Capítulo 19: Maysilee Donner

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Nos alejamos lo más posible de los árboles. Si se iba a dar un desenlace a este vasallaje, la mejor manera de pelearlo no era rodeado de vegetación y de mutos u animales extraños. Maysilee estaba harta. No era necesario que hablara para que  me enterara de eso. ¿Quién en su lugar no lo estaría? Los días en la Arena parecen meses. Nos sorprendieron con un paraíso y luego lo transformaron en un mismísimo infierno ardiente. Nos mostraron toda clase de cosas hermosas, y resultaron siendo solo una trampa más para cazarnos y eliminarnos del mapa.

Caminamos como quince minutos y finalmente dimos con el final de la Arena. Era algo así como lo más pacífico que habíamos visto desde que abandonamos el prado. Estaba desolado y se podría decir que no había nada. Maysilee se encontraba muy desinteresada con el hecho de haber llegado hasta aquí y después de todo no me sorprende porque el que quería venir aquí en primer lugar fui yo.

Cinco minutos después se dio el momento que tanto presentí que se daría.

–Volvamos atrás–me pidió.
–No lo haré
–No puedo más con esto–me dijo.
–No se que es o que tú harás pero te puedo asegurar que yo no me iré de aquí.

Calló, razonó las cosas nuevamente por un momento y luego hablo.

–Ya solo somos tres Haymitch–dijo triste y decidida a la vez.–Es mejor separarnos aquí, no querría tener que matarte.

A pesar de que me dolía debía de aceptar que lo que ella decía era cierto. Ahora éramos tan solo la profesional, ella y yo. El vasallaje estaba próximo a culminar y no era buena idea arriesgarse y hacer que los únicos dos vivos fuéramos nosotros. Tendríamos que matar al otro y ambos sabíamos que no podríamos vivir con ello. Vivir sabiendo que mataste a tu propio aliado... demasiada culpa para nuestras ya trastornadas cabezas.

Tratando de poner el rostro más fuerte posible-pues en la Arena hay cámaras en todos lados- me acerqué a ella y la abrace. Ese sería seguramente nuestro último abrazo. La besé en la mejilla. Con mis manos tomé las suyas y durante cinco segundos y masajié el área entre el pulgar y el índice.

–Me hubiera gustado que esto durara más-me dijo.
-Cuídate-dije y le di un último beso en la mejilla.

Maysilee se regresó y yo me dejé caer sobre el suelo y contemple en dirección al campo de fuerza. Frustrado tome una piedra que se situaba justo al lado de mi y la tiré. La tire con fuerza. Luego de eso me levante pensando en ir a buscar a Maysilee y justo cuando me giré sentí un pequeño golpe en el muslo. Me volteé y cerca de mi pie se encontraba la piedra que había lanzado segundos atrás. Dudoso del cómo había regresado, la recogí y la volví a tirar. Esperé unos segundos y ahí estaba otra vez. La piedra se había devuelto. Comencé a reír y recolecte algunas piedras para luego arrojarlas y divertirme viendo cómo se devolvían.

Me entretuve varios minutos así hasta que escuche un grito. El grito de Maysilee. Deje lo que estaba haciendo y corrí en la misma dirección por la que se había ido Maysilee. Corrí lo más rápido que pude hasta adentrarme nuevamente entre los árboles  y seguir el ruido de la voz de Maysilee. Se encontraba llorando. Cuando finalmente la encontré corrí hacia ella y le sujete la mano. Estaba tirada y ensangrentada. Había sido ensartada en la garganta. Mire al rededor y dilucide unos pájaros rosados de pico afilado alejándose del área. Estaba muy débil. La garganta le sangraba y estaba comenzando a tener convulsiones. No sabía qué hacer o si había algo que hacer. La sujete con fuerza con una mano y con la otra me limpie las lágrimas que me comenzaban a brotar y resbalaban por mis mejillas. Todavía tenía sus ojos abiertos y mantenía la boca abierta como si tratara de decirme algo que yo no era capaz de entender. Sus ojos azules reflejaban dolor y desesperación. Estaba viendo a la chica que fue mi aliada morir pero más que eso estaba viendo a mi amiga morir.

De un instante a otro su cuerpo se dejó de mover. Ya no gemía y aunque sus ojos seguían abiertos estos ya no transmitían nada. Yo seguía sujetándole la mano. Con la mano que tenía libre alcance su otra mano aún con sangre fresca y me la acerque. Junte sus manos y las bese. Sabía que estaba muerta. Ya no había marcha atrás. Ya no había nada. Y fue justo ahí, cuando sentí mi respiración agitada y las lágrimas recorriéndome las mejillas cuando escuche el cañón.

Ya era oficial, Maysilee Donner había muerto.

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⏰ Última actualización: Apr 15, 2017 ⏰

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