Capítulo 27º: Nada es lo que parece

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Anabel.

Llevaba varios días en el hospital, recluida, con dos policías custodiando su puerta. Sola, con solo la visita de su médico una vez al día y las enfermeras que le llevaban las comidas. En soledad, sin televisión, con una vista no muy prometedora. Pero tenía algo, algo que no le podían quitar ni ahí, sed de venganza. Venganza contra Saray, Rizos, Macarena y Vera, sobre todo de ellas. Y tenía tiempo, mucho tiempo para pensar con calma como eliminaría de sus vidas hasta el menor resquicio de felicidad que les pudiera quedar.

Cada segundo de su día lo dedicaba a pensar en ellas, en como consiguieron que lo que ella había logrado, quedase en nada. Como ensuciaban su nombre. Y como ella haría lo mismo con ellas. Las arrastraría por el barro hasta que no quedará nada de ellas.

Con quien más disfrutaría sería la rubita, la niña buena que entró sin saber nada y que se hizo grande incluso más que ella. Ella sí que merecía que su ira se desatase como merecía. Ella y su novia, la negra. Su fiel escudera, a la que ya había tumbado, pero suponía que no haría que se rindiese. Y la gitana que la había postrado en ese hospital, primero le agradecería que le diese la oportunidad de pensar y luego le rompería los pies, para que supiera lo que se siente, pero ella para siempre. Y Vera, la nueva líder, para ella debía tener un plan más cauto sacarla de juego antes de que metiera las narices en todo.

En el fondo le hacían gracia, sabían mejor que nadie que el mundo era injusto, que nadie era bueno. Y aun así se esforzaban en buscar algo bueno siempre, cuando en realidad ven una ilusión que ellas generan porque es lo que quieren ver.

Hoy parecía ser que era un día especial, la directora debía estar aburrida en su despacho, porque parecía ser que la iba ir a visitar.

-Anabel, vengo a ver cómo te encuentras, supongo que la soledad aquí se hará insoportable.-Miranda estaba algo incómoda, esa situación de tener a reclusas en centros externos no le traía buenos recuerdos y tenía miedo que otra fuga se pudiera dar. Quería mostrarse con liderazgo, hablaba mientras paseaba por la habitación y miraba por la ventana. Quería mantener la distancia pero ser comprensiva al mismo tiempo.

-No te creas, es como si estuviese en aislamiento pero con más luz, mejores vistas y la comida, oh, no hablemos de la comida. Directora cuando la comida de hospital le da mil vueltas a la que servís allí, algo debe estar mal.- Anabel sabía que Miranda solo estaba allí haciendo un papel, asegurándose de que no pudiera escaparse.

-La comida de la cárcel, no es asunto mío. Yo os doy buenos ingredientes, como los combinéis es cosa vuestra. Así que cuando vuelvas, te quejas a la jefa de cocina, que si no me equivoco es Antonia. He hablado con el médico, dice que tu recuperación va por buen camino, que se cumplirán los plazos, y pronto podrás volver a Cruz del Sur.

-Bien, gracias.- veía a Miranda inquieta, la visita había terminado. -Supongo que ya se ira. Adiós, gracias por venir.

-Sí, adiós Anabel, cuídate.

La visita de Miranda, la había distraído y entretenido su día. Siempre era curioso ver cómo esa mujer pusilánime intentaba dirigir una cárcel, con más buenos modales que lo que realmente hacía falta: mano dura.


Saray y Vera.

'' ¿A qué coño había venido eso? ¿Por qué demonios era tan romántica Macarena? Y lo más importante quizás, ¿por qué parecía tan enamorada de Estefanía?'' Saray estaba totalmente fuera de sí. Había visto la escenita de Rizos y Maca y ya para ella era insoportable. Parecía que Rizos recordaba a la Rubia, pero daba la impresión de que no lo hacía, sino de que estaba cada vez más confusa. Saray conocía a la perfección a Rizos, y sabía cuándo decía la verdad y no.

Vis a vis segunda temporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora