Capítulo 5

284 20 18
                                    

"Andamos por la vida campantes, sin saber que a cada segundo que seguimos vivos es porque a ninguno de los miles de personas con las que convivimos en este mundo ha decidido matarnos"

Laura despertó empapada en sudor. Le dolía la cabeza, y no recordaba ni siquiera donde estaba. ¿Tenía resaca? Ni idea. Trató de abrir sus ojos legañosos, tras habérselos frotado perezosamente con la mano y haber bostezado quejándose al instante de un pinchazo en la espalda.

- ¿Qué narices? -se preguntó en voz alta tratando de llegar al lugar del dolor tras haberse levantado la blusa. La blusa. Seguía vistiendo su blusa negra y su falda blanca con rombos negros. Sus pies seguían calzando unos tacones de aguja oscuros, y su pelo despeinado seguía manteniendo el tocado que se trató de quitar según apoyó la cabeza en la pared y le resultó molesto.

Había utilizado esa ropa para asistir a la reunión en el museo. Esa malditamente misteriosa reunión en la que la habían citado para darle información sucia sobre Lidia Hernández, su archienemiga en el campo del tenis.

Miró las paredes cubiertas por azulejos azules oscuro, y trató de levantarse del suelo, apoyándose en una cosa blanca que casi ni había mirado... ¡Un váter! ¡¿Qué hacía ella en un baño?! Estaba claro que la habían drogado. Su memoria tenía lagunas, la espalda le dolía y le daba pinchazos (seguramente a causa de la aguja que habían usado) y la cabeza la daba vueltas. Se levantó torpemente, apoyándose con ambas manos en las paredes. Finalmente abrió la puerta del cubículo y salió. ¿Dónde estaba su bolso? Si lo encontraba podría coger su móvil (un iPhone, por supuesto) y llamar a su hermano o a su mejor amiga, Lucía, para que la recogiera en... Ya vería que la diría. Sin embargo, no se detuvo a pensar en ello cuando vio que no estaba su bolso. Abrió cada cubículo, miró en los lavamanos e incluso en la papelera. Nada. Estaba incomunicada.

Se miró en el espejo. El maquillaje se había corrido un poco, su ropa tenía arrugas y su pelo estaba desaliñado.

No recordaba haber bebido demasiado como para dejar que la drogaran. Trató de centrarse en sus últimos recuerdos.

Al llegar una limusina oscura a su casa tal y como prometía el sujeto en el mensaje, se había subido a esta. Más tarde, había visto como una persona tras otra era recogida por el chofer de la misma manera. Habían ido... tres. Tres personas aparte de ella. Germán era al que mejor recordaba, ya que él había estado hablando con ella durante la espera de la visita. Después habían hecho un grupo junto a una guía. Una treintañera de melena negra que llevaba un vestido rojo... no, espera. Era un mono rojo y elegante, con un enorme lazo brillante en el cuello.

Ella les había enseñado el museo. Recordaba la historia del fantasma, los tapices, una extraña pregunta que formuló un tipo de pelo oscuro y luego habían subido al segundo piso. Lo último que recordaba era que se había ausentado para ir al baño. Espera... ¿No habían dicho que no se debía ir durante la visita? Cierto, si se lo decía a Camelia le habría dicho que no, así que se había dirigido al baño sin decir ni una sola palabra a nadie, mirando los cuadros y tratando de orientarse en aquel enorme lugar. Más tarde iría a ver el piso superior, o mejor... no iría. Al fin y al cabo, no era más que un museo con una especie de laberinto de cuadros, tapices de miradas siniestras y decoración antigua en su interior.

Cuando caminaba hacia el servicio, había escuchado unos pasos detrás de ella, y algo nerviosa por ello (y aunque no lo llegará a admitir, también miedosa), había acelerado su paso por los desiertos pasillos. Había llegado al baño, pero cuando trató de abrir la puerta se dio cuenta de que esta tenía cerradura. No la había dado tiempo a pedir la llave, pues de repente sintió un pinchazo, y todo se volvió borroso para más tarde tornarse negro.

Su respiración se agitó. ¿Quién era la persona que la había drogado? Seguramente el sujeto del mensaje. ¿Por qué la había drogado? Quizás se trataba de un secuestro. ¿Y dejarla tirada en un baño? Eso no tiene sentido.

Muerte en el zodiaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora