Capítulo 9 : La gala - Parte 2.

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La hermana de Simon resultó llamarse Josefine y era más alegre y divertida de lo que me había podido imaginar. Su pelo era pelirrojo y sus ojos verdes pero, lo que más me llamó la atención respecto a ella no fue su falta de parecido con los Rönngren, fue que cada vez que se reía se le formaban hoyuelos en las mejillas y que no la importaba lo que los demás pensaran de ella. Se comportó muy bien pero a simple vista veías que era una joven segura de sí misma con ganas de comerse el mundo.  Me agradó nada más conocerla y parecía que a ella yo también la agradaba porque me empezó a llamar cuñis nada más conocernos. 

Dejé mi aspecto en sus manos y,  una vez que me miré al espejo, me sorprendí bastante con la Hannah que estaba viendo. Mi pelo estaba rizado y las ondas eran casi perfectas, el maquillaje de mi cara era poco pelo mis labios pintados de rojo destacaban con mi pelo rubio y, por último, el vestido blanco que se ajustaba a cada curva de mi cuerpo. 

No parecía para nada yo y me sorprendía que debajo de todo eso estuviese la Hannah Lundgren tímida que pasaba inadvertida. Josefine me agarró de la mano y me llevó hasta donde estaba Simon sin deshacerse de su cálida sonrisa. Cuando ambas bajamos las escaleras, miré al suelo sin querer descubrir la reacción de Simon. Tenía dudas de si le iba a gustar o no y por eso prefiría no mirarle. Pero sentí sus pasos cerca de mí y mi corazón empezó a latir sin control, sin hacer casos a mis intentos de que se tranquilizara. Sus dedos levantaron mi mentón y, en un segundo, sentí sus suaves labios sobre los míos en una caricia. Sentí esas mariposas volando en mi estómago pero lo atribuí al hecho de que me iba a enfrentar a muchas personas como la futura señora Rönngren. EL beso de Simon había sido el más perfecto que nunca me habían dado, parecía que se había fundido en mis labios y que todavía seguía besándome. 

-  Estás hermosa, Hannah -  dijo agarrando mi mano y besando la palma -. Estás preciosa y me da la sensación de que no sabes cuanto. 

Sonreí y dejé que nos llevara hasta el coche donde estaban Christopher y Clark. Mis ojos se encontraron con los de Clark y una sonrisa apareció en los labios de él haciendo que yo también sonriera. Miré por la ventana durante todo el trayecto intentando tranquilizarme e insuflarme un poco de positivismo pero cuando llegamos y vi la gran mansión delante de mis ojos y la cola de coches de lujo, quise salir corriendo. Clark me abrió la puerta y me acarició un segundo la mano dándome ánimos hasta que Simon apareció por el otro lado y me agarró la mano para posarla en su brazo. Me despedí en silencio de Clark y sentí los dedos de mi prometido acariciar el brazo que se encontraba entrelazado con el suyo.

-  Hannah, esta es nuestra oportunidad para que la gente piense que estamos prometidos -  dijo en susurros ya que había gente que se dirigía a la entrada de la casa como nosotros.

Asentí con la cabeza y me quité el abrigo para dárselo a la chica que estaba en la entrada. Ella me sonrió con amabilidad y saludó a Simon tratándolo de usted. 

-  ¿Los empleados te conocen? -  pregunté una vez que nos alejamos de la chica de la entrada que seguía recogiendo abrigos. 

-  Claro, es la casa de mis padres. 

Me giré sorprendida y lo golpeé en el brazo reuniendo todas mis fuerzas - que no eran muchas pero por lo menos valían para algo -.

-  ¡Eso no lo dijiste! -  protesté parándome -. No dijiste que íbamos a ir a la casa de tus padres, solo dijiste que era una gala a la que te tenía que acompañar. 

-  Hannah, no te pongas nerviosa -  dijo él atrayéndome hasta sus brazos. 

-  No...estoy...nerviosa -  susurré estando nerviosa por su cercanía y por sentir su cara tan cerca de la mía que podía sentir su cálido aliento en mis mejillas. 

-  Todo va a ir bien, solo quédate a mi lado y todo saldrá bien, ¿está bien?

-  Sí -  susurré. 

Él agarró mi mano y tiró de mí hasta una de las mesas que se encontraba más cerca del escenario. Reconocí a Josefine y ella se acercó como una bala a mí para darme un abrazo y estamparme dos besos en cada mejilla. Sonreí ante su efusividad y me sorprendí al ver al señor Rönngren totalmente recuperado. 

-  ¿Se encuentra mejor, señor Rönngren? - pregunté haciendo que todas las caras se tornaran hacia mí. 

-  Estoy mejor, Hannah, gracias por interesarte. Simon, veo que has traído por fin a tu prometida para que los demás la conozcan. Buena decisión, hijo. 

Simon asintió y me fue presentando a su familia, que por lo que parecía estaba reunida en esa mesa. Su madre se llamaba Åsa y era de lo más agradable y graciosa; su prima Mirjam era una egocéntrica y parecía que le encantaba el dinero pero eso era normal proveniendo de alguien que le salía el dinero de las orjas y, por último, su primo segundo. 

Ahí fue cuando me quedé congelada. 

Su primo era Sebastian, el mismo Sebastian con el que había salido y del que había soportado todo tipo de maltratos. El mismo Sebastian que me había dejado embarazada y había matado al niño al golpearme. El mismo Sebastian que me había convertido en lo que era ahora. 

Sin importar lo que pensaran, salí corriendo entre la gente y me escapé hasta el jardín trasero. Mi cuerpo temblaba de miedo mientras flashbacks de las cosas que había vivido con Sebastian acudían a mi cabeza. Sus manos impactando en mi cuerpo, sus tirones del pelo, sus...

Oí pasos y juro que me quise morir pensando en que podía ser él. Me acurruqué esperando el primer golpe pero este nunca llegó, en su lugar sentí unas manos gentiles acariciando mi cabello. 

-  Fue él, ¿verdad? -  preguntó la voz de Simon mientras me acurrucaba en sus brazos -. Fue él el que abusó de ti. 

Temblé en sus brazos. ¿Cómo sabía él lo que había vivido en el pasado? ¿Se lo había contado alguien? El único que lo sabía era Michael pero él no lo...A no ser que hubiera ido a advertir a Simon y se le hubiera escapado. 

- Él no te hará daño, Hannah. Te prometo que no lo hará, antes tendrá que pasar por encima de mí para herirte. 

Lo miré a los ojos entre lágrimas y sentí sus labios acariciar los míos. Aquel simple roce de sus labios hizo que dejara de temblar y que me olvidara completamente de Sebastian. 

Solo estaba Simon Rönngren y el hecho de que estaba empezando a amarle. 









El Hijo De Mi Jefe [SL1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora