IX. Objetivos

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      Nadie hablaba, el entorno, conocido por todos, parecía hostil. La sala de las palabras parecía más pequeña, las cinco personas que en ella había ni siquiera se miraban, habían sido convocadas de forma urgente, eso suponía que la comodidad de su puesto llegaba a su fin. Después de una inquietante espera, el sexto miembro entró por la puerta y tomó asiento.

      Iluymt, tras acomodarse en el sillón miró al resto de los componente uno a uno, solo dos le mantuvieron la mirada.

      -¡Como es posible! –Dijo el general intentando mitigar su ira –Quiero una explicación inmediata.

      Un pequeño eco metálico sonó mientras todo lo demás callaba.

      -A sido a ti, ¡a ti!, a quien se le ha escapado de entre las manos. –Dijo el hombre que se sentaba a su derecha, uno de los que soportó el furor de fuego en los ojos de Iluymt - Si puede escapar de esa manera de ti y de tus fieras, no le será difícil evadir a unos pocos soldados.

      Por un momento, pareció que el general iba a explotar, pero luego se calmó, cerró los ojos y cuando los abrió volvió a hablar.

      -Llevas razón, así es.

      -El culpable soy yo, creí que estaría más débil.

      -Me equivoqué.

      -Os pido disculpas.

      -Pero también os pido celeridad, debemos capturarlo lo antes posible, quiero la cooperación de los reinos vecinos, ese hombre debe de estar de nuevo donde estaba o en su defecto... muerto.

      -Iluymt, -volvió a decir el hombre de su derecha- ¿has oido los recientes rumores?

      -¡Si! Según las voces de muchos sitios, una gran hueste se está formando en la fortaleza de la montaña solitaria.

      - También dicen que el general al mando proviene de un lugar muy lejano, de un trozo de tierra que nace de las profundidades del mar de Agrumynt a muchos varines de la costa de Astraganet –Dijo otro de los convocados.

      -¡Zuer-Inot! –Pronunció pensativo Iluymt.

      -¿Qué esta pasando general? –Dijo de nuevo el guerrero.

      -No lo se Lonuk, no lo se.

      El comandante en jefe de los tres reinos se puso en pie.

      -Por favor, dejadme solo.

      Los cinco hombres se miraron entre si, Lonuk asintió con la cabeza, sin mediar palabra salió el primero de la sala y tras el, el resto del consejo de la ciudad de plata.

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      La tierra se desplazaba deprisa entre los pies del corcel, prados, montañas, ríos y caminos quedaban atrás rápidamente. Había optado por sendas que no aparecían en mapas, lugares ocultos y aislados de caminos principales, también más peligrosos, refugio de malhechores y bandidos, sin embargo hasta ahora no había visto ni un alma. En determinados tramos el boscaje se espesaba, el jinete debía sortear enormes raíces y grandes rocas que por desprendimientos quedaban en mitad del paso impidiendo el avance por ese camino, debiendo optar por alternativas que lo hacían progresar más lentamente.

      Era conocedor del ímpetu, de la arrogancia y el orgullo de Iluymt, sabía que a pesar de haber salido con fortuna de su dominio no cesaría en su empeño de apresarlo.

EL CUARTO MAGO. LIBRO II. Magos  oscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora