tú y las personas? Todo lo racionalizas, intentas huir de todo lo que está en tu interior, ¿te has dado cuenta? —cuestionó la mujer, sonriendo con su mirada.

—Sí, la verdad es que disfruto haciéndolo, así como fastidiarte —confesó Lance, sonriendo con expresión traviesa y encumbrada, con el orgullo que siempre le caracterizaba.

—Bien, pues no vas a lograr nada. —Elisa caminó unos pasos alejándose, llamando la atención de Lance—. Tranquilo, solo iré por café, ya vuelvo. Lance asintió moviéndose afirmativamente, sin decir nada como siempre.

Para Elisa, Lance era un hombre de pocas palabras pero el acercamiento que ambos habían tenido desde hace un mes, le mantenía satisfecha, ambos tenían muy claro que estaban en un campamento con recursos limitados y que la cercanía afectiva con alguien les hacía muy bien, aunque claramente lo que existía entre ambos, no era una cercanía afectiva, sino una constante batalla entre indirectas y acusaciones que revelaban una fuerte tensión sexual, quizás esta no estaba resuelta pero sí a punto de hacerlo.

Elisa pensaba en eso, lo masticaba en su mente mientras se aseguraba que el frío no entrase en contacto con su piel, el frío Adrusso le hacía sentir como una estatua de cementerio, totalmente congelada deseando ser cobijada por una frazada ardiendo. Elisa continuó su marcha hacia la casa rodante de Viviane, ahí esta última se encontraba durmiendo tranquila en la parte posterior de su vehículo. Dadas esas condiciones Elisa entró con mucho cuidado para no hacer ruido, luego caminó hasta un mueble de cocina, desde ahí sacó un poco de agua de un termo grande, para luego agregar café en el contenedor que ella traía consigo, para compartir con Lance.

La mujer estaba de frente a la ventana, esta le permitía ver las penumbras que habían afuera de la casa rodante y en el resto del campamento. La mujer permanecía muy concentrada revolviendo el café en el termo pequeño, sin embargo logró apreciar de reojo como una sombra salió de la carpa donde estaba su hermano Alex, descansando, esta extraña figura humana salió rápidamente en dirección hacia el arroyo. Elisa sin siquiera dudarlo, salió como gato engrifado en búsqueda de su presa, comenzando una silenciosa búsqueda por el campamento, hasta que descubrió a Paloma, sorprendiéndole.

LA ÚLTIMA PANDEMIA [Libro 1] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora