Capítulo 26

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"Puede que la justicia exista, pero si no te molestas en ir a buscarla, ella no moverá un dedo por ti"

Claudia y los chicos habían encontrado la pared señalada, y todos la habían recibido felizmente y entre risas. Pero en poco tiempo se dieron cuenta de la situación. Vale, habían encontrado la entrada, que se trataba de una simple pared. ¿Pero... y ahora?

Estaba claro que si tiraban la pared encontrarían aquella sala secreta, donde muchos aseguraban que se encontraba C.S. escondido. Pero... ¿Cómo harían para echar abajo la pared?

–Dudo mucho que nos podamos deshacer de la pared–dijo Daniel con la ceja alzada, observándola desde la distancia. Era vieja y estaba hecha de piedra gris, fuerte y rugosa. ¿Era la única maldita pared de piedra de toda la casa o era imaginación suya?

–Creo que de eso ya nos hemos dado cuenta–le contestó Raúl algo cortante–. Creo... creo que más que tirar la pared deberíamos buscar algún mecanismo para abrirla.

Daniel y Claudia lo miraron confundidos, y esta última incluso con algo de terror en la mirada.

– ¿A qué te refieres exactamente?

Raúl se cruzó de brazos frente a la pared. Parecía que buscaba algo, tratando de analizar lo que tenía en frente.

–Todos sabemos que los castillos escoceses son famosos por sus salas secretas y sus escondrijos oscuros o pasadizos–comenzó contando–.Lo más lógico sería pensar que esta pared en realidad es una puerta, y que hay alguna manera de accionarla.

– ¿Y qué es lo que propones hacer? –preguntó la rubia.

Raúl se acercó a la pared, y pasó la mano por la superficie de manera concentrada. Varios minutos pasaron, mientras que los demás lo miraban o cansados ya se limitaban a dar paseos por el pasillo.

–Joder, esto es muy complicado–trató de excusarse el arquitecto cuando los demás lo metieron prisa–. No es algo que llegues y rápidamente veas de qué se trata. Esto no es como las pelis que accidentalmente el tonto del grupo se apoya sobre el mecanismo y la puerta se abre como por arte de magia.

Rick apoyó la espalda sobre la pared, con un muy notable suspiro, que ofendió a Raúl.

–Si tan listo te crees, hazlo tú–lo retó acercándose a él. Rick se sorprendió al ver al chico de esa manera, ya que pocas veces eran las que había puesto alguna pega con las decisiones grupales o había mostrado su disconformidad y mal humor.

–No, gracias. Creo que ya hemos perdido suficiente tiempo. Mañana continuaremos, ya son las nueve y me apetece cenar–le contestó el astrólogo con el semblante sereno.

Rick no era una persona que entrará al juego fácilmente. Podía parecer impaciente o impertinente en algunas ocasiones, pero la imprudencia en temas serios no era una de sus cualidades. Y si utilizaba la cabeza y lo pensaba fríamente, no le convenía llevarse mal con ninguno del grupo. Bastante tenían ellos con aguantar al sádico C.S., a la aspirante a asesina de Camelia, y al músico trastornado.

Raúl pareció querer contestarle de malas maneras, pero al final se contuvo y se guardó sus palabras internamente.

No como en el caso del psicólogo.

–Amelia puede morir esta noche–habló Daniel– ¡Qué digo! ¡Lo más probable es que muera! C.S. ya la ha perdonado una vez, y por pura suerte aprobó nuestra respuesta. Imaginaros ahora que no tenemos nada para escribir lo que le hará a la pobre chica. Pero nada, vayamos a cenar como cobardes, al fin y al cabo no nos toca morir a nosotros.

Muerte en el zodiaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora