Capítulo 32

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Estoy tumbada en el sofá con Christian a mi lado, me he tenido que recoger el pelo porque el calor de la melena enrollándose en el cuello era insoportable. Llevo puesta una de sus camisas y ya me ha dado tres palizas en la xbox. No sé porque sigue queriendo jugar conmigo, siempre me gana, para mi empieza a ser humillante y para él demasiado fácil. Pero supongo que los hombres quieren más, siempre. Todo esto cuando empezó me parecía la aventura más de amor de verano que podía vivir. Hablábamos, reíamos, hacíamos el tonto. Quiero decir para que conste, que no es él, soy yo, que soy demasiado inconformista. Ahora me aburre, es rutinario, jugamos, nos acostamos, jugamos, nos acostamos y nos volvemos a acostar y nos volvemos a acosar, ya no reímos y nos volvemos a acostar. No digo que la parte de acostarnos este mal, que tampoco es que esté para lanzar cohetes. Pero es monótono... Cuando estamos demasiado cansados para seguir, yo me visto y me voy. Porque no tenemos palabras bonitas para decirnos después, ni sabe donde colocar la mano para que no quiera salir de su cama ni ante una amenaza terrorista. 



Si fuéramos lluvia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora