7 años después. Julio de 1868.
-¡Alissa!— escuche el grito proviniendo desde varios metros por detrás y carcajee sin importarme un rayo.
Podía saborear la victoria mientras cabalgaba a toda velocidad y sabia que ya era irremediable. Le resultaría imposible a Lavinia y a Maddey alcanzarme.
Pronto mi caballo arribo a paso veloz a través de los jardines cercanos, cruzando la cerca blanca, dando un salto ágil que me hizo reír nuevamente.
-¡Alissa, te he dicho que no hagas eso!— escuche la reclamación de mi madre ahora proviniendo por el frente mientras las blasfemias de mis hermanas repicaban por detrás.
-¡Gane! creo que ya sabemos quién ira al teatro hoy— alardee triunfante, bajando de mi caballo de un solo salto, causando que este se agitara, moviendo la cabeza bruscamente, pero con un par de golpecitos en su cuello recuperaba la calma y nuevamente bajaba la cabeza en señal de lealtad.
-Te he dicho que no saltes la barda de esa forma, no eres una jinete profesional, podrías caer y lastimarte gravemente— me sermoneó la mujer de nuevo y yo suspire con una risita, acomodando vagamente mi cabello caótico y limpiando el sudor de mi frente.
-Tranquila mama, lo he hecho cientos de veces— me delate y ella frunció el ceño furiosa— bueno... no cientos de veces, solo algunas...— musite, arrepintiéndome de mis torpes palabras.
No quería ser reprendida ese día, ya que por la noche mis padres asistirían a una obra muy importante, patrocinada por un buen amigo de mi padre, pero era de gran gala y tan solo habían conseguido boletos para ellos y un invitado mas.
Es decir, que esa carrera de caballos con mis hermanas había sido para saber quien seria la ganadora del boleto restante.
Trate de enmendar mi osadía, pero entonces las fuertes voces de mis hermanas interrumpieron la calma.
Gritaban mi nombre al detener sus caballos tan cerca y con ello alborotaban al mío.
-¡No!— exclame cuando el enorme animal forcejeo y no pude controlarlo, con un violento sacudón me empujo y caí al suelo con las patas al cielo, causando que mi vestido se corriera por completo, dejando a la vista mis enaguas blancas y mis piernas al descubierto.
-¡Alissa, por el amor a dios, cúbrete!— gritaba mi madre y yo carcajeaba junto con mis hermanas que miraban el espectáculo, pero desafortunadamente ellas no eran las únicas.
-¿Qué sucede aquí?— escuche la voz de mi padre y al volver la vista me encontré súbitamente con quien lo acompañaba, un simpatico joven de enormes ojos verdes que me miraban atentamente, demasiado atento, rayando en la descortesía.
-¡Papa!— titubee, moviendo mi vestido e intentando ponerme en pie mientras el hombre negaba con la cabeza Y por su parte, Harry Styles finalmente desviaba la mirada para evitar mirar mis vergonzosas enaguas y mis piernas desnudas. Pero ni eso pudo haberle evitado la gracia, y discretamente reía por tal espectáculo.
-Mi niña, lo que tú necesitas son unos pantalones— se burlo mi padre mientras yo me ponía de pie a prisa y me tambaleaba como un hasta de bandera contra el viento.
-Los pantalones son para los hombres, papa— murmure y a mi lado cruzaron vanidosamente mis hermanas, quienes aprovechaban para descargar su envidia, después de que les había ganado limpiamente en la carrera de caballos.
-Efectivamente, Alan— se burlaron, denominándome con ese maldito nombre de hombre. "Alan", era la forma en que ellas me llamaban para insinuar que yo era poco femenina, como un chico.
Ambas pirañas entraron a la casa y mi madre las siguió, mientras papa reía aun y acomodaba en vano mi cabello desastroso.
-Vamos princesa, arréglate para el almuerzo, cámbiate esas ropas llenas de lodo— me dijo, dejando un beso en mi frente y luego se dio media vuelta para irse, sin ser seguido esta vez por el sujeto que aun me miraba divertido.
-Madame— musito después, haciendo una pequeña reverencia y yo reí, rodando los ojos y volviendo mi atención al caballo.
-Es un placer tenerlo aquí, joven Styles— murmure y el resoplo, asintiendo con la cabeza y siguiéndome los pasos cuando camine de largo, dirigiendo al caballo hasta el establo.
-Créame señorita, el placer ha sido mío— murmuro, nuevamente con burla al hecho de haber presenciado semejante caída mía.
Y hubiera sido inútil tratar de persuadirlo para que dejara las bromas, así que tan solo me limite a ignorarlo a pesar de que eso siempre era tan difícil.
La vergüenza aun teñía mis mejillas de rojo y al dejar al caballo en su sitio corrí a casa, sabiendo que debía cambiar mi aspecto cuanto antes.
¡Maldita sea! ¿Por qué ese sujeto siempre debía verme de la peor forma?
Yo sabia cuanto apreciaba las visitas de Harry Styles y seria estúpido negar que mi corazón daba mil y un brincos en cada ocasión en que percibía su colonia embriagadora cerca, cuando veía tan fijamente esos ojos verdes y esa sonrisa que se curvaba como una media luna cada vez que me miraba.
Opte por esmerarme en mi apariencia al volver al gran salón donde el invitado de honor ya se encontraba a la mesa con mi familia.
Degustaban el banquete que los sirvientes encargados colocaban uno a uno y yo hice mi entrada triunfal, para deshacer los prejuicios anteriores.
Sonreí con orgullo al tener encima mío ese par de enormes ojos verdes que me analizaron fijamente hasta el momento en que me senté en la mesa. Yo portaba un extravagante vestido rosa con encajes celestes y blancos. Aquella prenda era por supuesto un gran intento por obtener la atencion de Harry.
Pero eso casi siempre era en vano.
Comimos, bebimos y yo no lograba discreción alguna al observar al castaño con gran atención. Quizás el apenas lo notaba, pero Lavinia no era tan idiota.
-Querida, creo que una tira de pavo callo en tu escote y tu ni siquiera lo has notado— bromeo con burla una vez que nos pusimos de pie despues del festin y seguimos a mis padres quienes se preparaban para disfrutar de una taza de té en otro salón diferente.
Todos se acomodaban en los sofás de terciopelo y las sirvientas abrían los ventanales para permitir el paso del viento.
-No digas estupideces— murmure discretamente, tratando por tanto de ser mas sutil y cuidadosa. No deseaba que nadie notara la forma tan curiosa en que observaba a ese apuesto sujeto, que durante años había causado tanta controversia en mi interior.
Y usualmente me negaba a aceptar que me sentía perdidamente atraída, sino que era mas un sentimiento hechizante, por tenerlo presente, por poder sentir el calor de su cuerpo cuando cruzaba tan cerca.
Y los pensamientos mas inapropiados corrían por mi mente.
Me aparte de Lavinia y nuevamente me intereso un rayo, tomar a prisa el lugar libre a un lado de Harry Styles.
Su perfume inundo mis sentidos de inmediato y me sentí en desventaja, experimentando el cosquilleo en mi vientre y el calor en mis mejillas cuando me sonrió.
-¿Haz recibido mi ultima carta?— pregunto tranquilamente. El siempre parecía neutro mientras yo vibraba como una gelatina tan solo por escuchar su voz tan profunda y aterciopelada, haciéndome cosquillas en lo mas intimo de mi alma.
-Por supuesto, lamento no haber tenido tiempo para responder... se termino el papel y la tinta— parlotee, haciéndole notar que no seria sencillo tenerme, aun cuando sabia perfectamente que ese sujeto no estaba intentando tener nada en absoluto de mi.
Durante años el había estado tan relacionado con mi familia. Era como un miembro mas, como un tío o quizás un primo, y por lo tanto solíamos charlar por largo rato, hablábamos de todo, pero era evidente que yo me hacia ilusiones muy rápido.
Yo me sentía flechada mientras el apenas y me notaba ahí como una lacra desesperada.
Sin embargo, las cartas siempre fueron una costumbre. Desde mi infancia recibía sus notas. Me hablaba de su vida, de sus interesantes días como un artista devoto, y al final de dichas cartas siempre me dejaba un acertijo que era aparentemente fácil de resolver, pero también era engañoso.
Cuando fui tan solo una niña, recordaba que me divertía pasando horas desgastando mi cerebro en un intento por adivinar el acertijo.
Pero ahora, a mis dieciséis años, ya sabia que siempre seria inútil, jamás podría ganarle a ese chico. El durante los últimos años, se había dedicado a llenarse la cabeza de información. Era estudioso y arrogante, siempre deseaba saberlo todo, y entre sus múltiples estudios, estuvo en una academia de matemáticas y logica lo cual lo convertía en una persona bastante inteligente y ágil de mente.
A diferencia de mi, que tan solo tenia las enseñanzas que mi institutriz me dio.
Cosas básicas, música, artes, literatura, poesía y un poco de ciencias y política, pero nada comparado con la sabiduría de mi encantador acompañante.
-Admítelo pequeña, no me haz escrito porque aun no tienes la respuesta del acertijo— rio divertido y luego cruzo un brazo por detrás de mi, recargándose del respaldo del sofá y con ello me sentía abrumada, era tan similar a un abrazo, aprensando mis hombros y podía sentirlo tan cerca, volviéndome loca.
Pero como dije antes, Harry no era consciente de todo lo que le causaba a mi torpe corazón.
Para el, yo tan solo era una niña, siempre lo seria. La pequeña Alissa. La princesa Alice.
-Vamos dime, pequeña... En un cuarto hay varios gatos. Cada gato en un rincón. Cada gato ve tres gatos. ¿Sabes cuántos gatos son?— me interrogo y aquello incluso tenia un tono de rima que lo convertía en algo aun mas encantador e interesante.
-Cuatro gatos— respondí con una risita, arriesgándome nuevamente por la solución sencilla y evidente, pero sabia bien, que el encontraría una solución aun mas complicada para confundirme.
-No... es un solo gato en una habitación con tan solo un rincón, una pared curvada y tres espejos— sonrió ampliamente, enseñándome todos sus dientes blancos, como si se tratase de un niño burlón y yo tan solo carcajee, sintiéndome rematadamente estúpida al escuchar su solución absurda y a la vez tan sabia y astuta.
-Que manía la tuya de buscarle los tres rincones al gato— suspire y el también rio, al tiempo en que mi padre intervenía en nuestra conversación privada.
-¿Asistirás al teatro hoy por la noche, Harry?— pregunto y el chico de ojos verdes asintió.
-Por supuesto, una amiga de mi madre debutara en la obra, me veo muy interesado en asistir— dijo y yo sonreí, sabiendo que yo también estaría ahí.
-Perfecto, por lo que supe la pequeña Ali también ha ganado su boleto para esa obra... ¿Cierto cariño?— se mofó el hombre, recordando una vez mas la penosa situación con los caballos.
-Si papa— asentí con una risita y un inevitable rubor en las mejillas.
Había sido vergonzoso, pero por supuesto valió la pena. Ahora tendría un lugar perfecto en ese teatro, muy cerca del apuesto castaño de los acertijos de gatos.
Tan solo quiero aclarar que algunas cosas de las que lean en este capitulo fue verídico. Lewis Carroll le escribía cartas a Alicia Liddell en las que le dejaba acertijos para resolver.
Gracias por leer!
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Mi Musa Rebelde ❁Harry Styles ❁
FanfictionInspirada en la historia real tras el cuento de "Alicia en el país de las maravillas." ¿Quien fue la verdadera niña del vestido azul? [Novela ORIGINAL con Harry Styles] ~Isa-S~