Capitulo 26

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-NARRA HARRY-

Sabía que en cierta forma mis amistades intimidaban a Alissa. La había llevado conmigo a una cena con varios compañeros de trabajo, en un restaurante elegante de la avenida más costosa en el centro de la ciudad. Pero la chica no parecía estarlo disfrutando del todo. Permanecía en su asiento sin aportar nada en absoluto a los temas presentes en la mesa. Tediosos debates de economía, política y problemas con el gobierno.

Y mi pequeña princesa no era ninguna ignorante, pero podía apostar a que el tema no le interesaba en absoluto y tampoco sabía mucho de ello.

La mire fascinado mientras ella se limitaba a estar presente en cuerpo, pero ausente en mente y miraba distraída su plato de postre, jugando con su tarta de frambuesa, haciéndola migajas con el tenedor sin probar bocado alguno.

-¿Ya no tienes apetito?— le pregunte con voz baja mientras a nuestro alrededor todos continuaban charlando sin prestarnos atención.

-He comido bastante, ya no podría dar un bocado más— se justificó y yo sonreí para ella sin desprender mi mirada de sus enormes ojos cristalinos.

Era preciosa y en ese momento desee besarla. Tan solo como un impulso que solía tener cuando ella estaba demasiado cerca.

Acorte la distancia ligeramente, pero la chica carraspeo y aparto el rostro.

-Dijimos que nada de besos aquí— susurro a regaña dientes, recordándome que no era seguro.

Algunos de los hombres con quienes nos encontrábamos eran buenos amigos del padre de Alissa y sabíamos que era riesgoso mostrarnos demasiado comprometidos al frente de ellos, sabiendo perfectamente que todo ese escándalo podría llegar a oídos del señor Collinwood y seguramente a él no le agradaría enterarse por esos medios.

-Bien— asentí después de unos segundos y tome mi billetera de mi abrigo para dejar algo de dinero en la mesa. Lo suficiente para costear los gastos de la cena que habíamos degustado— Permítanme invitar esta noche, señores— propuse con una sonrisa y luego me puse de pie— pero ahora debo marcharme, la señorita Collinwood tiene una hora de llegada a casa— anuncie y algunos rieron por escucharlo.

-Oh dígale a su padre que no sea tan estricto, madame— dijeron y la chica se puso en pie también, con un ligero rubor ardiendo en sus mejillas.

-Fue un placer compartir la cena con ustedes— dijo cortésmente y todos se despidieron, levantándose de sus sillas y haciendo una pequeña reverencia antes de que nos marcháramos.

Salí por la puerta del restaurante unos segundos después y Alice me acompañaba, mirándome con curiosidad por nuestra repentina huida.

-Claramente no planeo llevarte a casa aun, tan solo quería un momento a solas contigo— murmure mientras me colocaba el abrigo y luego sostenía su rostro entre mis manos para dejar un gran beso en sus labios sin más escusas suyas.

-Me parece perfecto— acepto, tomando mi mano suavemente para permitirme llevarla a lo largo de esa popular avenida.

Era uno de los lugares más públicos y aclamados de la ciudad, debido a que estaba repleto de costosos restaurantes y bares por doquier, y por las noches las personas de alta sociedad se reunían ahí.

-NARRA HARRY-

Esa velada, la chica era toda mía y disfrutaba con ella cada instante, comenzando con la cena entre amigos donde, por supuesto, intentamos no ser tan románticos a los ojos del público, sabiendo que algunas de esas personas eran buenos amigos del padre de Alissa, y a él no le habría gustado enterarse de esos chismes y menos proviniendo de gente de sociedad.

Al final, después de un gran banquete, tome la mano de la chica y ambos nos despedimos de los presentes.

"Lamentamos partir tan pronto, pero la pequeña Alice tiene una hora de llegada a casa". Mentí. Era claro que lo único que intentábamos era marcharnos para poder tener un tiempo a solas, pero eso era algo que esas personas no sabían.

Ellos tan solo rieron, se pusieron de pie de sus asientos hicieron una pequeña reverencia en señal de despedid y algunos bromeaban: "Dígale a su padre que no sea tan estricto".

Alissa tan solo sonrió y luego nos marchamos.

Salimos por las puertas del restaurante. Alice miraba con detenimiento las luces del parque al otro lado de la calle.

Aquella avenida era muy popular en esa ciudad, puesto que estaba repleta de atracciones como restaurantes y bares costosos donde solamente la alta sociedad se presentaba con sus mejores prendas diseñadas para pavonearse entre amigos y diversión.

Y mientras tanto en ese parque se presentaban artistas bohemios que presentaban sus obras o magos y cirqueros que hacían trucos y malabares para el público.

Sin embargo, algunos aspectos negativos era que también podía verse a los mendigos que caminaban descalzos por las calles frías, algunos eran muy jóvenes como un niño pálido y escuálido que vendía rosas rojas a la entrada del lugar.

Compre algunas de ellas para regalárselas a Alice, pero ella parecía demasiado preocupada por ese niño.

Usualmente a mí no me gustaba dar caridad, ya que hacer tal cosa podía ocasionar que todos los mendigos del lugar me siguieran para hacerme dar más.

Pero la joven chica no se preocupaba e iba directo al grano, sacándose rápidamente el collar de oro y diamantes para entregárselo al perplejo niño que lo tomo con manos temblorosas.

-Ve a casa y dile a tus padres que ese collar vale más que todas las rosas que vendan en un mes— le dijo y el pequeño guardo obediente el collar en su bolsillo antes de partir corriendo a toda velocidad por la calle.

-Estás loca— reí divertido por tal escena y la chica negó.

-¿Nunca lo has hecho? Se siente increíble cuando ves en sus ojos la sorpresa, es como convertirte en un ángel— alardeo y yo tome su rostro entre mis manos para dejar un pequeño beso en sus labios.

-Tú ya eres un ángel, amor, no necesitas regalar tus joyas— murmure y ella sonrió, tomando mi mano en la suya y reiniciando nuestra marcha en el parque.

-Pero es divertido— debatió y yo no dije más, tan solo sonreía ampliamente y la miraba con fijación como si ella fuese lo único en esa tierra, siendo tan maravillosa y hermosa como lo era.

En momentos como esos tan solo deseaba besarla, así que me prepare para ello y la lleve hasta la tranquilidad de la zona natural de árboles aislada y alejada del público, donde la acorrale contra el tronco de un roble viejo y la bese por largo rato.

Bese sus labios y cada centímetro de su rostro, bese su cuello y sus hombros y sus manos que me acariciaban y jalaban de mí para tenerme más cerca.

Sus brazos rodeaban mi cuello y se ponía en las puntas de sus pies para continuar devorando mi boca mientras yo la tocaba y ella me lo agradecía con suaves gemidos que estremecían mi piel y me tornaban un ansioso imbécil.

-Mi preciosa niña, como te amo— suspire contra sus labios y ella sonreía, acariciando mi cabello y desordenándolo sin importarle despeinarme como a un payaso. Y ciertamente a mí tampoco me interesaba mucho.

~Isa-S~



Mi Musa Rebelde ❁Harry Styles ❁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora