"Desde la boca del lobo, se ve mejor la luna"
–Esto cada vez me gusta menos. Además... esos números...el mensaje de la muñeca decapitada...–comentó Claudia mientras cenaban todos juntos, alrededor de aquella mesa rectangular donde habían dejado algunas latas de comida de la despensa.
– ¡Fíjate! A mí que me encanta–respondió Marcos con sarcasmo. Luego bufó, dejó la lata a un lado y se levantó de su silla, pasándose las manos por el pelo–. Ya no tengo hambre.
Claudia bajo la mirada de cachorro asustado hacia la mesa, y los demás no se atrevieron a decir una palabra. Todos estaban demasiado ocupados mirando las latas como si fuera lo más interesante del mundo, mientras que los cubiertos daban la única y tímida conversación en la mesa.
Tras acabar recogieron y limpiaron la cocina, para más tarde ir al salón y acomodarse en los sofás y sillones de la estancia.
Daniel se sentó pesadamente en un sillón, y cruzó una pierna sobre la otra, sin dejar de mirar al suelo de piedra oscura.
–Hoy morirá otro más–dijo con una voz mucho más seria de lo habitual– ¿Alguna idea de quién será el siguiente?
Victoria abrió la boca, pero una mirada duramente fría y amenazadora de Rick, la hizo cerrarla y volver a recostarse con un bufido en su sillón doble que compartía con Natalia.
–En mi opinión, a Laura la mató porque fue quien más lo quiso desafiar–opinó Raúl. Germán se estremeció al oír el nombre de la tenista.
–No sé... Creo que este sujeto es muy organizado. Todo lo que hace para él tiene un sentido, no hace algo por hacerlo. Por eso creo que tiene un orden de víctimas–dijo Martín.
– ¿Crees que no nos elije sin más? –preguntó Isabel.
–No tendría sentido que fuese de otra forma. Tomarse tantas molestias para elegirnos, traernos aquí y secuestrarnos sin que nadie de la fiesta se diese cuenta... No me suena a un asesino desorganizado para nada. Parece analizar todo y tenía todo preparado para nuestra llegada. Estoy convencido de que nos ha elegido por alguna otra razón aparte de por nuestros signos. Podría haber elegido a otro sagitario que no fuera yo, pero me eligió a mí. Al igual que os eligió a vosotros–respondió el juez–. Así que respondiendo a tu pregunta, Isabel, sí. Creo que también tiene un orden determinado para matarnos.
–Es decir, que tenemos a un asesino organizado, orgulloso y seguro de sí mismo, obsesionado con los signos zodiacales y los asesinatos de dos miembros de una familia de locos–observó Natalia.
Hubo un momento de silencio en el que cada uno se centró en sus propios pensamientos. Algunos pensaban solo en salir, mientras que otros se habían tomado al pie de la letra aquel juego tanto como sus macabras normas, y creían que la única manera de salir de allí era ganarlo.
– ¿Y qué hay de aquel hombre que se interesó por el museo? –preguntó Germán–Ya sabéis, aquel que decía que era un primo lejano de la familia, para poder quedarse con la mansión.
– ¿Podría ser C.S.? –preguntó Amelia.
– ¿Por qué no? –Inquirió Germán–Un hombre que se interesa por el museo, tan seguro de sí mismo que miente hasta a la policía para conservarlo, y además... Él quiere resolver los asesinatos de la niña y el fantasma. Para ello debe tener un acceso a la mansión. Al fin y al cabo... todas las pistas deben estar aquí.
–Lo que dices no está mal–opinó Martín–. Tiene sentido.
Germán sonrió satisfecho por su descubrimiento. Se levantó de la silla y caminó hacia la entrada.
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Muerte en el zodiaco
Mystery / Thriller*Tercer puesto en la categoría Misterio/Suspense del concurso LeitholdAwards* ¿Qué ocurriría si los "doce signos del zodiaco", se vieran atrapados en una mansión? Lo que inicia como una broma retorcida, un extraño secuestro o un macabro juego, se co...