Capitulo 25

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-Busca a un hombre, cariño, no te vendría nada mal— murmuro la abuela, que tejía una manto de lana purpura mientras tomaba el té con mis hermanas.

-Estoy segura de que Alissa ya ha encontrado a su hombre— se burló Maddey y sentí enrojecer de vergüenza cuando ella y Lavinia rieron al unísono, en tanto la abuela parecía interesada por saber más del tema.

-Oh...— reacciono, dejando a un lado su manto purpura para mirarme con una gran sonrisa— ¿Haz conocido a alguien ya, querida?— me interrogo con un susurro, tratando de ser discreta por el tema, pero me vi forzada a ignorar tal cuestión para pretender demencia, sabiendo que mi padre continuaba en el salón, tendido en un sofá dormitando.

-Por supuesto que no— bufe de mala gana— tan solo iré al teatro— espete, dándome media vuelta para observarme en el espejo cerca del librero y volvía la vista después a mi padre, quien apenas comenzaba a resucitar de su sueño.

-Ali...— hablo desorientado, echándome un vistazo desdeñoso y frunciendo ligeramente el ceño— ese vestido es muy inapropiado para el teatro, cariño... no querrás que te confundan por una mujer cualquiera— me advirtió, tratando como siempre de manipularme con sus ideas conservadoras.

-Ninguna mujer "cualquiera" podría costear un vestido como ese, hijo— carcajeo la abuela, que de nuevo se entrometía para defenderme y abogar por mí— yo creo que luces preciosa, mi querida, siempre tan linda— me dijo y papa refunfuño, resignándose al porvenir cuando el mayordomo apareció en la puerta del salón para anunciar la llegada de mi cita secreta.

-El joven Styles está aquí, señorita Collinwood— dijo y mi padre movió la mano al aire.

-Hazlo pasar— pidió y yo trague un nudito en mi cuello por la simple idea.

Unos instantes después el chico entraba por la puerta, reflejando tranquilidad, sin ni un gramo de preocupación por ser descubierto esa noche, ni él ni sus sentimientos o planes conmigo.

-Pasa niño, pasa ¿Cómo has estado?— saludo el hombre con afabilidad y hasta ahora todo andaba de maravilla.

No parecía tener idea de que nuestros planes era salir en una romántica cita.

Me despedí de la abuela, mientras papá charlaba con Harry después de que este me dedicara una pequeña miradita, tan dulce como atrevida y erótica.

Apostaba a que todo era gracias a la magia de mi vestido.

-Diviértete mi niña, y recuerda ser exigente y misteriosa, los hombres adoran eso en una chica— musito la abuela con discreción para mí y yo me limite a pretender que no comprendía las razones de sus consejos.

-Solo iré al teatro abuela— respondí apenada y ella me guiño un ojo.

Quizás no era tan estúpida después de todo.

Al final nos marchamos, justo después de que mi padre le concediera a Harry la responsabilidad de "cuidarme bien".

-Vigila a mi hija, Harry... no quiero a ningún atrevido arrogante cerca de ella— advirtió y el castaño sonrió y asintió con la cabeza, flexionando un brazo cerca de mí para permitirme tomarlo y así escoltarme hasta el jardín y la carroza que aguardaba por nosotros.

Entramos a ese pequeño lugar, con sus asientos aterciopelados y sus puertas de hierro a cada lado.

Una vez que el chofer cerró la puerta y nos encontramos totalmente solos, tan solo aguardamos a que el trote de los caballos jalara de nosotros y nos condujera en dirección a donde fuera que Harry me llevaría. Había dicho que era una cena pero no dio muchos detalles de ello.

Permanecí en silencio, mirando por la diminuta ventanilla circular a mi lado y de alguna forma, temía mirar al chico a mi lado.

Sabía que podía hacerlo ahora, pero lo cierto es que estaba nerviosa. Especialmente porque usualmente nosotros sabíamos que debíamos mantenernos al margen. La mayoría de las veces que nos veíamos debíamos pretender indiferencia, y en momentos como esos era difícil olvidarlo todo y ceder al cariño y la pasión que ocultábamos en nuestro interior. Ya era difícil saber cuándo podíamos mirarnos con amor, aun sabiendo que era incorrecto. Y por otra parte, tal vez para el todo eso sería un poco más sencillo, pero para mí, no era así.

Esa era mi primera cita formal y planeada, y ciertamente nunca, ni en mis sueños más locos, imagine que sería con Harry Styles.

-Te vez hermosa— escuche el susurro de su voz, intentando obtener mi atención al tomar mi mano con tal dulzura y delicadeza que me hizo estremecer antes de volver mi vista a él y sonreí con timidez.

Era romántico y sumamente indebido, pero no podía resistirme al verlo justo ahí, bien peinado, arreglado, perfumado para mí.

-Gracias— sonreí, llevando una mano a su mejilla para acariciarlo y el cerro los ojos, permitiéndome seducirlo con las puntas de mis dedos, deslizándose en su rostro, sus facciones y luego a su cuello, jugando con su cabello largo, que caía en mechones ondulados cerca de sus hombros.

Reí quedito, divirtiéndome con el más mínimo contacto y sin pensarlo dos veces me acerque para dejar un diminuto beso en sus labios.

Harry igual curvo los labios para regalarme una sonrisa y nuevamente abrió los ojos, mirándome fijamente y deslizando un brazo detrás de mis hombros para apegarme a su lado en ese asiento.

Por fuera de la carroza, el frio de la noche era abrumador, pero por dentro podíamos regocijarnos entre el calor de nuestros cuerpos.

-¿A dónde me llevaras?— le pregunte con voz baja, apoyando mi cabeza en su hombro mientras él me miraba a los ojos tan de cerca, manteniendo su brazo como una cómoda cabecera para mí.

-Ya lo veras, mi amor— respondió, siguiendo el tono bajo de nuestra conversación, tomando con una mano la mía que se apoyaba en su hombro, la llevo a sus labios para besarla y luego la dejo ir libre hasta su nuca para jalar de el y besarlo profundamente en la boca sin que nada ni nadie nos importase en el mundo.

Era satisfactorio y me hacía sentir tan plena y en paz, en ese pequeña burbuja intima para nosotros, y todo cuanto podíamos hacer era proseguir.

Seguir sonriendo, seguir besándonos y susurrando palabras tan dulces que me hacían casi perderme entre lágrimas al escucharle con más claridad y certeza que nunca.

-Te amo— me dijo y me sentí nostálgica. Yo también lo amaba desesperadamente, pero aun no sabía cómo enfrentaríamos con la realidad. ¿Acaso tendríamos que escondernos por siempre? ¿O acaso solo nos ocultaríamos por algún tiempo, hasta hartarnos de lo imposible? Al final ambos posiblemente no lo toleraríamos, nos aburriríamos o nos agotaríamos y terminaríamos perdiendo todo sentimiento que alguna vez tuvimos.

-Yo igual te amo— chille acongojada, hundiendo mi rostro en su pecho y permitiendo que abrazara como a una pequeña niña entre su manto— ¿Qué haremos ahora?— le pregunte sin tener la más remota idea de lo que nos depararía, pero el mantenía la calma a pesar de todo.

-No lo sé, nena... pero no lloraremos— me consoló y trate de hacerle caso, trate de mitigar el temor y lo miraba a los ojos de nuevo, con las lágrimas deslizándose cuesta abajo en mis mejillas y el me observaba con tanta curiosidad, como un niño también— ¿Haz notado que tu nariz se ruboriza cuando lloras?— susurro, atrapando mi nariz entre sus dedos y sacándome una pequeña risita por ello.

Lo abrace con fuerza, rodeando su cuello con un brazo y suspirando contra su mejilla, embriagándome con su calor, su dulzura y ese perfume suyo.

~Isa-S~


Mi Musa Rebelde ❁Harry Styles ❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora