LI. Dudas

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     Dos jinetes más se unieron al pequeño grupo que encabezaba la marcha.

      -¿Se ha ido? -Fue Lonuk, uno de los que acababan de llegar quien formuló la pregunta.

      -¡Se ha ido! Y tras él, todas sus criaturas –Respondió Diegt.

      -¿Dónde van? Parecen que se escondan del nuevo día. –Preguntó Tenuk el general del reino de Danienit que también acababa de llegar.

      Leymt negó con la cabeza.

      Buscando una respuesta, el general de los tres reinos miró de nuevo al comandante de las tierras sombrías.

      -¡No lo sé! –Respondió- Solo sabemos que no toleran el sol. En las tierras de dónde vengo, nuestros abuelos aprovechaban la luz del día para reagruparse, trazar planes, buscar medios para vencerlos. Pero no había tregua, cuando la luz del día desaparecía volvían. Algunas veces, los más osados formaban pequeños grupos intentando dar con ellos mientras se podía ver.

      -Dime Diegt, ¿Por qué nunca os unisteis a ellos? Erij es razonable. –Preguntó Iluymt.

      El general por un instante que apenas se pudo apreciar cerró los ojos y pareció recordar.

      -No me preguntes. Ni siquiera sé por qué cabalgo junto a él. ¡No! No es razonable, ni siquiera es un hombre, es una bestia, un demonio. Tal vez esto que hacemos ayude a mi pueblo, tal vez podamos firmar una tregua.

      -¿Realmente, alguien sabe por qué combatimos? ¿Que nos han hecho los magos? -Preguntó Leymt.

      -Porque eres un guerrero –Afirmó con rotundidad Iluymt.

      -¿Los magos? ¿De verdad no sabes lo que hicieron?

      El  guerrero Zuerita lo miro de forma extraña.

      Entonces Iluymt rió.

      -¡No! ¡Claro que no! Tú nunca saliste de la isla. No puedes saber lo que aconteció en los grandes reinos.

      -Yo, pertenezco a uno de esos reinos y no sé a qué te refieres –Matizó Diegt.

      -Si... Es posible, aquello no llegó a todos sitios, ellos intentaron ocultarlo, desaparecieron y como por encanto, las gentes se olvidaron de su existencia.

      -Solo algunos recordamos lo que pasó, solo algunos recordamos la traición de los magos.

      -¡Tenemos tiempo! –Dijo Leymt- Cuéntanos que pasó.

      Iluymt miró a Diegt, este torció ligeramente la cabeza.

      -Soy curioso por naturaleza y no rehúso escuchar una     buena historia. –Afirmó.

      -¿Qué pasó? –Preguntó sin entender Tenuk.

      El general de los tres reinos miró al frente, sacó una pequeña cantimplora y tomó varios sorbos cortos con pausada calma. Luego comenzó la historia.

      "De todos es sabido desde hace muchas lunas, el mismísimo Kelj, en su partida, dejó la protección de los tres reinos a mi antepasado el gran Inulyum. Al igual, es sabido de la extraordinaria capacidad de este gran guerrero para proteger las grandes tierras. Generación tras generación los sucesores del Inulyum se han ido sucediendo como protectores de los tres reinos, un título ganado por derecho propio. Yo soy Iluymt descendiente directo de sangre de la estirpe de guardines más grande que ha conocido la historia.

EL CUARTO MAGO. LIBRO II. Magos  oscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora