Capitulo 23

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La primera idea de Edward fue ir a una tienda de delicadeces, así que sin poner objeción lo seguía por los pasillos mientras él empujaba el carrito. Sonreí al observar un paquete de nueces cubiertas de chocolate, Nessie las amaba, pero yo era increíblemente alérgica.

—Soy alérgica a las nueces— exclamé sosteniendo el paquete frente a mis rostro. —Así que si quieres asesinarme, puedes darme cualquier tipo de frutos secos.

—Perfecto, ya sé cómo matarte y quedarme con tu herencia— comentó tomando algunas fresas frescas. — ¿Te gustan?

Simplemente asentí, mientras él las escogía con detenimiento. Mientras que Edward buscaba múltiples artículos yo simplemente me encargaba de asentir o negar, así fue como cada uno fue conociendo al otro rápidamente. Aprendí que Edward detesta el kiwi, es adicto al café igual que yo, el chocolate con leche es su favorito y no tolera el blanco, le fascinan la cerveza de arce y no sabe absolutamente nada de vinos.

—Creí que eso era parte de la distinción— exclamé haciendo una gesto de deshonra. Al voltearme observé a unos hombres que nos seguían, al detallarlos pude notar que eran simples paparazzi. —Parece que nos siguen.

Edward observó por encima de su hombro, pero no se lo permití. Tomé su mano y lo atraje para besar sus labios, demorándome un poco, a través de mis parpados podía sentir la luz del flash, fue entonces cuando lo solté. Sabía que necesitábamos ser "más cariñosos" en público, muchos dudaban de nuestro amor.

—Creo que ya tenemos todo— exclamó Edward con una tonta sonrisa en sus labios, a lo que no pude evitar rodar mis ojos. Su brazo rodeó mi cintura y nos dirigimos a la caja.

Al salir de la tienda nos abordaron algunos flashes que me cegaron por unos minutos, pero rápidamente Edward me llevó hasta el auto y arrancó sin importarle quien estuviera delante. Al alejarnos voltee a observarlo, se veía algo molesto, su seño estaba fruncido y sus manos se apretaban con fuerza al volante; suspiré y tomé una de sus manos antes de sonreírle.

— ¿Qué piensas preparar? — sabía que al cambiar de tema, podría relajarse un poco.

—Hamburguesas— retomé la lista de artículos que había puesto en el carrito, y no la recordaba. O había estado muy ocupada mirando el estante de las golosinas, o Edward había sido extremadamente rápido. —Es lo único que sé preparar.

—Y porque todo está prácticamente hecho— puntualice mirándolo en tono burlón, él se giró unos segundos para devolverme la sonrisa y volvió la mirada al camino.

Edward tenía un apartamento en el centro de la ciudad muy cercano al mío, siempre le había gustado mantener su espacio con respecto a su familia. Cuando llegamos frente al apartamento, el portero nos recibió y uno de los chicos fue a estacionar el auto. Edward sacó las bolsas y con su mano libre rodeó mi cintura mientras atravesábamos el lobby del recinto. Tomamos el elevador y cuestión de segundos estábamos dentro del apartamento.

Llevamos las cosas a la cocina, tomé asiento en el mesón mientras observaba como sacaba las cosas y se encargaba de encender la estufa eléctrica. Me observó con una ceja arqueada, a lo que me encogí de hombros y moví mis piernas, las cuales colgaban tranquilamente. Se veía tan cómodo, que me dieron ganas de hacerle cosquillas con mis dedos, así que moví el pie cerca de su costado, para verlo retorcerse unos segundos después, mientras yo reía con fuerza.

—Otro dato, no me gustan los pies— rodé los ojos y volví a acercarlo hacia él. Tomó la pierna y me miró severo. —No me provoques, Bella.

—Uy, que susto— exclamé sonriendo, bajando del mesón pasando por su lado, para hacerle unas cuantas cosquillas más, a lo que reaccionó cargándome sobre su hombro llevándome al sofá y repartiendo varias cosquillas por mi cuerpo. — ¡Vale, para!

Ambos reímos durante largos minutos, para luego volver a la cocina. Edward se encargaba de la carne, mientras que yo picaba los vegetales, así descubrimos que a ninguno le gustaba la cebolla. En unos minutos la cena estuvo lista, y pasamos a la sala a comer tranquilamente, mientras veíamos un maratón de series criminalísticas.

—No tenía idea de que te gustarían estas series— exclamó, mientras yo engullía mi segunda hamburguesa. —O que comieras tanto.

Asentí, masticando rápidamente para darle otro sorbo a mi soda. Levanté los brazos cuando los agentes se acercaban a la casa del posible asesino, a lo que Edward me miraba algo confundido.

—Si quieres podemos ver otra cosa— dije cuando logré tragar, limpiando mi boca con una servilleta. —Veo que eres algo sensible...

—"Sensible" no sería la palabra— reprochó rodando sus ojos, para luego limpiar mi boca con su dedo. —Más bien, de gustos diferentes.

—Muy bien, señor distinguido— comenté observándolo atentamente. — ¿Qué quieres ver? ¿Las princesas Disney?

—Muy graciosa— sonrió.

Al final, encontramos una película que era realmente interesante. Se llamaba "La Isla". Durante el resto de la noche, conversamos sobre tantas cosas, que el tiempo pasó volando. Era más de medianoche, así que Edward me propuso quedarme a dormir, cosa que no me convencía del todo...

—Dormiré en el sofá, te lo juro.

—No desconfío de eso, solamente de lo que Nessie podría decir...

—Te recuerdo que nos casaremos en un mes, creo que debe irse haciendo la idea.

—Está bien.

Edward me prestó una de sus camisetas, y unos shorts para dormir. Seguimos hablando durante unas horas hasta que empezó a darnos algo de sueño. La verdad, me sentía tan a gusto, que casi podría decirse que mi perspectiva de mi boda había cambiado.

—Descansa Bella— comentó mientras salía de la habitación, asentí levantándome para acompañarlo hasta la puerta.

De la nada, Edward tomó mi rostro entre sus manos y me besó, un beso suave y delicado, acariciando nuestros labios al mismo tiempo. No diré que lo aparté, porque estaría mintiendo, cuando mis manos subieron a su cuello no fue para empujarlo, fue para atraerlo aún más e impedirle que se fuera.

—Quédate conmigo— pedí, mirando sus ojos con intensidad.

—Será un placer— respondió con una engreída sonrisa, antes de besarme nuevamente.

Esposa por convenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora