Capítulo 19

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Mykonos los recibió con un día despejado y con un calor que no llegaba a ser molesto, sino agradable, pero no estaban allí para pasar unas vacaciones. Tenían que pillar a los asesinos de Dennis antes de que consiguieran escapar a territorio enemigo y ya no pudieran alcanzarles. No podían dejar que eso ocurriera.

Observó como Lucas bajaba del barco que los había traído hasta allí y miraba embobado a su alrededor. Debía de ser la primera vez que iba de viaje tan lejos y no podía culparle si quería recorrer la isla de un lado a otro para hacer turismo. No, Katerina, no seas estúpida y céntrate en lo que has ido a hacer allí. Pero le resultaba casi imposible apartar los ojos de él. Con unos vaqueros y una camiseta blanca, que casi le marcaba todo, parecía un dios griego que había decidido volver a casa tras una larga ausencia. Podría encajar muy bien allí. Tenía el moreno ideal, el pelo negro revuelto por el viento y una buena constitución que podría haberse sacado del Olimpo. Tuvo suerte cuando estaban juntos, ahora la suerte sería de otra.

-¿Qué pasa?- oyó la pregunta y no se dio cuenta hasta el momento que lo había estado mirando como una tonta.

-Nada. Solo pensaba.

-¿En la clase de muerte que les darás a los asesinos?- preguntó con una sonrisa ladeada.

Tuvo una especie de deja vú con esa conversación. Parecía que volvían a estar conociéndose hace unos meses y todavía no hubiese pasado nada. La única diferencia era que él ya sabía la verdad.

-Lucas, no sé si eres consciente pero he venido aquí a matar.

-Si. ¿Y?

¿Qué demonios?

-¿Por qué estas tan tranquilo?

-Tras lo que he vivido estas últimas semanas, ya no me parece raro cualquier cosa. Si me dices que Poseidón va a salir en cualquier momento del agua, tampoco me resultaría extraño.

No pudo evitar reírse por esa referencia y por un momento su discusión había desaparecido de sus mentes. Cogió la pequeña bolsa que había llevado como equipaje y observó la pequeña villa asentada en una pequeña colina con sus casas blancas, su puerto y sus pequeñas playas, aunque no las viera pero sabían que estaban allí. Cuanto había echado de menos ese lugar. Sin esperar, caminó hacia el pueblo sin pensar en si Lucas la seguía o no, pero sí la seguía, ya que su olor la acompañaba.

-¡Katerina!- Nunca pensó en volver a oír esa voz durante un tiempo, pero la forma de llamarla confirmaba que Alexei se lo había contado absolutamente todo.

Una mujer de unos setenta años de edad se acercaba a ella cargando con la compra. Alena dejaba ver la perdida que sufría. Estaba más pálida, tenía ojeras y sus ojos estaban rojos de tanto llorar. Dejó caer las bolsas al suelo y se llevó las manos a la cara para disimular las ganas de llorar y también la alegría de verla. Katerina no tardó en ir hasta ella y abrazarla tan fuerte que creyó que la rompería. También tenía ganas de llorar.

-¿Qué haces aquí, mi niña?- Casi no se la entendía.

-¿Pensabas que iba a quedarme de brazos cruzados?

Cuando le vio de nuevo la cara, no parecía que la persona más joven fuera ella.

-¿Has venido aquí por la muerte de Dennis? Alexei no me dijo que venías cuando hablamos.

-Quería darte una especie de sorpresa.

Alena también estaba emocionada al pensar que no estaría más sola en esa casa que ahora veía tan vacía sin su marido.

Peligroso Reencuentro (Eternidad Solitaria #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora