Capítulo 4: A jugar a jugar que la muerte va a llegar...

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Macarena, Zulema y Saray:
Corría y corría. Y no sentía las piernas, pero no podía parar. La adrenalina le llevaba, no sabía ni donde ni de qué modo conseguiría sobrevivir, pero tenía que hacerlo por Lucía. Ya solo le seguía la amiga de Zulema. Estaba muy preocupada por lo que estarían tramando ella y Saray. Ellas conocían mejor el terreno y no corrían sin destino descalzas y en falda.

Pero mientras avanzaba un oasis apareció ante sus ojos. Un complejo industrial enorme, tenía que conseguir olvidarse del dolor que tenía, del miedo, de los nervios, de las imágenes confusas y acelerar, acelerar y esconderse. Era su única posibilidad para sobrevivir y aun así lo veía casi imposible, no sabía cuánto más podría aguantar corriendo. Se estaba derrumbando, demasiadas cosas habían salido mal en los últimos tiempos. Quizás este sea su destino, morir a manos de la presa más peligrosa de Cruz del Sur.

Sus ánimos volvieron cuando pensó en su familia esperándola en la vista y viendo que no llegaba. Tenía que vivir, que volver a casa por todo el lío en el que los había metido. Su padre y su hermano habían torturado a un hombre por ella, merecían que les pidiera perdón a la cara.

Macarena saco fuerzas de donde no tenía, con rabia pensó en el aborto, las palizas, todo lo malo que debía vengar y consiguió así con lágrimas en los ojos seguir corriendo más y más rápido, tanto que la otra reclusa se sorprendió y casi perdió su pista por completo cuando llegaron a las fábricas.

Mientras tanto, Zulema, Saray y la otra reclusa se hallaban discutiendo sobre el paradero de Macarena, pues la reclusa había perdido la pista de esta.

-¿Por qué vienes sin Macarena?- preguntó Zulema escupiendo cada palabra.-No creo que fuera una tarea tan difícil seguir a una mosquita corriendo descalza y en falda.
-La llevaba cerca pero de repente aceleró y se escondió. La perdí por completo, lo siento. Pero yo creo que deberíamos seguir, se metió en las naves y hay decenas.- respondió la reclusa resignada.
-¡Ja, Ja, ja! Mira tú por donde no puede seguir a la chica descalza, pero cree que puede ser el cerebro del plan ¿has visto gitana? Se me quiere subir a las barbas.- le decía Zulema a Saray de manera despectiva.

Saray respondió a su amiga amenazando a la reclusa.
-Mira, si no quieres que te reviente la cabeza ahora mismo ¡cállate!- dijo Saray con un puño cerrado. Parecía bastante desesperada.
-Hay que encontrarla, no puede quedarse así la cosa.- Zulema quería atrapar a Macarena por todos los medios.
-Zule, piénsalo bien, tu eres quien manda y seguiré lo que digas, ¿pero de verdad crees que nos compensa ir tras ella?- la gitana ya no entendía la fijación de la Mora.
-Muy poca gente ha conseguido hacerme sufrir y llevarme a tal límite como ella, y mucho menos sin sufrir las consecuencias. ¿Crees que voy a dejar vivir a la persona que más cerca me ha dejado de la muerte? Chis, chis.-negaba con la cabeza mientras pensaba que hacer.
-Dios, que razón tienes. Macarena nos ha jodido desde que entró, la muy puta me robo a la Rizos el primer día y me lo negó a la cara.- La gitana condensó toda su ira.- le dije que le quitaría hasta el alma y lo voy a hacer, lo vamos a hacer hermana.- se juntaron en una abrazo de compañerismo.
-Enséñanos donde se perdió. Hay que encontrar al sapito perdido.
Tras pronunciar estas palabras las tres reclusas volvieron a la búsqueda de la rubia.

Macarena había llegado a una nave industrial que parecía estar cerrada, sin embargo estaba tan desesperada por esconderse que se subió a un contenedor para poder romper una ventana y entrar dentro de la nave para ocultarse.

Una vez que Maca estuvo dentro de la nave se dio cuenta de que dicha nave parecía una cristalería. Rápidamente buscó un escondrijo donde poder estar segura de que no la encontraran. Estaba tremendamente nerviosa y muy asustada.

Vis a vis segunda temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora