Capítulo 25.

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Estoy en el ascensor del edificio de Christian. He tenido que ponerme la ropa llena de sangre, no tenía otra cosa, al menos como hace frío el abrigo podrá cubrirme algo. Me arreglo el pelo frente al espejo, parezco una leona. Como siempre. Las manos me sudan y me las limpio al pantalón. El ascensor llega a la planta número 0. Salgo y veo a través de las puertas a Gorka. Dios, es guapísimo, lleva su abrigo negro y se frota las manos para espantar el frío. Me quedo paralizada, ¿por qué ha vuelto a aparecer? Desde que me rompió el corazón me he pasado noches en la cama llorando hasta que las lágrimas no salía y me ahogaban y otras tantas en los bares emborrachándome para olvidarle, pero a la mañana siguiente siempre era mi resaca.

Abro la puerta y se gira, me sonríe. Noto como se me agolpan las lágrimas en los ojos, veo borroso.

=¿Qué haces aquí? = Digo mientras le esquivo la mirada.

=Evitar que cometas un error.

=Bien, pues alguien debería decirte que es mi vida, no la tuya. Por lo tanto no tienes derecho a nada.

=¿Por qué?

=Es increíble que lo preguntes. Te di todo lo que tenía y como si nada me dejaste, sola, sin nada, destrozada, joder, nunca nadie te querrá como yo lo hice, como yo lo hago y con decirme que tu también podría regalarte el mundo, pero tu no quieres a nadie, tu solo te quieres a ti mismo.

=Puedes llenar los minutos de razones Ruth pero hablas por hablar. Si buscas que te diga el yo te quiero de después haces bien en buscarlo en Christian porque yo nunca sentiré por ti nada.

Me echo a llorar porque no puedo creerme que me busque una y otra vez para destruirme. No puedes romper algo que ya esta roto, y regocijarte de haber sido el causante de la destrucción no es digno de orgullo. Da un paso hacia delante, se agacha y me da un beso en la mejilla, pasa por mi lado y se aleja, no me doy la vuelta, no puedo. Sé que volverá, el asesino siempre vuelve al lugar del crimen.


Si fuéramos lluvia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora