Capitulo 20

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POV Nessie.

Odiaba los lunes, es el día más odioso e irritante que puede existir. No quería hablar con Bella luego de su fiesta de "compromiso", aunque quizás debería intentarlo simplemente me daban ganas de vomitar la idea de fingir ser alguien que no soy, sentir cosas que no siento, y por encima de todo soportar a ese estirado.

—Puedes dejarme aquí— mascullé tomando mi bolso y quitando uno de los auriculares para escuchar su nuevo intento de hablar. —No quiero que llegues tarde a tu trabajo.

Bella simplemente suspiró y giró hacia la dirección contraria de la escuela, haciéndome quedar completamente perpleja ante la acción. ¿Se había vuelto loca?

—Me está matando el hecho de poder hablar contigo, que me trates cómo si fuese una extraña— reprochó con una mueca mientras ante mi sorpresa se alejaba cada vez más de la escuela, de la ciudad, de todo.

—Lo eres— sentencié mirándola con un toque de dolor. —Esa que está ahí sentada, en un coche de lujo, con ropa de marca y cabello perfectamente arreglado, no es mi hermana. Mi hermana era la chica más genial, con su desarreglado moño, su uniforme de mesera y una sonrisa tan contagiosa que cualquiera haría lo que fuera por verla sonreír.

Mis palabras retumbaron en el interior del vehiculo mientras un silencio sepulcral se adueñaba del ambiente, era realmente horrorosa la distancia que sentía, tenerla tan cerca y a la vez tan lejos era realmente asfixiante, quería que me abrazara nuevamente hasta quedarme dormida, que hiciéramos palomitas y viéramos películas hasta el amanecer, quería que peleara conmigo por el agua caliente que siempre acababa, la quería de vuelta.

En vista que no contestó nada, me volteé enojada hacia la ventana y observé el paisaje con obstinación. Se suponía que estaba secuestrándome para que habláramos, expresarnos y solucionar todo este maldito problema, pero no.

—Durante la fiesta tuve una conversación con la abuela de Edward— eso llamó mi atención haciendo que devolviera la mirada hacia ella, mientras la suya seguía fija en el camino. —Sabe absolutamente todo sobre la farsa, y me sugirió que abriera mis ojos en todos los sentidos.

Por un lado esa señora quizás no fuera tan mala como Edward había planteado, a mí me había agradado bastante, además de decir que era muy linda y subir mi autoestima, vamos a quien no le gusta que le digan ese tipo de cosas.

— ¿A qué se refiere? — pregunté porque aunque quizás la respuesta estaba justamente frente a mi rostro, yo no tenía idea a lo que se refería.

—Edward no es lo que parece, o eso es lo que trataba de "advertirme" —comentó soltando el volante para hacer unas comillas con sus manos, aunque el gesto en lugar de ser dramático como ella aspiraba, me pareció gracioso. —Me siento en una película de suspenso.

—Sólo no vayas a su casa en la noche, podría secuestrarte y encerrarte en un sótano— seguí su idea soltando una suave risa.

—Luego me entregará en sacrificio a los espíritus ricachones para tener dinero por toda su vida.

Reí ampliamente mientras que ella coreaba mis carcajadas con una autentica sonrisa adornando sus labios, cosa que me hizo sentirme cómo en los viejos tiempos.

—Bella, no hagas esto— pedí volviéndome hacia ella por completo, tan sólo desvió su mirada hacia mí un momento para luego volver al camino. —Encontraremos otra forma.

Asintió y cruzó en una intersección llegando al lugar más hermoso de toda mi infancia, haciéndome bajar de inmediato mientras aún el auto se movía a poca velocidad por encima del camino hasta la entrada de la bahía.

Esposa por convenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora