Capítulo 11 (Parte III)

660 53 6
                                    

POV Bella:

No sabía con exactitud cuanto tiempo tenía sentada en esa banca de la plaza, no sabía que haría ahora. Quizás fui impulsiva, de cierta manera, yo necesitaba más el trabajo, de lo que Mark podría llegar a necesitarme.

Supongo que lo único que puedo hacer, es volver a casa.

Caminé por las calles, esperando a que un milagro sucediera, al igual que en las películas, quizás la calle se iluminaría con una luz brillante, y me mostraría el camino correcto. A diferencia de un milagro, estaba teniendo una pesadilla.

— ¡Me robaron!— Dije exaltada, comencé a mirar por todos lados, el aparcamiento donde había dejado mi auto se encontraba vacío— ¡Auxilio! ¡Se robaron mi auto!

Un señor se conmovió de mi estado, y se acercó colocando su mano en mi hombro.

— No querida, los fiscales de tránsito lo remolcaron— Abrí mis ojos al tope, en este momento el robo no parecía tan mala idea.

— ¿Remolcado?— Me atraganté con mis propias palabras.

— Esto es zona roja querida— ¿Cómo pagaré una multa sin trabajo? Rogarle a Mark por mi trabajo, estaba descartado de mis opciones, su insinuación era grotesca y humillante.

No tenía otra opción, tendría que caminar. Vivía a unas calles de ahí, 20 para ser exacta, y además tenía el uniforme de la cafetería. Comencé a andar, el frío se apoderó de mi cuerpo, sentía que se alojaba en mis huesos, luego de dos cuadras, unas cuantas gotas comenzaron a caer, maldecía internamente,  me encontraba humillada, sin trabajo, sin auto y mojada.

  — ¿Bella?— Voltee al escuchar mi nombre, Edward se encontraba frente a mi, con una bandeja de Starbucks en su mano, contenía dos cafés y una bolsa marrón con el logo del establecimiento. Sin más, comencé a llorar, me abrazó como pudo con su brazo libre, acariciaba mi cabello y susurraba palabras para calmarme. 

— Lo siento— Sorbí mi nariz— Te mojé.

—Sólo es agua Bella, ¿te encuentras bien?

— No— Estaba por comenzar a llorar de nuevo, cuando Edward tomó mi mano y nos adentramos en el Starbucks.

Nos sentamos en una mesa del fondo, una mesera se acercó a nosotros, al ver mi uniforme arrugó su nariz con desagrado, pero al observar mi estado de ánimo, se conmovió.

— ¿Necesitas algo?— Negué, y me limité a cubrir  mi rostro con ambas manos.

La chica de ojos avellanas, se retiró con una mirada preocupada, observé la manera en la cual Edward me miraba, esperando una explicación de mi estado de ánimo.

Levanté mi rostro, y comencé a contarle todo lo sucedido.

  — Estoy seguro de que puedo solucionar tu problema.

— Por si no lo habías notado, es más de un problema.

— Lo sé, pero el esencial es el empleo, ¿o no?— Enarqué una ceja algo confundida— En la empresa, hay puesto vacante para asistente de la parte administrativa.

— ¿Secretaria?— Dije casi ofendida.

— No exactamente— Mencionó algo incómodo, quizás haya sido un poco grosera, está intentando solucionar mi problema, además de mesera a secretaria, digamos que es un paso más.

— ¿Cuando empiezo?— Sonrió ampliamente, y sostuvo mi mano.

— ¿Te parecería, mañana?— Asentí, intentando sonreír— Sobre lo de tu auto, yo soluciono ese problema.

Esposa por convenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora