Capítulo 4

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En multimedia tenéis a Lucas.


Jack observaba por la pequeña ventana de la celda como caían copos de nieve del cielo. El paisaje que les rodeaba era montañoso y supo reconocer que le habían llevado a casa, aunque no la echaba de menos, tenía demasiados malos recuerdos de aquel lugar. Seguramente, su hermana le estaría buscando como una posesa. Era muy testaruda, cuando se le metía algo en la cabeza no paraba hasta conseguirlo, pero él también lo era e iba a lograr salir de allí, junto al compañero de celda que en ese momento tenía un aspecto enfermizo a pesar de tener cerca de setecientos años. Dylan estaba sentado en el suelo en el otro lado de la celda. Su pelo rubio estaba sucio y desordenado, tanto que parecía más castaño que rubio. En otras situaciones se habría vuelto loco por parecer un vagabundo, pero estando tan débil ya no le importaba. Aquel aspecto solo llevaba a que había estado casi una semana sin alimentarse, y si seguían sin traer comida mucho se temía que acabaran muertos de hambre. Y cuando un vampiro tiene hambre, se convierte en un monstruo.

-Deja de mirarme-dijo Dylan sin levantar la vista-. Ya sé que tengo un aspecto horrible.

Jack se apartó de la ventana y se sentó en el suelo húmedo y pegajoso con restos de manchas rojas que nadie había podido quitar con el tiempo.

-Horrible es poco. Cualquiera diría que has estado buscando ratas en las alcantarillas.

Dylan emitió una especie de gruñido, señalando que no estaba para bromas, ni siquiera él cuando era el gracioso y sarcástico de los cinco.

-Si esto sigue así, no voy a durar mucho- comentó pasándose las manos por el pelo rubio dejándolo aun más sucio.

-No digas eso.

-Es la verdad. Y a ti te pasará lo mismo, quieras negarlo o no.

-¿Has perdido la esperanza de que nos rescaten?

Dylan le miró entonces, con los ojos del color de la sangre derramada.

-Piensa un poco, Jack. Estamos rodeados de montañas, probablemente en una zona donde nadie se atrevería a entrar y si estas pensando que tu hermana nos va a sacar de esta, es que eres más necio de lo que pensaba.

Sin más, Jack se echó a reír. Dylan le miró mal.

-¿Qué te hace tanta gracia?- preguntó enfadado.

Jack intentó dejar de reírse a duras penas.

-¿Cuándo has alcanzado la madurez?

Dylan bufó y él tampoco pudo evitar una pequeña sonrisa, que al rato volvió a desaparecer.

-Gracias por hacer nuestra estancia en este "hotel de lujo" más amena, pero no tengo el cuerpo para bromas.

Jack levantó las manos en señal de rendición y ambos guardaron silencio durante otro rato. Era tal el agotamiento que no sacaban fuerzas ni para tener una conversación decente. Dylan empezó a toser durante los siguientes días y su aspecto empeoraba por momentos. Jack se preocupaba por él y por el plan de escape. Los guardias que los vigilaban cambiaban sus turnos al amanecer y al atardecer. Eran un hombre y una mujer, ambos humanos, bien entrenados para el combate, pero no preparados para el enfrentamiento contra unos vampiros sedientos. Se acercó todo lo que le permitían las cadenas hasta el cuerpo de Dylan y lo llamó en susurros para que nadie más lo oyera.

-Dylan.

No dio señales de vida hasta que dijo su nombre por enésima vez y los ojos claros de Dylan empezaban a abrirse perezosamente.

Peligroso Reencuentro (Eternidad Solitaria #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora