Capítulo 29

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"La esperanza es lo que hace que sigas respirando, aun cuando la presión de una vida te esté asfixiando"

Isabel se sentó pesadamente en el sofá, tratando de no molestar a Martín, quien descansaba su pierna en alto sobre un cojín.

– ¿Qué tal andas? –le preguntó intentando alejar los pensamientos que se le pasaban por la cabeza sobre las recientes muertes de Amelia y de la guía.

–Algo mejor–respondió él sin muchas ganas de nada– ¿Y tú?

–Digamos que voy tirando–dijo ella con una sonrisa algo forzada.

Él asintió distraídamente y suspiró.

–Necesitamos encontrar la manera de entrar allí. Estoy convencido de que lo que se esconde tras aquella pared nos ayudará a librarnos de C.S.

Amelia ni siquiera respondió. Aquel hombre estaba siendo muy optimista si pensaba que podrían salir vivos de allí. Si lo que estaba tras aquella pared era su única salvación, entonces tendrían un grave problema. Ella era la siguiente, la próxima víctima de aquel salvaje juego sin pies ni cabeza. ¿Se suponía que no debía ser pesimista? Si el cazador de serpientes seguía así, al siguiente día el cadáver sería ella y el de la pobre reportera no sería más que un vago recuerdo. E imaginar su cuerpo tendido en el suelo bajo un gran charco de sangre y con el símbolo de Cáncer dibujado en su frente, no era precisamente un consuelo.

Unos pasos se escucharon llegar por el pasillo, y antes de que se dieran cuenta ya tenían a una Victoria de brazos cruzados y una ceja alzada frente a ellos.

– ¿Se puede saber qué hacéis los dos aquí? Acabamos de descubrir algo, así que levantaos y venid conmigo.

Isabel se puso de pie rápidamente y ayudó a Martín a levantarse para que pudiera agarrar firmemente sus muletas.

Victoria les pidió que la siguieran con un gesto de la mano, y ellos obedecieron sin rechistar.

– ¿Se puede saber qué es lo que han encontrado? –preguntó la cocinera intrigada mientras caminaban por aquel laberinto de pasillos.

– ¿Dónde estaría la gracia si te lo dijera? –respondió Victoria con una amplia y divertida sonrisa en el rostro, y siguió caminando dejando a los otros dos con una expresión confundida.

Poco después Martín se paró en seco, e Isabel que iba a su lado lo miró con el ceño fruncido.

–Espera... ¿Estamos yendo hacia la pared de piedra? –preguntó sorprendido.

La geóloga sonrió y luego se volvió a girar para mirar hacia delante.


–Daros prisa, los demás nos están esperando.

    ♦ ♦ ♦    


– ¿Y cómo narices habéis encontrado el dibujo de la rosa en la pared? –preguntó Isabel asombrada.

–Ha sido Natalia. Se ha puesto a toquetear la pared como una loca y al final ha notado las líneas del dibujo–dijo Raúl encogiéndose de hombros.

Natalia lo miró ofendida.

– ¿Cómo una loca? Perdona, he probado a tocar la pared para saber si podría percibir por el tacto algo que se nos haya pasado por alto–dijo con una sonrisa orgullosa por su idea. Una idea que había logrado que descubrieran aquel símbolo.

–Me da exactamente igual como lo haya hecho–habló Isabel–. Ahora lo importante es que gracias a Natalia hemos podido encontrar un dibujo que antes no habíamos sido capaces de ver. Lo que yo no entiendo es... ¿Y qué se supone qué vamos a conseguir por encontrar una rosa negra?

Muerte en el zodiaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora