*Nota de autora*
Advertiré que verán a un Masaomi y a un Seijuurou BASTANTE fuera de personaje O.O
Como todo país desarrollado, es obvio que debe haber una sección de barrios altos y ciudades de clase alta, en donde solo vivían las familias más poderosas del país.
Kioto se convirtió en el epicentro de las familias poderosas; vivían desde renombrados actores, hasta ex integrantes de la respetable vida política de la sociedad. Varios Alfas ricos e importantes vivían en lo que se conocen como "condominios" o simplemente en sus mansiones, alejados del resto
En una gigantesca casona digna de un terrateniente de antaño, ubicada cerca de las montañas imponentes de Kioto, empezaba un nuevo día para la familia que residía allí; en una de las habitaciones del segundo piso de la casa, un joven pelirrojo seguía inconsciente en su cómodo lecho, ajeno a los ruidos ajenos a su recámara
-"Disculpe Akashi-sama"-llamó una voz femenina del otro lado de la puerta-"Su padre me mandó a despertarlo"-murmuró la voz camuflada. El jovencito, de unos 16 años, que yacía de espaldas lanzó un bostezo y se sentó en la cama, acariciando sus cabellos rojizos y abriendo aquellos ojos de rojo sangre que llamaban la atención; por mero instinto, olfateó la piel de su muñeca y sonrió satisfecho
-Enseguida bajo, puedes retirarte-replicó el menor. Se sentó en la cama y estiró su cuerpo, haciendo tronar una que otra vértebra de su espalda-Otro día, otro idiota-murmuró bajo su aliento
En el enorme comedor de la planta baja, un hombre alto y de cabellos oscuros que se notaba a leguas que era un Alfa de los que se respetaba, revisaba cierta información de sus negocios en una laptop, en compañía de una pequeña niña de apenas dos añitos, de cabellitos negros y grandes ojos dorados iguales a los del hombre que la sostenía
-Buenos días-saludó el pelirrojo menor con un suspiro saliendo de sus labios entreabiertos, logrando que su perfume de feromonas Omegas de aroma dulzón saliera a flote
-¿¡Cuantas veces te he dicho que te tomes los supresores?!-regañó el Alfa molesto, sosteniendo a la pequeña en sus brazos y esta empezó a sacudirse-¡No quiero ver a ningún indeseable en esta casa!-replicó Masaomi, a lo que su hijo chasqueó la lengua y sacó una pastilla de la tira metálica que traía en sus manos, se metió la pastilla a la boca y se la tragó frente a los ojos de su padre, el cual exhaló un suspiro-Oye, sabes que no te lo repito para fastidiarte, solo lo digo por precaución
-Ya sé papá-sonrió el Omega pelirrojo con suavidad, sentándose en la mesa y dándole un trago a su taza de té con leche. La pequeña se acercó y se sentó en el regazo del pelirrojo Omega, el cuál ensanchó la sonrisa-Hola Sekai, hoy no me saludaste-replicó con un pucherito y la menor brincó en sus piernas
-¡Onii-chan!-replicó la menor con una voz chillona y alta, propia de una pequeñita de su edad. Seijuurou siguió bebiendo de su taza mientras se rascaba los cabellos.
Seijuurou era un jovencito Omega de clase alta, hijo del famoso multiempresario Akashi Masaomi. Su madre, una dulce y tímida Omega llamada Shiori, había fallecido por los estragos de una enfermedad violenta cuando apenas tenía 5 años; su padre calló en una profunda depresión y no se enamoró hasta varios años después, cuando en un viaje a Okinawa, conoció a un Omega de cabellos rojos y sonrisa afable muy parecido a su madre, y aunque al principio no le encontró gracia a su "nueva mamá", llegó a encariñarse con Natsu, el segundo esposo de Masaomi y la "madre" de su hermanita Sekai. Los Akashi eran poderosos y respetados en el país, pero Seijuurou encontraba un defecto en todo esto, y el defecto era su condición de Omega
-¡Buenos días Sei-chan!-saludó un joven de cabellos rojizos y ojos dorados con un tazón de frutas en sus manos para acomodarse en la mesa al lado de su hijastro, con una resplandeciente sonrisa. Seijuurou sonrió de vuelta y tomó un pedacito de naranja del tazón
-Buenos días Natsu-respondió. Sei se acostumbró a llamar a su "madrastra" por su nombre; a Masaomi no le gustaba esa falta de respeto, pero tras mucha insistencia y años de costumbre, ya dejó de importarle mucho-¿Nervioso por la junta de hoy?-preguntó el pelirrojo al menor
-Por desgracia no-replicó el menor-No entiendo cual es la insistencia en conseguirme pareja tan pronto, apenas tengo 16 y me queda tiempo todavía-suspiró. Natsu entendía a su pequeño; el tener que buscarte pareja no era algo tan grato. Tenías que renunciar a todo para entregarte a una persona que solo te daría posición pero no amor, cosa que en la clase alta era bastante más típico de lo que parecía; él tuvo suerte por oponerse. Había sido rechazado por su familia por no querer desposarse y se mandó a cambiar. Logró quedarse soltero por varios años, lo cual fue difícil. Hasta que llegó a sus 30 años, casándose con Masaomi
-Lo lamento pequeño, pero tú sabes como funciona esto-Natsu tomó a su pequeña hija que le pedía atención a base de leves pataditas-Si no te casas, no eres nada
-Ya se, y apesta-susurró con hastío terminando su taza de té-...me hubiera encantado rebelarme como tú...-y ante esas palabras tan dulces, el Omega mayor sonrió y se sonrojó, con la pequeña aún en brazos-Voy a darme una ducha, me iré por mi cuenta; no te preocupes, me tomé los supresores, así que nada me pasará-el Omega más bajo salió del comedor y subió las escaleras, dando comienzo a su rutina y próximo martirio
Al pisar el salón, el silencio se armó, lo que lo hizo sentir algo incómodo. Rakuzan era una escuela de alto nivel, por lo que no era sorpresa que los hijos ricos y mimados de familias de poder ingresaran ahí. Seijuurou se acomodó en su banca, pegada a la ventana y se quedó en meditación, claro, hasta que una voz por demás conocida lo interrumpió
-¡Sei-chan!-saltó un Omega pelinegro de rasgos femeninos y delicados; fácilmente podría pasar por una mujer con su sedoso cabello negro y sus pestañas rizadas y perfectas. Era la envidia de varias compañeras de clases Alfas y Omegas y el sueño húmedo de otros tantos por igual-¿Cómo has estado?-saludó el chico, sentándose a un lado
-He estado mejor Reo-contestó secamente, sin despegar la vista de la ventana
-¿Te siguen buscando pareja?-preguntó el pelinegro, ganándose un chasquido de lengua como respuesta-Uy que mal-suspiró
-Te odio por tener suerte, la persona con la que te comprometieron ya te conoce-replicó Seijuurou con el ceño fruncido, haciendo sonreir a Reo. Reo Mibuchi era su mejor amigo y un chico bastante simpático y dulce, además de cálido. Llevaba varios años de relación con un chico llamado Tatsuya, que venía de Tokio y que se verían muy pronto
-Ay Sei-chan, ya te tocará a tí, solo confía...A lo mejor el tipo que te toque sea decente-exclamó el pelinegro con una sonrisa, tomando asiento y acariciando su espalda
-Eso ruego-suspiró finalmente; el timbre sonó y ya estaba a punto de empezar las clases
*Nota de autora*
¡¡Shippeo el HimuReo por razones que no alcanzo a explicar!!
Y espero que les guste este rellenito <3
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Nuestra raza
FanfictionKuroko Tetsuya es un adolescente Omega común y corriente. Al cumplir los 17 años, es el día en que es sometido a las costumbres y tradiciones de su raza; pero ese no es el mayor de sus problemas, pues 3 Alfas ya lo han reclamado como suyo y no sabe...