IX (Ryouta/Tetsuya)

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Un nuevo día empezaba para un joven Omega peliceleste de 17 años recién cumplidos. Se levantó de la cama y saludó a Nigou, su pequeño perrito Husky, regalo de su mejor amigo y sus padres. El perrito empezó a seguir a su joven amo por la habitación mientras este rebuscaba entre sus cosas y sacaba su uniforme. Lo dejó encima de la cama y se fué rápidamente a la ducha, pensando en lo
"fascinante" que se le venía el día

Al bajar, se hallaba completamente vestido y usando la gargantilla de Tanza que le regaló aquel Alfa rubio que lo visitó ayer, rememorándolo con una suave sonrisa

-Veo que te levantante de buen ánimo-saludó Yuu con una carcajadita suave para su hijo, el cuál atinó a sonrojarse. El mayor alcanzó a notar el brillito sutíl de las piedras de la joya y frunció suavemente el ceño-¿No crees que es una joya algo...vistosa para llevar?-preguntó suavemente el peliceleste, recargándose contra la silla

-Lo sé, pero sólo será por hoy, te lo prometo-pidió quedamente el chico, usando la ancestral técnica de carita de cachorro regañado para enblandecer el corazón de su padre, y su misión se dió por cumplida cuando este solo carcajeó y asintió con la cabeza para que se sentara a desayunar. Arimi le saludó con un beso en la sien y le plantó frente a él un platón vacío, el cuál el chico tenía que rellenar con su desayuno

-Hola cariño-sonrió su madre mientras le extendía una caja de cereales dulces y un cartón de leche-Veo que llevas la gargantilla que Kise-san te obsequió. Al parecer ya estoy cerca de convertirme en abuela-Arimi se acomodó los negros cabellos en un moño y sonrió con sorna al ver la expresión desencajada de su marido y el sonrose sofocante de su hijo-¡Oh, solo bromeo!. Mejor termina tu desayuno, que vas tarde a la escuela-la mujer se dió la vuelta y siguió limpiando algunos trastes de ayer


-Buenos días Kagami-kun-saludó el peliceleste al ver a su mejor amigo Alfa parado a la entrada de la Preparatoria Seirin, una escuela pública que albergaba a la mayoría de la población de clase media de la ciudad, Alfas y Omegas por igual

-Hola-saludó el pelirrojo mientras le revolvía los cabellos al más bajo-¿Pasaste buena noche con tu perro?

-Sí, Nigou es un buen cachorro-sonrió al pensar en el perrito, que se puso a llorar en el momento en que salió de la casa para irse a clases; su mejor amigo lo miró raro por un rato-Así le puse, ADORO su nombre y NO lo pienso cambiar-la mirada que despidió, una extraña mezcla de furia y sobreprotección maternal le hizo reir con suavidad

-Serás una buena mamá-espetó sin pensar, logrando un leve sonrojo en el más bajo

-Gra-gracias Kagami-kun-susurró con timidez mientras se rascaba los desarreglados cabellos celestes; Taiga notó un pequeño destello en el cuello de su mejor amigo y quiso preguntar

-¿Quién te dió esa cosa?-su ceño se crispó sin pensarlo e hizo puños con las manos

-E...esto me lo dió...uno de mis...eehh...-los nervios invadieron repentinamente, no sabía a ciencia cierta el por qué reaccionaba así. Sabía que su mejor amigo era guapo y también era consciente de que sabía sobre lo de los pretendientes a su disposición, aunque eso no disminuía la incomodidad-...pretendientes...-terminó contestando con la mirada gacha. Taiga solo exhaló una gruesa bocanada de aire y entró al edificio, señalando a Tetsuya que entrara. Por alguna desconocida razón, el peliceleste Omega entró con la cabeza agachada y los ojos brillosos


En el almuerzo, Tetsuya no quiso salir del salón y se quedó con la cabeza agachada contra el pupitre y bebiéndose las lágrimas que salían a gotas de sus ojos. No tenía ganas de almorzar y no quería salir; Kagami se había negado a dirigirle la palabra en ninguna de las 3 clases y por alguna razón, se sentía enfermo. Y todo por culpa de un collar

-Hola Tetsu-kun-sonrió un chico de cabello castaño y pecas alrededor de sus ojos, un simpático chico Omega con el cual hacía las clases prácticas de Ciencias en algunas ocasiones

-Hola Kouki-contestó cabizbajo el peliceleste. Furihata Kouki era un chico tímido y en extremo tembloroso, el cual se ganó el apodo de "Chihuahua" por parte del curso; a menudo entablaba conversaciones, pues ambos tenían la misma condición de Omega, por lo que compartían ciertas angustias, además de las ocurrencias típicas de las clases y de la adolescencia-¿Qué pasó?

-Te notaba cabizbajo durante la clase de Biología, y lo más raro es que Kagami-kun no se acercó a tí. ¿Acaso pelearon?-preguntó el pelicastaño mientras se sentaba frente al ojiceleste

-Es que...peleamos por esto...-alzó su cuello y mostró la gargantilla de piedras celestes, que empezaron a destellar suavemente por el reflejo de la luz del sol

-¡Uwaahhh!¡Es her-her-hermosa!-tartamudeó del puro asombro y preguntó con la mirada marrón si podía tocarla, ganando un asentimiento con la cabeza. Deslizó el índice y se maravilló a sentir la suavidad de la piedra celeste contra su dedo-¿Quién te-te la dió?-preguntó ilusionado el castaño pecoso

-Uno de mis pretendientes-contestó llanamente el Omega; Kouki solo abrió los ojos y asintió-Y Kagami-kun se enojó por eso-espetó el peliceleste mientras volvía a hundirse en su pupitre, con lágrimas despidiendo de su cara. Su compañero pelicastaño solo atinó a acariciarle los cabellos

-Que no te importe, despreocúpate-sonrió Kouki con cariño-Tú eres libre de hacer lo que quieras; si tienes pretendientes que-que no te importe lo que los de-demás piensen, y eso inclu-incluye a Kagami-kun-la frase sonaba más tierna con su torpe y adorable reflejo de tartamudeo y sus espasmos, causando la risa en el peliceleste y desanimado Omega

-¿Sabes algo? Creo que tienes razón-sonrió Tetsuya-A la mierda las opiniones de Kagami-Kouki se sonrojó al escuchar la palabrota saliendo de los labios de su compañero debido a que Kuroko era el chico más callado e "invisible" de toda la clase, pero al rato lo invadió la risa-Oye Kouki...si no es mucho molestarte...¿me comprarías un paquete de esas galletas con formas de animalitos que me gustan? No traje almuerzo y dudo que Kagami quiera compartirlo conmigo-pidió Tetsuya agachando los hombros y Kouki le extendió un paquetito de galletas

-¿Me convidas?-sonrió el pecoso, y pasaron el resto del almuerzo comiendo aquellas ricas golosinas y algunas carcajadas


Salió de clases a eso de las 6 de la tarde, un poco después de su horario habitual. Estuvo a punto de marcarle a su madre para decirle que llegaría tarde a la casa por la clases, pero una llamada lo interceptó. El número decía "DESCONOCIDO" y no sabía que hacer. Sopesó en su cabeza todas las opciones, y lo más lógico que encontró fue ignorar la llamada. Siguió caminando por un par de calles y el maldito celular seguía sonando cada 3 intersecciones; no notó que un lujoso Camaro negro se estacionó frente a sus ojos, las ventanillas polarizadas bajaron y un Alfa rubio de ojos dorados le devolvió una sonrisa

-¡Kurokocchi, que sorpresa encontrarte aquí!-sonrió el rubio de forma vistosa

-¿Kise-san?-replicó el menor-¿Acaso usted me estuvo llamando?

-Oh, lamento si te asusté con las llamadas. Quería hablar contigo, pero no pensé que no contestaría-Kise mantuvo su sonrisa relajada mientras se acomodaba contra la ventanilla de su auto-¿No quieres que te lleve a la casa? Estoy seguro que tus padres estarán preocupados

-No quiero molestarlo Kise-san, es solo tomar el tre y caminar un poco-contestó el ojiclaro Omega

-¿¡Qué dices?!-esclamó el rubio-¡Olvídalo, no quiero que a MI Kurokocchi lo toqueteen unos asquerosos pervertidos de armario!-exclamó furibundo, admirando el suave color rosa pastel que decoró las pálidas mejillas del más chico-Vamos, mejor te llevo a casa-desbloqueó el auto y se abrió la puerta. El Omega peliceleste no tuvo más que hacer que resignarse al ver la seria expresión del rubio mayor. Se acomodó en el asiento y dejó que la suavidad del cuero y el aroma delauto en combinación con el perfume de Kise lo deshinbieran rápidamente y olvidara sus latas






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