Capítulo 16: Paraíso Peligroso

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Jamás me imagine que finalizaría formando una alianza con mi compañera igualmente procedente del distrito 12 Maysilee Donner. Pero ella tenía razón, viviríamos más si nos uníamos.

Si conseguíamos sobrevivir lo suficiente hasta que fuéramos de los últimos diez o cinco últimos tributos con vida en la Arena las circunstancias deberían cambiar y me constaba. De suceder aquello la alianza se debería de romperse ya que no nos mataríamos entre nosotros y eso nos queda claro a ambos; una alianza es una alianza y nuestro deber era cuidarnos la espalda y hacer todo lo posible por sobrevivir manteniéndonos unidos.

El Paraíso Peligroso estaba forrado de inconvenientes venenosos y peligros en todos los caminos y rincones. Nos encontramos muchos en nuestro intento de alejarnos de la montaña nevada y eso lo puedo afirmar basándome en lo que ocurrió a aproximadamente dos o tres horas después de haber formando una alianza con mi compañera.

Nos encontrábamos caminando entre la maleza crecida y a paso lento cuando a Maysilee le llamaron la atención unas coloridas mariposas de tamaño mediano y antenas largas. Estaban forrando un pequeño árbol sin hojas y sin flores y me percaté de que Maysilee no toleraría la tentación de acercárseles.

—Son hermosas—afirmó mientras las contemplaba petrificada.
—Lo son pero podrían tratarse de una especie de muto o podrían contener veneno así que evita acercarte a ellas y mejor continuemos caminando que es lo mejor que podríamos hacer en estos momentos— pero Maysilee hizo caso omiso a lo que acababa de decir y dio tres pasos hacia ellas para examinarlas mas de cerca.

Me cruce de brazos y vi como daba un paso más mientras yo me lamentaba y me desesperaba gracias a su terquedad.

—Maysilee, cuidado, no sabes nada sobre ellas así que no pretendas ser una experta en relación a ellas.
—Haymitch, son solo mariposas —dijo con tono de estar casi igual de exasperada que yo.—No me harán daño.
—Eso aun no lo sabes—le recordé y se volteó de manera brusca hacia mí.
—No sucederá nada, compréndelo Haymitch. Solo déjame apreciar la naturaleza mientras pueda—me reprochó e instantáneamente se escucharon a las mariposas agitar sus pequeñas alas  rápidamente produciendo juntas un pequeño ruido estremecedor.

Maysilee retrocedió unos cuantos pasos hasta que se escondió justo detrás de mi espalda. Ambos temíamos que las mariposas fueran realmente lo que en ese instante teníamos en mente: mutos.

—Maysilee —dije en voz extremadamente baja— No te muevas y no hagas ningún a menos que te lo indique.

En ese momento se escucho un cañón. Voltee mi cabeza rápidamente para asegurarme de que no había sido Maysilee la que había muerto. Esta se encontraba aun parada tras de mi y al girar la cabeza nuevamente las mariposas se habían alzado en vuelo justo hacia nosotros.

—¡Maysilee, corre!—le ordené por su bien y yo comencé a correr detrás de ella.

Las mariposas se nos acercaban más y más y mientras tanto yo ya había alcanzado a Maysilee y comencé a darle ánimos para que corriera aun más rápido.

Una de las mariposas finalmente nos alcanzó y con tan solo rozar mi codo un segundo sentí como toda esa área me ardía y de cierto modo quemaba. Por cada roce de una de aquellas mariposas nos aparecía una ampolla en el cuerpo y no fue hasta cuando la segunda mariposa me rozo cuando ya no pude más y grité del dolor.

—Maysilee corre lo más rápido que puedas—le grite.
—¡Eso intento!—me dijo apresurando el paso.

Varias mariposas intentaban eliminarnos y ambos gritábamos de un agudo dolor cada vez que una nos rozaba o se posaba sobre nosotros.

El Segundo VasallajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora