Me había alegrado tanto al ver a mi hermano que había dejado atrás todas mis normas. Pero me sentí bien porque lo había hecho por Mik, sólo lo haría por él.
Mi hermano se había ido de Suecia después de mí y parecía que había venido a quedarse. Por supuesto que iba a quedarse en mi casa, era muy grande para mí sola y adoraba pasar tiempo con mi hermano.
Cuando estaba cocinando pasta con Michael, mi móvil empezó a sonar notificándome que tenía un mensaje. Dejé que Mik se encargará del fuego y corrí hasta mi bolso. Lo abrí y vi que era de un número desconocido.
Respiré ondo y abrí el mensaje.<<Señorita Lundberg, le hablamos desde Rönngren Plublicity. Nos alegra comunicarla que ha sido contratada.>>
Abrí los ojos como platos y salté de alegría. No me podía creer lo que había leído, no podía ni asimilar que me habían contratado a pesar de lo mal que lo había hecho. Rönngren Publicity era la última que había hecho osea que me había contratado el anciano amable. Me alegré todavía más y corrí hasta la cocina, donde estaba mi hermano moviendo los espagueti. Me acerqué hasta él y lo abracé por la espalda. Él se rió y se giró para abrazarme.
- Sabía que lo conseguirías, Hannah. Estás hecha para destacar, aunque te empeñes en lo contrario.
Dos meses después.
Llegué como siempre, diez minutos antes de que el señor Rönngren llegara. Me gustaba estar antes y darle un café nada más verlo porque sabía que él no desayunaba.
La verdad es que le había cogido cariño a ese carismático y amable señor que se hacía llamar mi jefe. Más que mi jefe parecía mi padre y me alegraba un montón haber encontrado a alguien como el señor Rönngren. Me fui a mi despacho y me puse a repasar la agenda de mi jefe. Diez minutos después, recibí un aviso de Ashley, la recepcionista, que me decía que el señor Rönngren ya había llegado a su despacho. Me levanté de la mesa y salí de mi despacho para llegar al de mi jefe y entrar cuando él me dejó desde el otro lado.
Lo vi aflojándose la corbata y parecía que hacía muchos aspavientos. Me acerqué hasta la mesa y le dejé el café delante suyo.
- Buenos días, señor Rönngren - lo saludé -. Le dejo el café para que lo tome cuanto antes, ya sabe que frío le sienta mal.
- Llámame Charles, Hannah, sabes que no me gustan los formalismos con la gente que me agrada, me los guardo para los demás empresarios. Y gracias por preocuparte por mí, como siempre.
- Es mi trabajo.
Él asintió pero se le veía muy rojo y parecía que peleaba con la corbata.
- ¡¿Está bien?! - pregunté acercándome cuando vi que estaba a punto de desplomarse en el suelo.
Llamé a la ambulancia y esperé hasta que llegaran. Abaniqué a Charles con el informe que tenía más a mano y le desabroché la corbata, parecía que se estaba ahogando.
La ambulancia llegó poco después y fui la que me monté en la parte trasera sin soltarle la mano a Charles, el cual había agarrado mi mano justo cuando los médicos habían llegado. Mis compañeros estaban con las manos en la boca sorprendidos y yo lo único que podía hacer era rezar para que no le pasara nada al señor Rönngren.
Cuando llegamos al hospital, llevaron a mi jefe directamente a urgencias y yo me quedé en la sala de espera sin saber que hacer y sintiendo como mis manos sudaban de tanto restregarlas.
Estaba muy nerviosa.
De repente, un chico con el pelo castaño entró con rapidez y se llevó las manos a la cabeza como si estuviera desesperado. Llevaba unos vaqueros y una chupa de cuero, en su mano tenía un casco de moto por lo que supuse que era motorista. Era bastante guapo - el mas guapo que había visto en mi vida, para ser sincera - y su cuerpo estaba...
¡¿Pero que estoy pensando?!
Bajé la cabeza y dejé que mi largo pelo me tapara la mitad de la cara. El chico me miró y pareció algo decepcionado.
- Parece que tú eres la secretaria.
Me quedé sin saber que decía pero terminé asintiendo y escondiendo más mi cabeza. Él se acercó y me levantó el mentón haciendo que mi cara se despejara. Sentí sus dedos sobre mí piel y esa sensación que estaba sintiendo no me gustaba, no me agradaba nada que no conociera. Aparté sus dedos e hice que retrocediera para levantarme del asiento y alejarme de él.
- ¿Tan culpable te sientes? - inquirió él.
- ¿Por qué... deber-debería sentirme cul-culpable?
- Tenías que haber reaccionado antes y así la ambulancia lo había traído antes.
- Reaccioné lo más rápido que pude - me quejé.
Con este hombre no podía ser fiel a mi timidez. Quería gritarle pero me limité a salir de la sala de espera y dejarle a la señora del mostrador un mensaje para cuando el señor Rönngren despertara.
Salí del hospital e intenté tranquilizarme.
La antigua Hannah habría vuelto para cantarle las cuarenta pero yo ya no era más esa persona.
Esa persona había desaparecido cuando él había salido de mi vida. Me había convertido en lo que era hoy por miedo a mostrar mi verdadero yo y destacar, prefería que nadie me viera y para eso había adoptado una nueva barrera de defensa.
De algo estaba muy segura : no volvería a dejar que nadie abusara de mí
ESTÁS LEYENDO
El Hijo De Mi Jefe [SL1]
RomanceHannah Lundgren era la típica chica tímida. No era nada especial ni destacaba en ninguna situación. Siempre era la última para todos y en todo, pero sólo en apariencia. Ella en verdad podía destacar. Simplemente le gustaba estar en la sombra y no se...