Capítulo 11: "El idiota que me engañó"

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COURTNEY:

Aquelarre de Mago de oz suena con fuerza, haciendo que caiga de la cama del susto. Gruño con frustración y estoy a instantes de mandar a la mierda mi despertador cuando recuerdo que es mi teléfono y abro los ojos de golpe, sosteniéndolo en el aire. Giro sobre mi espalda y lo apago. Me quedo ahí, tratando de espantar los restos del sueño.

Escucho pasos resonar por el pasillo y sonrío, intuyendo lo que pasará a continuación.

— ¡Tony, Layla y Courtney Elizabeth West! ¡Los quiero abajo para desayunar en quince minutos! —grita la melodiosa voz de mi madre. Cualquiera diría que, después de haber llegado por primera vez en años a tan altas horas de la madrugada un sábado, sería más dulce en la manera de despertarnos hoy. Su enorme sonrisa me hizo saber que se la había pasado exactamente como lo habíamos esperado con Manfred. Ya podía oler el inicio de algo entre los dos—. ¡Courtney!

— ¡Ya oí! ¡Ya voy! ¡Vas a despertar a los vecinos! —espeto con burla. La puerta de mi habitación se abre inmediatamente, me incorporo de mi lugar en el suelo y veo a mamá cuando asoma su cabeza, alzando una ceja en mi dirección.

—Como si eso te importara —replica con ironía.

—Cierto —me encojo de hombros con una media sonrisa y ella rueda sus ojos con fingido fastidio.

—Quince minutos —me recuerda antes de salir. Tallo mis ojos con los puños y tomo lo primero que encuentro en mi armario, un jean negro y una playera de Nirvana que luce muy desgastada, ya que debe tener por lo menos cuatro años desde que la compré. Me dirijo al baño con un bostezo y tropiezo con mis zapatos.

Maldito y estúpido lunes.



(...)

Me apresuro, bajando las escaleras exactamente veinte minutos después a desayunar. Digamos que puede que me haya quedado dormida en la ducha, Zaira dice que algún día de estos podría ahogarme o partirme la cara por dormir de pie, pero no puedo evitarlo, despertar temprano no es uno de mis talentos.

Mamá entrecierra sus ojos en cuanto me ve y yo le sonrío, pestañeando con fingida inocencia.

—Buenos días, mami —ella se rinde, como siempre, y sonríe, dejando mi desayuno en la mesa junto al mocoso. Rodeo la mesa y revuelvo el cabello rizado de Tony—. Buenos días, mocoso.

Él intenta golpear mi mano, pero la aparto antes de que lo logre.

—Buenos días, Elizabeth —frunce su nariz con disgusto.

—No me llames de esa manera —golpeo su nuca y me siento en uno de los taburetes a devorar mi desayuno.

—Tú no me digas mocoso —refunfuña. Lo ignoro deliberadamente para molestarlo más y prosigo a terminar mis waffles.

— ¡Buenos días, familia! —mi hermana y su entusiasmo me causan jaqueca. ¡¿Cómo puede estar tan feliz un lunes por la mañana?!

Ella entra a la cocina y nos saluda a todos con un sonoro beso en la mejilla, dejando a su paso el aroma de su perfume. Por su actitud podía deducir que le fue bien en la fiesta con Chase. Todo el domingo se la pasó como caballo drogado, daba saltitos exageradamente alegres y le sonreía hasta a la vieja gruñona de la casa de al lado.



(...)



— ¿Me llevas, Court? —pregunta mi hermana al terminar de desayunar. Mamá y Tony se han ido antes porque el mocoso hizo alguna tontería en la escuela y le enviaron un citatorio a mamá.

Take The RiskDonde viven las historias. Descúbrelo ahora