Capitulo 25

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Observé atentamente como Edward se alistaba para su despedida de soltero, aunque igual yo había decidido hacerle una casera. Me levanté para abrazarlo por la espalda, a lo que él respondió sonriéndome.

—Llego a enterarme que hubo strippers, y te juro que te...

Me calló con un beso atrayéndome hacia el nuevamente.

— ¿Acaso piensas que podría pensar en alguien más, después de esto? — hizo un movimiento hacia las sabanas desparramadas, me sonrojé mientras desviaba la mirada. —Iré, beberé unos tragos y justo cuando los chicos estén al tope, me escabulliré.

—Si logras que Emmett baile en el escenario, grábalo— pedí abotonando su camisa. —Sería el mejor regalo de bodas.

—Mi mejor regalo de bodas sería que tú me bailaras.

—Ya veremos Cullen.

Se despidió nuevamente y desapareció por la puerta. Me había negado a tener una despedida, pero estaba segura de que Alice se rehusaría a que dejara pasar esto de lado. Llamé a Nessie, pero no me contestó al igual que siempre; esta situación comenzaba a darme mala espina.

El timbre del apartamento sonó, al abrir me encontré con una Alice y una Rosalie muy arregladas; me limité a enarcar una ceja y observarlas con desaprobación.

—Cállate, vístete y nos vamos.

—Me niego, sufre, fuera— exclamé a punto de cerrar la puerta cuando Rosalie se adentró haciéndome retroceder con su abultado vientre.

—Te cambias ya.

Luego de un largo rato de discusiones, terminé arreglada, y en la parte trasera del auto de Alice a punto de ir a mi despedida, contra mi voluntad. Llegamos al bar donde nos esperaba una muy emocionada Esme quien nos recibió con algunos tragos en sus manos.

Sonreí algo cohibida, bailamos un rato y bebimos tranquilamente mientras que conversábamos sobre varias cosas. Esme nos contó algunas anécdotas sobre Emmett y Edward, además de varias historias de casada con Carlisle.

— ¿En serio?

—Carlisle era bastante salvaje al principio— exclamó la castaña riendo algo sonrojada.

— ¿Podemos evitar esos temas? — pedí alzando mi mano.

El bar se quedó en completa oscuridad y un gran reflector empezó a buscar por la multitud. Sentí que Alice colocó algo sobre mi cabeza, pero cuando me dispuse a quitármelo ya era tarde, esa luz cegadora me apuntaba y todos habían volteado a observarme.

—Es hora de que la futura señora, venga a divertirse un poco— exclamó el DJ, sonriendo.

Me negué rotundamente, mientras las chicas me animaban al igual que el resto de la multitud. Por fin hicieron que subiera, cuando muchos chicos sin camisa me rodearon, haciéndome sentir aún más incómoda; esto no podía ser peor.

— ¡Que comience la fiestaaa! — amplié mis ojos cuando los chicos comenzaron a moverse y bailar de forma erótica, mientras yo trataba de huir del escenario, pero el maldito reflector me seguía a todas partes.    

Todos se reunieron alrededor de mí, mientras que yo intentaba ocultar mi rostro que seguramente ya estaría completamente rojo. La música era pegajosa pero mi cuerpo se encontraba paralizado por la vergüenza así que decidí mover un poco mi cabeza para evitar que me abuchearan. Cuando por fin terminó, logré volver a mi puesto mirando a las tres peores amigas con reproche.

  — Ya verán— las amenacé apuntándolas fijamente con el dedo, me quité el velo que colgaba de mi cabeza y bebí mi trago rápidamente.  

Esposa por convenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora