Capítulo 43 - caos?

70 3 0
                                    

La niña sigue llorando sobre mi hombro. No para de llorar. Y ahora mismo estoy sola con ella. No sé que hacer. Carlos a ido a traerle un vaso de agua y me ha dejado con la niña. No sé cómo consolarla. Nunca he estado en una situación parecida. Y me encantaría saber cómo calmarla, más que nada en el mundo. Así que solo la abrazo y le digo que todo va a salir bien. 

No soporto ver a alguien llorando de esa manera. Es muy cruel ver a alguien tan joven sufriendo por una enfermedad. Ver a adultos luchando contra enfermedades es muy duro. Pero ver a niños que deberían estar jugando en el parque y disfrutando de su niñez postrados en la cama de un hospital, es muy duro. 

- ¡Deja a mi sobrina! - me giro hacia la puerta y veo cómo Emilia va entrando.

- Perdone usted, - lo digo con sarcasmo - pero solo la estaba consolando.

- ¡Tu no eres quién para consolarla! - me grita. ¿Pero esta señora quién se cree que es? 

- Claro, ¡debería ser usted! Pero como usted no está con su sobrina, ¡lo hago yo! - le grito también. Si se cree que me voy a callar, la lleva clara. 

- ¡Eres una insolente! - me grita más fuerte.

- ¡Mamá déjala! - Carlos entra en la habitación con un vaso de agua - Ella sólo está haciendo lo que deberías hacer tu madre - la mira enfadado. Donde las dan, las toman guapa. 

- ¿¡Cómo te atreves a defender a esta pordiosera?!

- ¿¡DISCULPA!? No me empiece a insultar señora, porque si me busca, me terminará encontrando - le miro rabiosa. Esta mujer se cree que soy imbécil y me voy a quedar callada, y de eso nada. Estoy cansada de que en esta casa se me trate como una mierda. 

- ¡HABLA! ¡HABLA! ¡A ver que tienes que decir niña malcriada! - Ah no, ya está. Ésta señora de pacotilla ya ha tocado fondo. Si quiere que hable, hablaré. No hay problema. 

- ¿¡Quiere que hable?! ¡Pues hablaré! - miro a Carlos - Tu madre, al segundo día de estar aquí, me ofreció dinero por dejarte. Insinuó que yo estaba contigo por el dinero. ¡Es de locos! - me echo las manos a la cabeza e intento relajarme. No puedo olvidar que la niña sigue en la habitación y que no quiero agobiarla más. 

Carlos está mirando el suelo. No sabe qué decir ni hacer. Y su madre lo mira con cara de cachorro. Si es que la que es bruja, lo es hasta con su familia. 

¿Qué? ¿Ahora qué perra? ¿No querías que hablara? ¡Pues toma! Bueno vale... me estoy pasando... pero joder! No la soporto. Es tan mala persona... 

Carlos levanta la mirada y me mira.

- Isa. Lleva a Clarissa fuera. Para que coja aire. Necesito hablar con mi madre - está demasiado serio. Me da hasta miedo. Cojo a Clarissa y la llevo fuera. 

Cuando estamos bajando las escaleras se oyen gritos que provienen de la habitación. No se como acabará esto... pero bien, no será. Tampoco es mi intención que Carlos no se hable con su madre ni nada por el estilo. Pero esa señora me lleva buscando mucho tiempo, y al final me ha encontrado. 

Al llegar al jardín, parece que Clarissa está algo mejor. La llevo a una zona donde hay muchas flores, y allí nos sentamos en el césped. Espero que esto le guste, y la relaje. 

- Que bonito está el jardín... - dice para ella misma, pero la acabo oyendo.

- Si... está precioso - le sonrío.

- Isabella...

- ¿Si? - la miro sonriente.

- No quiero que me dejes.. - y le vuelve a salir una lagrimita. 

- ¿Por qué iba a dejarte? - pregunto sorprendida mientras le seco esa lagrimita con mi dedo. 

- Porque te terminarás cansando de mi, y te irás... - y empieza a llorar de nuevo.

- ¡Oh no cariño! - la abrazo - Nunca te dejaré sola.

- ¿Me lo prometes? - Clarissa se recompone y me enseña su dedo meñique.

- Te lo prometo. - y enganchamos nuestros meñiques en señal de promesa. A partir de ahora sé, que esta niña debe estar en mi vida. No sé si lo mio con Carlos durará mucho. Pero lo que sé, es que voy a cuidar de esta niña toda mi vida. 

- ¡Vaya, vaya! dos flores más en mi jardín. - Jack se acerca con una sonrisa de maldad. Sabe que no quiero verlo pero el como es tan estúpido, hace caso omiso a mi expresión de desagrado. 

- ¡Hola Jack! - le saluda Clarissa con una sonrisa. Esta niña es un cielo hasta con quién no se lo merece. 

- Hola preciosa, ¿cómo estás? - se agacha Jack para estar a su altura.

- Pues mal. Estoy malita. - agacha la cabeza y se mira las manos. 

- Clarissa cariño, ¿qué te parece si me traes unas flores de esas? - le señalo unas flores rosas.

Clarissa se levanta y se va. Yo también me levanto, no quiero respirar el mismo aire que este ser. Cuánto menos tiempo a su lado, mejor. 

- ¡Isa, espera! - me agarra de una mano y joder enseguida la suelto. Solo me ha tocado la mano y ya ha recorrido una electricidad por todo mi cuerpo. ¿Por qué me pasa esto? No logro entenderlo.

- ¿Qué quieres? - le respondo de mala gana.

- ¿Por qué me evitas? - parece algo preocupado. Casi podría decir que le importo. 

- Yo no te evito, lo que... no quiero verte y punto.

- Isa.. - pone cara triste - no te alejes de mi..

- ¿Por qué? - quiero saber. 

- Porque... - mira al suelo, y vuelve a mirarme - porque te necesito.

Éstas palabras no me las esperaba. ¿Qué me necesita? ¿Desde cuándo? ¿Por qué? Es extraño que el diga esas cosas. Seguro que nunca a necesitado a nadie más que a su propio ego. Pero por otra parte, sus palabras me parecen sinceras. Y no sé qué pensar. 

- Jack, por favor. Déjame. Tú y yo no podemos estar juntos y lo sabes - le doy la espalda.

- ¿Por qué? ¿por qué no? ¡Yo puedo darte más que ese pijo de mierda!

- Jack, por lo que más quieras, vete y déjame con mi vida - me giro y empiezo a caminar.

- ¡¿Por lo que yo más quiero?! ¡LO QUE YO MÁS QUIERO ISABELLA ERES TÚ! - me grita. Yo ni me inmuto y sigo caminando hasta donde está Clarissa cogiendo flores.

Mientras voy caminando me dan mareos, lo veo todo borroso, me paro para ver si mejoro pero nada. Sigo caminando y los mareos aumentan. Sin darme cuenta caigo de rodillas en el césped. Mierda. No tengo control sobre mi cuerpo. Nada, ya no veo nada. Lo único que veo es a Carlos gritándome y yo cerrando los ojos...



El amor dá asco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora