Capítulo 9: Trece

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Rizos.

Desde hacía dos días no paraba de darle vueltas a lo mismo. Que quería decir Sandoval cuando dijo ''recibirás lo mismo que Macarena''. Rizos sabía que el doctor caliente tenía una cierta obsesión con Macarena, pero no le dio importancia en su momento. Primero porque sabía que Macarena ni quería nada de Sandoval, ni se dejaría hacer nada, teniendo en cuenta su carácter. Y segundo porque nunca creyó capaz al doctor de ningún tipo de amenaza seria, pero después de lo que le dijo, ya no sabía que pensar.

Se moría de ganas por hablar con Macarena, necesitaba saber porque pensaba que Rizos la había traicionado, necesitaba explicarse, pero Macarena no atendía a razones. Además tenía que preguntarle qué había sucedido con Sandoval, no podía permitir que ese hijo de puta le hiciera daño.

Rizos después de estar en el huerto con Sole y Macarena, se fue al comedor. Se moría de hambre, así que cuando cogió su comida, no las esperó y se sentó a comer sola. Nada más sentarse, notó que Richi la miraba desde la esquina del comedor y vio cómo se acercaba a ella.
-¿Cómo estas Rizos? ¿Ya estas más recuperada de aislamiento? Me dijo Palacios que estabas algo baja.- preguntó Richi en tono amistoso, sentándose a su lado pero en la postura inversa.
-Pues la verdad estoy mucho mejor Richi. ¿Puedo llamarte así? Me mola el mote de ''Richi''.- respondió Rizos con una grata sonrisa mirándole.
-Me alegro mucho de que estés mejor. ¡Sí claro! Mis colegas me llaman así. Toma, coge esto.- le susurró dándole una chocolatina por debajo de la mesa.
-¡Guay! Gracias tío, pero espera, ¿a qué viene esto? ¿Qué quieres a cambio?- pregunto Rizos mosqueada.
-Bueno es un pequeño regalo.- Richi estaba rojísimo -No tiene importancia, no me tienes que dar nada a cambio mujer... que ¿ya has arreglado las cosas con Macarena?- preguntó Richi algo nervioso. A lo que inmediatamente Rizos cambio de expresión.
-¿Qué sabes tú de eso? No sabes nada.- Rizos se sintió confundida y continuo comiendo sin mirarlo.

Al poco aparecieron Sole y Macarena por la puerta del comedor y se dirigieron a buscar la comida al bufet. Rizos que seguía conversando con Richi se fijó en que Macarena no les quitaba el ojo disimuladamente.


Zulema.

Dejaba atrás un motel en llamas, debía alejarse lo más rápido posible, la escena era típica de una película de acción, de las malas. En el coche Zulema conducía rápido, pero con precaución, después de tanto esfuerzo no podía permitirse que la cazaran en un simple control de velocidad. Tenía que adentrarse en Madrid, ir al piso coger el dinero e irse a su playa desierta.

Mientras conducía, repasaba todo el plan, y no podía evitar recordar la forma con que dejó atrás a Saray. Abandonar a su amiga, dejar que la atraparan, no tenía principios su vida era lo único importante, ningún precio era lo suficiente alto para replantearse el plan. Solo pensaba en llegar al piso. Pero conducir por Madrid se le estaba haciendo muy duro, el caos de los coches, tanta gente, atascos... Se sentía mareada y confusa, tanta libertad de repente le causaba shock. Pero por primera vez desde su huida, se regaló un momento de relax. Miró al cielo y sonrío, era libre, estaba burlando a todo el mundo, se paseaba por Madrid en un coche robado, se sentía viva, podría escapar vivir por fin de verdad, sin violencia ni mala vida. Se permitió incluso la licencia de pasar junto a unos policías y saludarles, nadie la reconocía. Tras conducir unos largos minutos que al principio se le hicieron largos, y que al final disfruto como un niño con una pirueta, llegó al piso.
El edificio le pareció su casa, habían quedado en que las llaves estarían en el contador número 13. A ella la mala suerte le atraía, cogió las llaves y subió las escaleras de dos en dos, y llegó al tercer piso. Se quedó plantada delante de la puerta D unos segundos, respirando el aire, pues detrás de esa puerta se encontraba su verdadera libertad. Entró, vio que había comida en la cocina, le vendría bien se moría de hambre, pero lo primero era lo primero. Corrió a la habitación, allí habría una bolsa de deporte con 8 millones de euros. Al entrar a la habitación vio la bolsa encima de la cama. La abrió y encontró...una bolsa llena de recortes de periódicos que hablaban de su caso, de Hanbal... Toda su historia. El cabrón de su abogado le había robado.
-¡Hijo de puta!- gritó Zulema desde lo más hondo de su alma, era la primera vez desde hacía años, desde que había huido de su marido viejo y concertado, que se sentía desvalida.

Vis a vis segunda temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora