XXII (Soichi/Ryo)

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*Nota de autora*

¡¡HOLENS!!

Ya que casi termino mis exámenes (ME QUEDA 1 LA REPUTISIMA MADRE), voy a retomar la publicación de este fic, puesto que es el que más avance tiene en comparación con los otros :D

¡¡A LEER!!


Ryo se sentía bien. En realidad, las cosas estaban viento en popa a su favor no solo para él, sino que también para su hermoso hijo.


La plática con Imayoshi resonó en su cabeza durante varias semanas y tanto él como su padre doncel trataron de encontrar una solución juntos; Imayoshi no era un mal hombre, pero a los buenos hombres también los ciega el instinto de Alfa, al igual que las malas decisiones.

-Hijo, entiendo a Imayoshi-san, pero su recuerdo aún te duele-murmuró el pelinegro Omega mientras sostenía a su nieto en brazos.

-Lo sé, pero esto no es solo por mí, es también por...nuestro hijo en común...-procedió Ryo-Tenemos muchas carencias y de verdad te agradezco que hayas renunciado a todo solo por mí, pero también quiero retribuirtelo de alguna forma. Y también quiero que Chisato tenga a su padre, yo no puedo quitarle eso.-sus bonitos ojos marrones empezaron a brillar por las lágrimas acumuladas y las dejó caer; era una carga emocional importante.

-Pequeño, sé que quieres que tu hijo no pase por lo que nosotros pasamos-espetó Yato mientras se acercaba a su hijo y dejaba al pequeño cerca de su "madre"-Y entiendo que te sientas responsable de la situación, pero no debes asumir todo tu solo. Lo mínimo que debe hacer ese hombre es asumir su error frente a nosotros.

-¿Le estás...dando la oportunidad?-preguntó esperanzado el Omega pelicatsaño; Yato lo es todo para él, incluso había dejado a su amado marido para irse con él y su nieto cuando pudo desatenderse de todo, pero prefirió acompañarlo. Yato dejó escapar un suspiro y abrazó a su hijo.

-No pequeño, tú debes darle la oportunidad, yo solo dí aprobación a lo que planeas hacer-sonrió el pelinegro mientras consolaba a un lloroso Ryo en sus brazos.


Soichi había llegado al departamento en donde vivía el Omega pelicastaño y su familia; se encontraba sumamente nervioso, pues sería la primera vez que vería a su hijo y deseaba causar una buena impresión tanto a él como a su suegro. Se alisó la camisa y se acomodó las gafas, apretó el timbre citófono al lado de la puerta y espero la contestación.

-¿Diga?-preguntó Ryo del otro lado.

-Ya estoy afuera-contestó Shoichi. La puerta del departamento se abrió y ahí estaba Ryo, sosteniendo a un pequeño niño de 2 años, que lo miraba como si fuera lo más fascinante del planeta. Al lado del pelicastaño estaba Yato, con una expresión seria y los brazos cruzados sobre el pecho-Buenas tardes-saludó respetuosamente a la familia.

-¡Hola!-saludó el pequeño con un movimiento de manos y una inclinación de cabeza muy adorable, lo que causó que los tres adultos sonrieran enternecidos.-¿Quién es ese señor mami?-preguntó apuntando al invitado.

-Amor, ya hablamos que es malo señalar-contestó Ryo-y él es...alguien especial para tí...-Chisato frunció el ceño confundido-Te lo vamos a explicar ahora. Puedes pasar-añadió el Omega, dando paso a Shoichi.

Se acomodaron en el sofá y ahí empezaron la larga plática. El pelinegro Alfa se arrodillo frente a ellos y suspiró.

-Ryo, Tsukiyo-san, les debo a ambos una disculpa. Por mi culpa perdieron todo lo que tenían; Ryo perdió a su padre, Tsukiyo-san perdió a su marido, ambos perdieron su hogar por mi error y estoy enormemente arrepentido-espetó-Quiero enmendar mi error ayudándolos en todo lo que pueda; no solo estaré en lo económico, si necesitan algo de mí, ahí estaré para ustedes y el pequeño Chisato.-terminó su discurso y se quedó arrodillado, esperando una respuesta. Se sorprendió al ver una mano estirada, pero de todas formas la tomó y fue alzado por el pelicastaño.

-Está bien, te daremos una oportunidad para redimirte-sonrió Ryo.

-Pero si la cagas una sola vez, me aseguraré de que no vuelvas a respirar-gruñó Yato amenazante mientras tronaba sus nudillos, a lo que Soichi aceptó; aún después de todo, los Omegas podían ser intimidantes a su manera.

-Chisato, hay alguien que quiero presentarte-el Omega menor dejó al infante en el suelo y este quedó en medio de los mayores-Este señor es Imayoshi Soichi y ha esperado un largo tiempo para conocerte.

-¿¡A MÍ?!-preguntó emocionado el pequeño. Shoichi se puso en cuclillas frente al niño.

-Así es-sonrió, pero su rostro se entristeció-Le hice algo muy malo a tu mami y se tuvo que ir para cuidarte. Cuando me enteré de tí, lo único que hice fue buscarlos, pero no los encontraba. Sabes, en algún momento supe que tendría algo bueno en esta vida aún cuando hice cosas tan malas como lastimar a tu mami-el Alfa de lentes estaba empezando a sollozar, por lo que el pequeño niño se abrazó a él, en un intento de tranquilizarlo-Perdó-perdóname, por favor. Perdóname por-por no estar contigo-y sus lágrimas corrían caudalosas por su rostro. El pequeño Chisato le acarició el rostro, en un intento de limpiar las gotas saladas de su rostro; fue en ese momento que había algo que se le hacía familiar a ese señor.

-¡Tiene mi pelo!-el niño señala su cabecita y la de Soichi, señalando que tienen el mismo cabello negro verdoso. Los adultos empezaron a reir-¡Eres mi papá!-sonrió encantado el niño mientras lo abrazaba muy fuerte y riendo a carcajada suelta, contagiando su risa a su padre, el cuál entre carcajadas sonoras, dejaba escapar unas lágrimas de felicidad.

Lo había logrado, había recuperado a su familia.


Durante el resto de la tarde, Soichi recuperó el tiempo perdido con su hijo; el niño le mostraba a su padre Alfa toda su casa, deteniéndose particularmente en su habitación, donde se la pasaron jugando y riendo. Soichi se enteró de muchas cosas interesantes en la vida de Ryo, como su ingreso a la carrera de Gastronomía en la Universidad T, y que Chisato asistía al servicio de guardería de la Universidad. Sentados alrededor de una rica cena, platicaban sobre algunos planes a futuro. El ambiente en aquella cena era muy grato y acogedor, entre los platillos de Ryo y las anécdotas graciosas de la pequeña familia. Un cálido sentimiento empezó a nacer en el corazón del Alfa de lentes; deseaba formar parte de aquella familia, pero sabía que su oportunidad no existía; ahora solo deseaba que fueran felices a su manera, y él estaría más que dispuesto a luchar por la felicidad de aquellas personas tan nobles y de buen corazón.

Al momento de irse a su departamento, acordaron un régimen de visitas para que Soichi y Chisato pudieran convivir, así como que el Alfa de lentes prometió enviarles ayuda monetaria mediante una cuenta bancaria al nombre del niño.

-Usen ese dinero para lo que necesiten-sonrió el de gafas mientras smarchaba, recibiendo un último abrazo de su hijo-Nos vemos mañana.

-¡Chau chau papá!-se despidió Chisato con un beso en la mejilla, acción que hizo sonreir a todos los presentes. El Alfa salió del departamento despidiéndose con la mano, emprendiendo rumbo a su auto.


*Nota de autora*

¡¡EL PRÓXIMO CAP SE VIENE CON MURAAKA!!

¡Besos y abrazos!









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